Aprendamos
a estar en camino que es búsqueda y que es encuentro, que es comunicación pero
también de silencio interior, de escucha y de apertura a la trascendencia
Sabiduría 6, 1-11; Sal 81; Lucas 17,11-19
Estar en
camino significa una actitud de dinamismo en la vida. El que está en camino no
se encierra en sí mismo; está en camino y va a la búsqueda, está en camino y
descubre cosas nuevas, está en camino y se encuentra con el otro, el que está
en camino se encuentra con la vida porque al mismo tiempo se va encontrando con
la verdad de sí mismo. Qué riqueza más inmensa es estar en camino en la vida. Es
una actitud muy positiva.
Cómo cuentan
sus experiencias, por ejemplo, los que han hecho el camino de Santiago. Ha sido
un camino recorrido durante siglos por hombres y mujeres de todos los tiempos y
lugares. Pudiera ser que alguno al iniciar el camino lo haya hecho por esa
novelería de echarse al camino a andar, y como todo el mundo habla de él, se ha
puesto a hacer el camino sin ninguna meta de profundidad; quizá en principio
sin mayores motivaciones, pero cómo todos cuentan al final esa experiencia de
encuentro, con los otros caminantes y con los lugares por donde van cruzando y
sus gentes, pero como también cuentan de cómo se han ido encontrando consigo
mismo. Al final para muchos ha sido una experiencia de trascendencia y una
profunda experiencia religiosa.
Así es la
vida. Así han de ser las actitudes con que nos enfrentemos a la vida para
vivirla con toda intensidad. Quien no es capaz de soñar con ponerse en camino
sus horizontes se achican cada día más; serán los mismos lugares, serán
las mismas personas, serán las mismas
cosas que se repiten una y otra vez. Quien sueña con algo nuevo y distinto,
aunque en principio sea solo en sus sueños ya de alguna manera se está poniendo
en camino, y terminará por salirse de sí mismo y aunque quizá físicamente no
pueda ir muy lejos, llegará lejos en su encuentro con la vida y con los demás
porque comenzará a pregustarla con nuevos y distintos sabores. Y lo necesitamos
para darle riqueza a la vida.
Hoy el
evangelio nos dice que Jesús iba de camino. Ahora estaba realizando su subida a
Jerusalén e iba atravesando Samaría; pero muchas veces lo vemos en el
evangelio. Vayamos a otro sitio, tengo que ir a otros lugares, rema mar adentro,
caminará ya por los límites de Palestina por el norte en la tierra de los
cananeos, atravesará el lago y llegará hasta Gerasa que está al otro lado en
todos los sentidos, un día había dejado Nazaret y se había ido a los desiertos
de Judea y junto al Jordán. Jesús en camino que se va encontrando con la gente;
Jesús en camino a cuyo encuentro vienen también desde todos los lugares para
escucharle o para traerle sus dolencias y sufrimientos. No se aposenta Jesús en
un lugar sin salir de él, aunque Cafarnaún parezca el centro de todas sus
salidas. ¿Significará todo esto algo para nosotros?
Hoy en su
camino hacia Jerusalén y atravesando Samaría va a haber un encuentro de salvación
para algunos. Unos leprosos desde lejos del camino – no podían acercarse porque
su lepra los confinaba – le gritan pidiéndole compasión y misericordia. ¿Qué
hace Jesús? Los pone en camino. ‘Id a presentaros a los sacerdotes’.
Todos entendían lo que querían significar aquellas palabras y fue como si se
desbordaran de aquellos límites que les habían impuesto y todos corren para
cumplir lo prescrito por la ley antes de encontrarse de nuevo con sus
familiares; bueno, todos no, porque uno se regresa y viene a los pies de Jesús
para dar gracias.
Aquel camino
en que los había puesto Jesús significaba una vida nueva para todos ellos. Pero
en aquel camino se obraron también milagros en su interior. Uno se encontró de
verdad consigo mismo y con la realidad penosa de su vida de la que había sido
liberado, pero esto le había transcendido para ir a un encuentro con el Señor. Allí
estaba postrado ante Jesús dando gracias. Un horizonte nuevo se abría en su
vida, porque su corazón se había llenado de fe y ahora todo lo veía distinto. ‘Tu
fe te ha salvado’, le dice Jesús. No era solo la curación de la lepra lo
que había acaecido en aquel hombre, sino que se había encontrado consigo mismo
y con Dios. La fe comenzó a brillar en su corazón y se lleno de nueva vida.
¿Será algo
así lo que nosotros necesitemos? En el camino de la vida tenemos que aprender.
Ese camino que es búsqueda y que es encuentro, ese camino que es comunicación
pero que será también de silencio interior, ese camino en el que vamos a
trasmitir algo pero ese camino que también será de escucha allá en lo más íntimo
de nosotros mismos. Y cuando en ese camino nos encontramos con Jesús nos
llenaremos de verdad de nueva vida.
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