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miércoles, 27 de octubre de 2021

Busquemos siempre lo bueno, lo humanamente bueno, a la luz del Evangelio…, aunque cueste, y no sea valorado por los demás, no temamos nadar contra corriente

 


Busquemos siempre lo bueno, lo humanamente bueno, a la luz del Evangelio…, aunque cueste, y no sea valorado por los demás, no temamos nadar contra corriente

Romanos 8,26-30; Sal 12;  Lucas 13,22-30

¿A quién le gustan los fracasos en la vida? A todos nos gusta triunfar, que nos salgan las cosas bien, tener éxito en aquello que emprendemos, poder tener una vida apacible y tranquila disfrutando de lo que tenemos, de lo que hemos obtenido como fruto de nuestros trabajos y esfuerzos. Es algo bueno, es algo que nos da satisfacción, aunque también tenemos que sabernos enfrentar a los momentos duros y de dificultades donde las cosas no nos salen a nuestro gusto, o donde vamos a encontrar contrariedades. El saber actuar con madurez en una y en otra ocasión es una verdadera sabiduría.

Pero para algunos el alcanzar el triunfo en la vida significa llenarse de poder y cuando nos situamos en esos puestos de altura, que tendría que ser llenarse de más responsabilidad, algunas veces lo transforman en orgullo y en prepotencia. Así damos la impresión de que los que van avasallando por la vida a todo el que se encuentre en su camino son los que verdaderamente triunfan. Se trastocan de alguna manera los valores cuando el orgullo, la autosuficiencia, la soberbia y la vanidad de la vida se nos meten por medio. Las grandezas se transforman en vanidades y lo que queremos entonces es un camino ancho donde me deje arrastrar por esas pasiones que pueden enturbiar lo que hacemos y lo que vivimos. Y es algo con lo que realmente vamos enturbiando la vida.

Entonces aquellos que encuentran el sentido de su vida en la responsabilidad y en el servicio, en buscar los valores que van de verdad a engrandecer a la persona, algunas veces tendrán que ir como a contracorriente de lo que se ve tan normal y natural en el mundo. El camino da la impresión que se hace más estrecho y dificultoso, porque son muchas las corrientes que va a ir encontrando en contra en la vida porque parece que el modelo de vida tendría que ser el de la vanidad y el orgullo.

Nos puede parecer que se nos hace cuesta arriba el vivir en ese camino de sencillez, de humildad, de servicio donde el tendernos la mano los unos a los otros y el compartir lo hemos convertido en lema de nuestra vida. Son muchas las influencias en contra que recibiremos de nuestro entorno y muchas veces incluso del más cercano.

Es por lo que hoy Jesús nos habla de camino estrecho. No es que por masoquismo busquemos la dificultad o busquemos el dolor, sino porque entramos en un camino de exigencias dentro de nosotros mismos y de superación que algunas veces nos parece que se nos hace difícil mantener. Lo contemplamos en Jesús, su camino fue el del servicio y hacerse el último para entregarse y darnos todas las pruebas de lo que es un amor verdadero que es el que salva al mundo. Y ese camino para Jesús se convirtió en un camino de pasión y de cruz, no porque buscase el dolor y la muerte sino porque era capaz de hasta la mayor de las entregas.

He leído un comentario en este sentido que puede ayudarnos mucho a comprender las palabras de Jesús y no me resisto a compartir: ‘No se trata de buscar el dolor o el fracaso o la renuncia sin más a lo que nos gusta, sino saber que todo eso pertenece a nuestro vivir humano, a la realidad de lo que somos. Se trata de ser sinceros con la vida, la nuestra y la de los demás, no engañarnos. Se trata de buscar lo noble, aunque lo menos noble o innoble sería más fácil y compensatorio… de momento. Se trata de buscar lo bueno, lo humanamente bueno, a la luz del Evangelio…, aunque cueste, y no sea valorado por los demás; o sea nadar contra corriente. También para esto necesitamos el Espíritu Santo, que nos ilumine y dé energía para vivir en la verdad…’ (Fray Juan José de León Lastra O.P).

Escuchemos con corazón sincero y espíritu valiente directamente las palabras de Jesús: ‘Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán… Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos’.

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