Una
mirada, un prestar atención a quien pasa desapercibido, un valorar con un
detalle a quien no es tenido en cuenta, puede hacer recuperar la dignidad
perdida de la persona
Romanos 8,12-17; Sal 67; Lucas 13,10-17
¿Por qué se fijó en mí? Yo estaba
queriendo pasar desapercibido en medio de la gente; además no soy tan
importante para que se fijen en mí. Pero parecía que me buscaba porque en medio
de todo lo que sucedía se dirigió a mí como si me hubiera conocido de toda la
vida. Me sentí sorprendido, porque además parece que sabía más de mí de lo que
yo podía imaginar…
Las impresiones quizás de alguien que
se ve sorprendido cuando quiere pasar desapercibido; la sorpresa porque además
fue como un levantarlo y de alguna manera se le dio la importancia que realmente
tenía aunque pasara desapercibido para los demás. Cómo en cierto modo nos
sentimos halagados cuando somos tomados en consideración y parece que todo lo
que otros habían querido anular ignorando a la persona ahora se ve notablemente
restablecido.
Fue necesario que alguien prestara
atención y se fijara para comenzar a tener en cuenta a aquella persona. Y la
persona se siente elevada en su interior, se siente como con mayor dignidad
porque se le tiene en cuenta, porque alguien se ha fijado en ella. Vamos por la
vida y no prestamos atención a aquellas personas con las que nos cruzamos;
solamente una mirada o una sonrisa podría haber hecho que aquella persona se
sintiera valorada en su dignidad, se restableciera en ella su orgullo de
persona tenida en cuenta.
Jesús no pasaba al lado de las personas
ignorándolas; Jesús se detenía junto a aquel que nadie valoraba y le daba la
mano para levantarse. Recordemos el ciego de las calles de Jerusalén, el
paralítico de la piscina, a Zaqueo escondido entre las ramas de la higuera; si
nos vamos fijando en las páginas del evangelio encontraremos muchas más
ocasiones.
Ahora al entrar en la sinagoga se ha
fijado en aquella pobre mujer encorvada, quizás medio oculta en un rincón entre
la gente y en la que nadie se habría fijado; o estaban acostumbrados a verla
que parecía como si fuera natural lo que le sucedía a aquella mujer y ya nadie
le prestaba atención. Pero Jesús se detiene, la mira, la llama, la hace ponerse
en el centro de aquella asamblea. Lleva un montón de años en aquella situación
– diez y ocho años comentará el evangelista - y nadie se había fijado en ella,
nadie se había preocupado por ella.
Y aquella mujer se ve restablecida en
su dignidad solamente con que Jesús se haya fijado en ella y la pusiera en
medio. Para que todos se fijaran, era una mujer y una mujer enferma, nunca
hubiera estado en el centro de la asamblea haciendo que la gente se fijara en
ella. Incluso era menospreciada cuando el jefe de la sinagoga diga que no
vengan en sábado para que Jesús los cure sino en otro día para no saltarse el
descanso sabático. Era una forma quizás de querer poner a los que se
encontraban en la situación de aquella mujer en un segundo plano. Pero
solamente con eso, con que Jesús la pusiera en medio, ya se sentía curada, porque
se sentía restablecida en su dignidad; Jesús se referirá a ella como una
hija de Abraham. Pero además Jesús la curó de su enfermedad.
En otros aspectos podríamos fijarnos
también en este pasaje en referencia al tema del descanso del sábado que se tomaban
con tanto rigor y que Jesús les desmontará haciendo que nos fijemos más en la
persona que en la letra de la ley que tomada así lo que hace es esclavizar.
Pero ya es importante que aprendamos de Jesús a fijarnos en las personas, a
restablecer la dignidad de las personas con nuestro aprecio y consideración,
cómo una mirada puede levantar un ánimo caído y una sonrisa despertar una
esperanza en el corazón.
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