Vistas de página en total

jueves, 21 de septiembre de 2023

La vocación de Mateo viene a ser una invitacion para que seamos capaces de crear esa mesa de fraternidad donde quepamos todos sin ningun tipo de discriminación

 


La vocación de Mateo viene a ser una invitación para que seamos capaces de crear esa mesa de fraternidad donde quepamos todos sin ningún tipo de discriminación

Efesios 4, 1-7. 11-13; Sal 18; Mateo 9, 9-13

Muchas veces escuchado el relato que nos ofrece hoy el evangelio nos habremos hecho eco en nuestros comentarios de la prontitud de Leví para responder la llamada de Jesús, de la generosidad y alegría de su corazón al ofrecer aquel banquete a Jesús y los discípulos pero al que estaban invitados los que hasta entonces había sido su compañeros de profesión; en consecuencia nos habremos detenido en nuestras consideraciones en los comentarios de los fariseos porque Jesús estaba sentado a la mesa con publicanos y pecadores y la respuesta de Jesús. 

Leví o Mateo como queramos decir según el relato evangélico que escuchemos por su profesión no era bien considerado por ciertos sectores de los judíos; se le consideraba un colaboracionista con los romanos que ahora ostentaban el poder sobre el pueblo judío contribuyendo con su oficio de recaudador de impuestos; pero en una generalización a todos los recaudadores de impuestos se les consideraba igual en el sentido de que eran unos usureros que cargaban no solo en los impuestos sino también en los prestamos a los que tuvieran necesidad de sus servicios. Eran considerados como unos pecadores, los publicanos se les llamaba.

Y es con este hombre con quiere contar Jesús, igual que un día había querido ir a hospedarse a la casa también de un publicano, Zaqueo. Pero es que Jesús lo va a contar entre sus amigos - a vosotros os llamo amigos, les diría un día Jesús - y posteriormente sería elegido para formar parte del grupo de los doce, los apóstoles sus enviados. 

¿Sabía Jesús quién era Mateo y como era considerado por los demás? ¿Qué es lo que mira Jesús? ¿Qué es lo que miramos nosotros cuando prestamos atención a una persona? ¿Simplemente lo que diga la gente, o la fama que pueda traer de su vida anterior? Reconozcamos que nos cuesta liberarnos de esos tabúes, que nos cuesta ser libres en la apreciación que tengamos a las personas pensando por nosotros mismos. ¿Qué sabemos nosotros de lo que hay en el corazón de cada persona? Un primer mensaje que nos está dejando Jesús en este episodio del evangelio.

Jesús le dice a Mateo, 'ven y sígueme', es inmediatamente levantándose de su garita de cobrador de impuestos se dispuso a seguir a Jesus.  Pero esa llamada no la está haciendo Jesús solo a Mateo. Cuando se sienta a la mesa del publicano ¿no nos estará diciendo a nosotros también 'ven y sígueme'? Mateo de forma inmediata se dispuso a seguir a Jesús, ¿estaremos de la misma manera dispuestos a seguir a Jesús y sentarnos a la mesa también con ese que tantas veces discriminamos. 

Sí, sentarnos a la mesa con ese del que pasamos de largo cuando lo encontramos en el camino y nisiquiera lo saludamos; con ese que nos ha tendido la mano tantas veces y nunca tenemos 'suelto en el bolsillo' para compartir y seguimos a lo nuestro sin ni siquiera mirarle a la cara; con ese con quien no nos hablamos por un no sé qué pasó ni sé cuando, pero que desde entonces he mirado mal y lo ignoro aunque sea un vecino que tenemos a la puerta; con tantos y tantos a los que miramos llenándonos de prejuicios y condenas, porque no son como nosotros, porque piensan distinto a lo que  nosotros pensamos, porque son de otros sentimientos religiosos, porque son de otro partido político, porque vinieron no se de donde y ahora decimos que se están aprovechando de nuestra hospitalidad... son tantos a los que queremos excluir de esa mesa de fraternidad en que tendríamos que convertir nuestro mundo.

Nos cuesta esa prontitud que hoy vemos en Mateo para seguir a Jesús y crear esa mesa de fraternidad en la que hemos de caber. Todavía hay entre nosotros, y puede ser que seamos nosotros mismos de alguna manera, como aquellos fariseos que con comentarios maliciosos juzgaban la actitud de Jesús de sentar a su mesa también a publicanos y pecadores. 

Nos queda mucho que transformar en nuestro corazón, mucho que transformar también en nuestras comunidades y en nuestra Iglesia incluso porque no siempre reflejamos esas actitudes nuevas que nos está enseñando Jesús. Transformemos nuestros corazones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario