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viernes, 27 de enero de 2023

Jesús nos está diciendo que no busquemos cosas aparatosas ni grandiosas, que desde lo pequeño irá creciendo y fructificando el Reino de Dios

 


Jesús nos está diciendo que no busquemos cosas aparatosas ni grandiosas, que desde lo pequeño irá creciendo y fructificando el Reino de Dios

Hebreos 10,32-39; Sal 36; Marcos 4,26-34

Muchas veces cuando nos dejamos llevar solo por las apariencias nos equivocamos; buscamos quizás cosas grandes o aparatosas, los que nos parece raquítico y pequeño lo desechamos, una persona que en nuestra manera de ver no tiene buena apariencia la rechazamos sin más, de aquel que nos parece ‘un pobre hombre’, como suele decirse, no esperamos nada; aquel que nos parece más locuaz, más hablador, que se nos presenta como que todo lo sabe es al que primera le prestamos atención. Cómo nos engañamos.

Hoy Jesús nos está diciendo que tenemos que aprender a valorar lo pequeño, lo que no hace ruido, porque es quizás lo que verdaderamente fructificará. Como siempre Jesús nos habla en parábolas, ejemplos muy sencillos, tomados de la vida de cada día, de lo que tenemos entre manos o contemplamos muchas veces sin darnos cuenta. Hoy nos habla Jesús de semillas. ¿Qué es un grano de trigo? Tenemos que reconocer que algo bien insignificante; si no nos fijamos mucho se nos escurre entre los dedos y como caiga en un suelo revuelto con muchas cosas luego ni lo encontramos.

Pues es el grano que se siembra bajo la tierra y sin que nosotros veamos nada va a fructificar y hará brotar una planta que nos dará una hermosa espiga con muchos granos. No lo sentimos, no lo vemos, pero pronto aparecerá ese pequeño brote en el suelo que irá creciendo. O como nos habla también de la mostaza, otra insignificante semilla, que nos va a dar una planta hermosa en cuyo entorno revolotearán hasta los pajarillos.

Y Jesús nos está diciendo que así es el Reino de Dios. Que no busquemos cosas aparatosas ni grandiosas, que desde lo pequeño irá fructificando e irá creciendo. Que pongamos mano por obra en eso tan pequeño e insignificante que podemos hacer en los mil detalles de cada día y que entonces estaremos construyendo algo grande y que merece la pena.

Parece, en ocasiones, que ni creemos en ese reino de Dios, que tenemos el pensamiento en otras cosas, que nos olvidamos de esos mil pequeños detalles de cada día, que cada día cuando tenemos un corazón lleno de amor podemos hacer por el que está a nuestro lado, por hacer que en verdad crezca el Reino de Dios; que aprendamos a valorar lo pequeño y valorar a los pequeños, o a los que nosotros nos parecen pequeños y que nada pueden aportar; que nos olvidemos de buscar esas grandiosidades, que tengamos en cuenta a ese que está a nuestro lado y que parece que nada nos dice o que nada puede hacer, que comencemos a trabajar en silencio, sin hacer mucho ruido porque en el silencio de la tierra la semilla germina y se hace nueva planta que nos terminará dando hermosos frutos.

Deja tu agradable sonrisa a tu paso por la calle, mira con ojos expresivos y con mirada que salga del corazón a esa persona que te da los buenos días cuando pasa junto a ti, pon calor en tu mano y en tu brazo cuando le das el paso a aquel con quien te cruzas quizás en un lugar difícil del camino, alerta tus oídos para escuchar también con tu mirada a aquel que tiende tu mano hacia ti en su necesidad, detente y presta atención a quien parece que tiene algo que contarte y no lo des por sabido de antemano… son tantos los pequeños gestos que podemos tener con aquellos que nos vamos encontrando por el camino de la vida, pequeños gestos que construyen vida, pequeños gestos con los que estamos haciendo presente el reino de Dios. No son apariencias, son la riqueza del amor.

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