1Ped. 5, 1-4;
Sal. 22;
Mt. 16, 13-19
Celebramos en este día 22 de febrero la ‘fiesta de la cátedra de san Pedro en Roma’. ¿Qué significa y qué sentido tiene esta celebración?
En primer lugar decir que cátedra dice el diccionario es el lugar donde el maestro enseñaba a los almunos o discípulos. Hablamos del catedrádico que es el profesor con mayor rango en la universidad, por ejemplo, y que es el que enseña desde su cátedra.
Pues bien, esto lo trasladamos a nuestro sentido o estilo eclesial y hablamos de catedral, por ejemplo, que es la sede del obispo, allí donde tiene su cátedra para ejercer su oficio de enseñar, para ejercer su oficio de magisterio con los fieles.
Hablar, entonces, de la cátedra de san Pedro en Roma es señalar que allí tuvo su sede, desde donde ejerció su oficio de Pastor y Maestro de toda la comunidad cristiana. Fue la misión que Jesús le confió. Cristo es nuestro único Maestro como es nuestro único Pastor. Pero esa misión la confió a la Iglesia y en la Iglesia a aquellos que iban a ser los pastores del pueblo de Dios. Eligió a los doce apóstoles para enviarlos a predicar, a anunciar el Reino y a curar enfermos y expulsar demonios; lo hemos reflexionado muchas veces. Pero como hemos escuchado hoy en el evangelio de entre los Doce escogió a Pedro para que fuera el primero y el servidor de todos, para que fuera la piedra sobre la que se fundamentara la Iglesia. ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’, le dijo. También en otro momento le dijo, ‘mantente firme y cuando te recobres confirma en la fe a los hermanos’.
A Pedro le vemos en los Hechos de los Apóstoles primeramente ejerciendo su ministerio en Jerusalén. Más tarde sabemos que fue a Antioquía de Siria, por eso se habla también de la catedra de san Pedro en Antioquía. Pero finalmente se estableció en Roma donde recibiría el martirio y fuera enterrado precisamente en la colina Vaticana. Es lo que hoy celebramos. Por eso, además, los sucesores de Pedro en la Iglesia de Roma recibirán también la misión de pastores de la Iglesia universal, lo que llamamos el Romano Pontífice o Papa o Pastor de la Iglesia universal.
Celebramos, pues, esta cátedra de Pedro que se estableció en Roma. Y ese es el por qué de esta fiesta y de ahí arranca su sentido para toda la Iglesia universal por su misión. Por eso hemos pedido en la oración litúrgica que ‘no permitas vernos perturbados por ningun peligro tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica’. Pediremos también que ‘la Iglesia, bajo el pastoreo y la doctrina de san Pedro, podamos guardar la integridad de la fe y llegar de este modo a la vida eterna’.
¡Cómo tenemos, pues, que acoger y escuchar el magisterio de la Iglesia manifestado de manera especial en el magisterio del Papa! Es su misión ayudarnos a mantener esa integridad de la fe. Por eso ha de estar vigilante para que nada nos perturbe ni nos aparte de la verdadera fe. Es su misión de pastor y de maestro. Por eso escuchamos sus mensajes, sus enseñanzas, su magisterio en sus exhortaciones apostólicas o encíclicas. Es garante de nuestra fe con su magisterio ejercido de manera extraordinaria cuando nos habla ‘ex cáthedra’ (desde la cátedra) para definirnos nuestra fe con la asistencia del Espíritu Santo.
Como diremos en el prefacio ‘no abandonas nunca a tu rebaño, sino que por medio de tus santos apóstoles, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el evangelio’.
Sintamos siempre esa segura protección del Espíritu del Señor para nuestra fe alimentada en el magisterio de la Iglesia. Es la maestra que nos guía y que nos enseña. Y en el Papa, sucesor de Pedro, tenemos el Maestro y el Pastor a quien tenemos que escuchar.
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