La
vida de cada día, la historia pasada o la historia que estamos haciendo en los
acontecimientos que vivimos son una lección y pueden ser una llamada del Señor
Romanos 1,1-7; Sal 97; Lucas 11,29-32
Los golpes de la vida nos enseñan,
decimos algunas veces en el sentido de que lo que nos va sucediendo en la vida
tendría que ser para nosotros una lección de la que aprendiéramos. Ojalá
tuviéramos la sabiduría de saber leer los acontecimientos de cuanto nos sucede
para de ahí tomar lecciones para nuestra vida.
Pero tendríamos que decir que no solo
es lo que a nosotros nos suceda sino que hemos de tener esa mirada sabia a la
historia. No son solo acontecimientos que guardamos en la memoria sino que podrían
ser lecciones para nuestra vida. en fin de cuentas esos acontecimientos de la
historia fueron consecuencia de decisiones que tomaron unos hombres o unos
pueblos, que con aciertos o con errores desencadenaron esos sucesos; no es que
nosotros vayamos a juzgar con criterios de hoy lo sucedido en otros tiempos,
porque no estábamos allí o los criterios que tenían no son los mismos que los
nuestros y porque en fin de cuenta son también consecuencias de una cultura,
pero sí podemos aprender de ellos para que muchas cosas no se repitan en lo
malo o aprendamos para lo bueno.
En lo que leemos hoy en el evangelio
Jesús les recuerda algunos momentos de la historia de su mismo pueblo. Jesús de
alguna manera se queja de la dureza de corazón de aquellos que lo oían pero
realmente no lo escuchaban, contemplaban sus signos en los milagros que
realizaba pero se hacían sus interpretaciones, y no sabían descubrir la
sabiduría que Jesús les estaba transmitiendo cuando les anunciaba el Reino de
Dios y cómo habían de vivirlo.
Jesús les recuerda a Jonás y la ciudad
de Nínive, como también a la Reina del Sur que vino a escuchar a Salomón. La
predicación de Jonás, aunque en principio se había resistido a aceptar la misión
que Dios le confiaba produjo su fruto, porque los ninivitas lo escucharon y se
convirtieron al Señor. De la reina de Saba les recuerda que había venido desde
lejanas tierras porque quería empaparse de la sabiduría de Salomón, cuya fama
se había extendido por todas partes. Y allí ahora había alguien mayor que
Salomón, con sabiduría divina porque era la misma Palabra de Dios encarnada y
sin embargo no querían escucharle. Por eso les dice Jesús que los ninivitas con
Jonás y su predicación y la reina del Sur se convertirán para ellos en un signo
en su contra.
Esto nos tiene que hacer pensar en
nosotros, en nuestra vida, en la respuesta que damos a la Palabra de Dios; esto
tendría que hacernos pensar también en las señales que Dios va poniendo en el
camino de nuestra vida que pueden ser para nosotros en llamadas de Dios a
nuestro corazón. Algunas veces pensamos que aquellos acontecimientos más duros
y negativos que nos puedan suceder o que puedan suceder en nuestro entorno
pueden ser esos avisos que Dios nos da; ojalá supiéramos leerlos. Pero es que
también en las cosas positivas que nos suceden, en lo bueno que podamos ver en
los demás también tenemos que encontrar ese estímulo para nuestra vida, esa
llamada que nos despierte para que nosotros actuemos también así.
Quiero pensar también en los momentos
duros que estamos viviendo en nuestra tierra con el volcán que está arrasando
la isla de La Palma, pero quiero resaltar la hermosa ola de solidaridad que se
ha despertado en la gente de todos los lugares; no solo es la acogida que
mutuamente se están realizando aquellos pueblos a favor de los que se han
quedado sin nada o los que por precaución han tenido que abandonar sus casas,
sino la respuesta de tanta gente de todos los lugares que están ofreciendo su
ayuda con generosidad y desprendimiento.
Son lecciones que a todos nos tienen
que despertar. Es ese leer la historia y también lo que en este mismo momento
nos está sucediendo con una visión positiva y de esperanza, para no decaer en
la lucha, para mantenerse firmes a pesar de lo doloroso de la tragedia. Quizás
nosotros vivamos alejados de esas situaciones, aunque en nuestra solidaridad no
los podemos olvidar, pero también esa lucha, ese esfuerzo, esa solidaridad que
vemos en los demás tenemos que sentirlo como una llamada fuerte en nuestro
corazón. Son las lecciones de la vida, de la historia, no solo de lo pasado,
sino de la historia que ahora mismo estamos viviendo.
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