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lunes, 29 de mayo de 2023

María será siempre nuestra madre y como está también cerca del corazón de Dios porque es su madre, algo sabrá hacer por la Iglesia en el camino de sus luchas y problemas

 


María será siempre nuestra madre y como está también cerca del corazón de Dios porque es su madre, algo sabrá hacer por la Iglesia en el camino de sus luchas y problemas

 Génesis 3, 9-15. 20; Sal 86; Juan 19, 25-34

Litúrgicamente ayer con Pentecostés concluimos las celebraciones del tiempo pascual, lo que no significa perder el sentido de pascua de nuestra vida; tiene que ser la vivencia nuestra de cada día porque de ese misterio de la Pascua estamos impregnados desde nuestro bautismo y además cada que celebramos un sacramento estamos celebrando el misterio pascual de Cristo.

Hoy tendríamos que retomar el tiempo Ordinario con sus lecturas continuadas en medio de la semana en aquel punto en que lo interrumpimos para comenzar la cuaresma como camino de preparación a la pascua, sin embargo la liturgia nos ofrece una fiesta especial de la Virgen que ha sido introducida en el calendario romano. A María hemos venido cantándole el ‘regina coeli’ durante todo este tiempo pascual, queriendo vivir con ella esa alegría de la Pascua y aprender de ella a vivir ese sentido pascual de Cristo.

Hoy la queremos invocar como Madre de la Iglesia, una invocación presente de alguna manera siempre en toda la historia de la Iglesia porque así ha sentido siempre a la Madre de Dios, nuestra madre y madre de la Iglesia, pero que de alguna manera se ha ido introduciendo a partir del concilio Vaticano II, que dedicó una de sus constituciones a la Iglesia y en ella un capitulo especial a María en su función y, podríamos decir, ministerio dentro de la Iglesia.

Ha sido hace pocos años, quizá como algo nacido y pedido desde el sentido de la fe de los cristianos, de la Iglesia, cuando ha sido instituida para toda la Iglesia esta celebración especial de María con esta invocación en el calendario de la liturgia romana que es pauta para toda la Iglesia. Nos hace situar bien el lugar de María, que por supuesto no podemos endiosar, siempre tenemos que verla al lado de su hijo en su función de Madre, y así la contemplaremos en el seno de la Iglesia y a nuestro lado como la Madre que Jesús nos quiso confiar desde la cruz en la hora suprema de la redención.

Nos la confía, como madre, tenemos que reconocer, porque eso es lo que hizo Jesús con Juan. Le señala a María como madre, le señala a Juan como hijo. ¿Qué es lo que hizo Juan? ‘la recibió en su casa’. Es el hijo que va a cuidar a la madre, pero será también la madre que con amor maternal, como solo saben hacerlo las madres, nos cuida a nosotros como hijos. ¿Qué harán entonces los hijos? Llevarla siempre en el corazón, que es lo mismo que darle todo nuestro amor de hijos, que es estar a su lado, pero hacer también que ella está siempre a nuestro lado, que es escucharla porque siempre una madre tendrá una palabra especial para sus hijos, para cada uno de sus hijos, que será contar con ella porque la presencia de una madre será siempre un estímulo fuerte, una fuerza de vida en el camino de nuestras luchas, nuestros sufrimientos, y en especial también en nuestras alegrías.

No va nunca a sustituir a Jesús, a sustituir a Dios, como algunos que no entienden del amor de María pretenden achacarnos. Ella será siempre nuestra madre, pero como está también cerca del corazón de Dios porque es su madre, algo sabrá hacer en su intercesión para socorrernos a nosotros en nuestras necesidades y en nuestras luchas.

Sí, María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, intercede por nosotros.

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