Hebreos, 1, 1-6
Sal. 96
Mc. 1, 14-20
Terminadas las fiestas de la Navidad y de la Epifanía con la celebración del Bautismo del Señor, hoy comenzamos el llamado tiempo Ordinario hasta que iniciemos la Cuaresma el miércoles de Ceniza. En este tiempo en las Eucaristías de la semana, como sabemos hacemos una lectura continuada de los diferentes libros de la Biblia, comenzando ahora por el evangelio de Marcos y en la primera lectura en este año impar por la Carta a los Hebreos.
De diversas maneras a través de la historia Dios se ha ido manifestando y revelando al hombre. De ello nos habla este inicio de la Carta a los Hebreos. ‘En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo…’ Es un resumen de la historia de la salvación que culmina en Jesús. ‘En esta etapa final…’, en esta plenitud de la historia, llega Jesús, la Palabra eterna de Dios, que estaba junto a Dios desde toda la eternidad y que era Dios, por quien todo fue hecho…’ y plantó su tienda entre nosotros’. Lo hemos venido celebrando estos días en el nacimiento de Jesús, verdadero Dios hecho hombre y en su Epifanía.
Dios se nos manifiesta y revela en Jesús. Jesús que se manifiesta como salvador para los judíos y para todos los pueblos. Jesús que es el verdadero Hijo de Dios, como ayer en su Bautismo escuchamos desde la voz del Padre. Ahora al iniciar la lectura del evangelio de Marcos iremos viendo progresivamente cómo se irá manifestando al pueblo de Israel.
Es la plenitud del tiempo en nos llega la Buena Noticia de Jesús. Precisamente las primeras palabras del evangelio de Marcos es proclamarnos ‘esta es la Buena Noticia – el evangelio – de Jesús, el Hijo de Dios’.
Nos llega como un grito, como un toque de atención, como una llamada fuerte. Son las primeras palabras de Jesús cuando inicia su vida pública. Se nos grita una buena noticia y hemos de volvernos hacia ella. Si alguien llegara ahora donde estamos entretenidos en nuestras cosas o nuestros trabajos y nos diera un grito de llamada y de atención, seguro que nos volveríamos hacia él para ver para qué nos quiere o qué quiere decirnos.
Pues eso es lo que Jesús nos pide cuando nos viene a anunciar la Buena Noticia de la salvación, del amor de Dios, de la gracia y del perdón. Que nos volvamos hacia El. ‘Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca del Reino de Dios: convertíos y creed en la Buena Noticia’. Convertirnos, volvernos hacia El, hacia esa Buena Noticia que hemos de creer y aceptar en nuestra vida. No podemos seguir entretenidos en lo mismo, tenemos que salir de nuestras rutinas o de nuestras cosas de siempre para volvernos a Dios. ‘Convertíos’. Eso significa la palabra conversión.
A continuación el evangelista nos habla de los primeros discípulos. Normalmente aprovechamos este texto de la llamada a Simón, Andrés, Santiago y Juan para hablar de la vocación. Es cierto que es una llamada, pero la vocación concreta al apostolado vendrá mas tarde cuando los llame a cada uno por su nombre para hacerlos apóstoles. Ahora es una llamada a seguirle, a ser sus discípulos, a estar con El para aprender de ese Reino nuevo que Jesús viene a traernos, a instituir.
Estaban en su pesca, en sus redes, en sus trabajos de cada día y pasa Jesús anunciando esa Buena Noticia, dándoles ese grito de atención. ‘Pasando junto al lago vió a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres…’ Lo mismo hará a continuación con Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, ‘que estaban en la barca repasando las redes…’ Y se fueron con Jesús, lo dejaron todo, las redes, la barca, la familia. Fue un cambio total, un volverse hacia Jesús para vivir una vida nueva, una auténtica conversión. Escucharon el grito que les llamaba, la Buena Noticia que se les anunciaba y se volvieron a ese grito, a escuchar es Buena Noticia.
Es la invitación que se nos hace a nosotros, el grito de la Buena Noticia que se nos anuncia. ¿Qué haremos? ¿Nos volveremos para escucharlo? ¿Qué nos quieres decir Jesús? ¿A qué nos llamas?
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