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viernes, 22 de septiembre de 2023

El camino del Reino de Dios no lo podemos hacer en solitario, ser iglesia es algo más que un concepto bonito, ser Iglesia es caminar juntos porque vivimos una misma comunión de amor

 


El camino del Reino de Dios no lo podemos hacer en solitario, ser iglesia es algo más que un concepto bonito, ser Iglesia es caminar juntos porque vivimos una misma comunión de amor

1 Timoteo 6,3-12; Sal 48; Lucas 8,1-3

Caminantes, ¿solos o acompañados? Decimos que mejor hacer el camino acompañados, sin embargo en muchas ocasiones nos aparece la tendencia o la tentación de querer hacer el camino solos; nos queremos valer por nosotros mismos, y eso está bien, porque tenemos que desarrollar nuestros valores y cualidades, pero también tenemos que reconocer que haciendo las cosas en unión con los demás las fuerzas se multiplican.

Ya sé que algunos dicen que mejor solos que mal acompañados, pero esto está mostrando una desconfianza en nosotros mismos y una desconfianza en los demás, porque parece que damos por sentado que van a ser malos acompañantes. Tenemos que aprender, lo que no siempre es fácil, porque eso significa también reconocer el valor de los demás, lo que nos estará haciendo bajar de nuestros pedestales soberbios y que nos vuelven egoístas. Tenemos que aprender porque significa también que aquello que yo sé o que yo tengo lo pongo en comunión con los demás, y mis valores no van a ser solo para una ganancia egoísta en que solo piense en mi mismo. Con lo que yo soy y con lo que yo tengo también voy a contribuir a la riqueza - y no se trata solo de lo material - de los demás.

Me estoy haciendo estas consideraciones iniciales a la reflexión de este día fijándome en el sentido que nos ofrece hoy el evangelio. Nos dice que Jesús iba caminando de ciudad en ciudad para anunciar el evangelio del Reino, pero no iba solo; no es solo cuestión de la gente que le sale al paso y quiere acompañarlo para escuchar sus enseñanzas o para beneficiarse de sus signos, sino que nos está diciendo el evangelio que iba acompañado por el grupo de los doce, aquellos a los que había escogido de manera especial, pero también por otras personas, y nos menciona algunas mujeres que les ayudan con sus limosnas para subsistir, pero también en la tarea del anuncio del Reino.

Nos enseña Jesús a que no vayamos solos, nos enseña Jesús a saber colaborar los unos con los otros en tantas cosas buenas que podemos y tenemos que hacer. Es bueno recordar también que cuando los envía a hacer un primer anuncio del Reino de Dios allí por donde Él iría después, los envía de dos en dos, nunca solos.

El camino del Reino de Dios no lo hacemos nunca en solitario; es cierto que cada uno tiene que dar sus pasos, cada uno ha de realizar su proceso interior de escucha de la Palabra y de dar respuesta a esa Palabra que recibe, pero no caminaremos nunca solos, contamos siempre con los demás que están haciendo el mismo camino, y que tenemos que hacer el mismo anuncio y dar el mismo testimonio.

Tendría que ser la realidad que hemos de vivir en Iglesia, la realidad de nuestras comunidades cristianas. Una tarea que tenemos que realizar, una tarea en la que aún nos quedan muchos pasos que dar, porque demasiado hemos vivido, aunque decimos que somos Iglesia, un cristianismo demasiado individualizado, un cristianismo que lo hemos realizado muchas veces cada uno por su lado; aun no tenemos conciencia verdadera de que somos comunidad que tenemos que vivir como comunidad.

Tenemos que seguir luchando por construir Iglesia, por construir verdaderas comunidades cristianas, para que incluso nuestro testimonio pueda ser más auténtico, para sentirnos apoyados mutuamente en nuestro camino, para no vernos solos y abandonados cuando caemos porque parece que cada uno sigue su camino sin importar quien haya caído en el camino o se quede atrás. Tenemos que aprender a sentir verdadera preocupación los unos por los otros por esa comunión de amor que hemos de vivir. Todavía muchos cristianos siguen sintiendo la soledad de los que caminan solos y no encuentran esa mano amiga que les acompañe.

Es triste que nos digamos Iglesia pero no hayamos creado esa comunión de amor.


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