Podemos
contemplar señales a nuestro lado de que el Reino de Dios se hace realidad y
ahí encontramos los mayores motivos para creer en Jesús
Isaías 49,8-15; Salmo 144; Juan 5, 17-30
¿Creemos o no
creemos? ¿Dónde están o hasta donde llegan los grados de confianza para llegar
a creer en algo o en alguien? ¿No
creemos porque no ponemos confianza en quien nos está trasmitiendo algo? Lo de
creer o no creer es algo que está muy relacionado con lo que hacemos o lo que
vivimos en la vida, en nuestra relación con los demás, más allá incluso del
ámbito religioso al que muchas veces reducimos el ámbito de la fe. De alguna
manera está todo interrelacionado. Muy relacionado con las actitudes o posturas
que llevamos en nuestro propio interior también en lo que son nuestras
relaciones con los demás. ¿Creemos a cualquiera que venga a decirnos,
contarnos, transmitirnos algo que quizá no sabíamos o que puede resultar una
novedad para nosotros?
De alguna
manera podemos decir que así andaban los judíos del tiempo de Jesús ante lo que
Jesús les proponía o les quería trasmitir. ¿Qué razones podían tener para
aceptar las palabras de Jesús, lo que Jesús les decía, les anunciaba o quería
transmitirles? No nos extrañe, pues, que en muchas ocasiones le pidan señales
que vengan a confirmar la veracidad de su palabra, por qué tenían que creer en
El. Un poco pudiera parecer que todo se reducía a pedir unos milagros, pero
creo que era algo más lo que estaban pidiendo para creer en Jesús.
Anunciar y
prometer es muy fácil, pero que esos anuncios se hagan realidad ya es otra
cosa. Creo que estamos cansados de cosas así en los políticos de todos los
tiempos y es lo que nos sigue sucediendo hoy. Palabras y palabras de las que al
final terminamos cansados y hastiados, porque no vemos los cumplimientos. No
queremos estar mirando ahora a Jesús como un político de los de turno que hoy
nos encontramos, pero el ejemplo de lo que nos sucede hoy, es la postura o la
actitud que podamos tener incluso en este ámbito de la fe, ya en referencia a
Jesús.
Hasta ahora
Jesús ha venido anunciando el Reino de Dios que llega y nos ha ido dando en sus
palabras, en sus gestos, en su mismo forma de vivir, en sus parábolas y hasta
con los signos de los milagros de cómo ese Reino de Dios se va haciendo
presente. Van a llegar momentos duros y difíciles, porque serán muchos, sobre
todo desde el ámbito de los dirigentes, los que se oponen a Jesús y hasta
querrán quitarlo de en medio. Ahora las palabras de Jesús de alguna manera se
hacen más solemnes y aparecerán diatribas fuertes con aquellos que no quieren
aceptarle. Es lo que vamos a ir escuchando en el relato de los evangelios en
las próximas semanas hasta que lleguemos a la semana de la pasión.
Y Jesús a
aquellos que más cerca están de El les invita poner toda su confianza en El,
aunque ahora los momentos sean duros y difíciles. La confianza como camino de
la fe, como camino para creer en El y en El tener vida eterna. Es de lo que hoy
nos está hablando. Si en verdad hemos ido siguiendo los pasos del evangelio que
nos ha ido transmitiendo esa buena nueva de Jesús podremos haber ido
encontrando esos motivos para creer en El, esas señales que El nos ha ido
dejando para que en El pongamos nuestra fe.
Y es que si
sabemos mirar con toda atención lo que Jesús ha ido haciendo y nos ha ido
diciendo podremos haber estado viendo que no son solo palabras, esas palabras
como decíamos antes que nos aburren y nos cansan, hemos estado viendo las
señales de que ese reino de Dios es posible. Es posible cuando abrimos el
corazón, es posible cuando nos dejamos conducir por el amor, es posible cuando
de verdad buscamos y luchamos por la paz, es posible cuando contemplamos la
generosidad de los que se dan, de los que ayudan, de los que ponen su brazo
para que otros se apoyen, de los que son capaces de cargar con el enfermo para
llevarlo ante Jesús.
Eso lo vemos
en el evangelio. Pero eso lo podemos ir viendo también en la vida de tantos que
nos rodean y que por ese amor y esa fidelidad a Jesús, por esa fe que tienen en
Jesús, son capaces también de gastar sus vidas por los demás, y se sacrifican,
y comparten, y se despojan de todo para vestir al necesitado. Cuántas señales
del Reino de Dios podemos contemplar a nuestro lado. Necesitamos abrir los
ojos. Necesitamos ser sensibles a lo que otros realizan y valorarlo, y
estaremos viendo las señales del Reino de Dios que ya no son solo palabras,
sino que lo estaremos palpando en la vida de tantos.
¿Tenemos
razones para creer en Jesús? Creo que sí y muchas. Abramos los ojos de manera
nueva, pongamos sensibilidad en nuestro espíritu y contemplaremos esas
maravillas de Dios.
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