La cercanía
crea sintonía en el corazón, quienes seguimos a Jesús estamos llamados a estar
con El creando esa sintonía e introduciéndonos en su corazón
Efesios 2, 19-22; Sal 18; Lucas 6, 12-19
‘Jesús salió al monte a orar y pasó
la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió
de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles…’ y nos da el evangelista la relación de los doce
escogidos para estar con Jesús. Comienza así el evangelio propio de este día de
la celebración de dos de esos apóstoles, san Simón y san Judas Tadeo.
Poco más nos dirán los evangelios en
concreto de estos dos apóstoles escogidos, salvo que en algún evangelio se hace
relación a Simón como el Zelotes, bien porque hubiera formado parte de aquellos
grupos revolucionarios contra la dominación romana, o bien porque haga
referencia a su celo por el cumplimiento de la ley mosaica. Poco importan estos
detalles, pero manifiestan por otra parte como Jesús llama sin distinción ni
discriminación, como le veremos llamar también a un recaudador de impuestos
para formar parte del grupo de sus seguidores más cercanos, Leví y Mateo según
el nombre que le queramos dar.
Serían aquellos que estarían más
cercanos a Jesús, podríamos decir, día y noche y a los que iba preparando de
manera especial para la misión que un día les confiaría. Recordamos como los
lleva a lugares apartados para estar a solas con ellos o como de manera
especial los iba instruyendo por el camino; en casa a ellos les explicarías con
detalles las parábolas con las que enseñaba al pueblo el mensaje del Reino de
Dios.
Los llamó para que estuvieran con El y
para un día enviarlos con la misión de anunciar el evangelio a toda criatura.
Pero es importante el estar con Jesús. Recordemos cómo a la hora de escoger un
sustituto de Judas uno de los criterios que se mantienen es que fuera alguien
que hubiera estado desde el principio con Jesús. La cercanía crea sintonía en
el corazón. Es importante. No podrían ser los testigos de Jesús si antes no
habían sintonizado con Jesús. No era simplemente el conocer los hechos, era más
importante conocer la vida, haberse metido en el corazón. Y Jesús los llevaba
en el corazón. ‘A vosotros no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos’,
les diría en la última cena, ‘porque a vosotros os lo he revelado todo’.
Qué importante esto en el camino de
nuestra fe y de nuestra vida cristiana. El estar con Jesús es la experiencia de
vivir a Jesús y eso lo iremos logrando desde que vayamos dejando que Jesús se
meta en nuestro corazón. Como el amigo que se nos mete en el corazón, el amigo
en quien confiamos pero que también nos muestra toda su confianza. Se crea una
intimidad del corazón, porque vamos abriendo nuestro corazón a Jesús, pero el
también va dejando que nos pongamos en su corazón, que nos introduzcamos en su
corazón. Esa intimidad nos hace sentirnos con el corazón abierto y nos
sentiremos conocidos como también nosotros conoceremos hasta lo más profundo.
Es lo que tenemos que cultivar en
nuestra vida cristiana. Y empleo en todo su profundo sentido esta palabra de
cultivar. Para cultivar su rotura la tierra, se introducen la semilla en lo más
profundo, continuamente estaremos cuidando ese terreno y esas plantas que en él
van surgiendo librándolas de todo lo que las pueda dañar; cultivamos y
abonamos, cultivamos y mantenemos la necesaria humedad para que la semilla
pueda germinar y para que la nueva planta pueda crecer y dar fruto.
Es toda la tarea de nuestra vida
cristiana, donde nos contentamos con decir que creemos en Dios o rezamos en
alguna ocasión sino que mantenemos un trato íntimo con el Señor abriéndonos a
Dios para dejarnos inundar por su presencia, abriendo nuestro corazón a su
Palabra dejando que se haga fecunda en nuestra vida para que al final puedan
florecer los frutos de nuestra vida cristiana.
Creo que la fiesta de estos apóstoles
que hoy celebramos contemplando como fueron escogidos para estar con El nos
interpela a nosotros también para aprender a estar con Jesús, también llamados
y escogidos por Jesús para estar con El, dejando que sea el centro de nuestro
corazón.
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