Busquemos
siempre lo bueno, lo humanamente bueno, a la luz del Evangelio…, aunque cueste,
y no sea valorado por los demás, no temamos nadar contra corriente
Romanos 8,26-30; Sal 12; Lucas
13,22-30
¿A quién le gustan los fracasos en la
vida? A todos nos gusta triunfar, que nos salgan las cosas bien, tener éxito en
aquello que emprendemos, poder tener una vida apacible y tranquila disfrutando
de lo que tenemos, de lo que hemos obtenido como fruto de nuestros trabajos y
esfuerzos. Es algo bueno, es algo que nos da satisfacción, aunque también
tenemos que sabernos enfrentar a los momentos duros y de dificultades donde las
cosas no nos salen a nuestro gusto, o donde vamos a encontrar contrariedades.
El saber actuar con madurez en una y en otra ocasión es una verdadera
sabiduría.
Pero para algunos el alcanzar el
triunfo en la vida significa llenarse de poder y cuando nos situamos en esos
puestos de altura, que tendría que ser llenarse de más responsabilidad, algunas
veces lo transforman en orgullo y en prepotencia. Así damos la impresión de que
los que van avasallando por la vida a todo el que se encuentre en su camino son
los que verdaderamente triunfan. Se trastocan de alguna manera los valores
cuando el orgullo, la autosuficiencia, la soberbia y la vanidad de la vida se
nos meten por medio. Las grandezas se transforman en vanidades y lo que
queremos entonces es un camino ancho donde me deje arrastrar por esas pasiones
que pueden enturbiar lo que hacemos y lo que vivimos. Y es algo con lo que
realmente vamos enturbiando la vida.
Entonces aquellos que encuentran el
sentido de su vida en la responsabilidad y en el servicio, en buscar los
valores que van de verdad a engrandecer a la persona, algunas veces tendrán que
ir como a contracorriente de lo que se ve tan normal y natural en el mundo. El
camino da la impresión que se hace más estrecho y dificultoso, porque son
muchas las corrientes que va a ir encontrando en contra en la vida porque
parece que el modelo de vida tendría que ser el de la vanidad y el orgullo.
Nos puede parecer que se nos hace
cuesta arriba el vivir en ese camino de sencillez, de humildad, de servicio
donde el tendernos la mano los unos a los otros y el compartir lo hemos
convertido en lema de nuestra vida. Son muchas las influencias en contra que recibiremos
de nuestro entorno y muchas veces incluso del más cercano.
Es por lo que hoy Jesús nos habla de
camino estrecho. No es que por masoquismo busquemos la dificultad o busquemos
el dolor, sino porque entramos en un camino de exigencias dentro de nosotros
mismos y de superación que algunas veces nos parece que se nos hace difícil
mantener. Lo contemplamos en Jesús, su camino fue el del servicio y hacerse el último
para entregarse y darnos todas las pruebas de lo que es un amor verdadero que
es el que salva al mundo. Y ese camino para Jesús se convirtió en un camino de pasión
y de cruz, no porque buscase el dolor y la muerte sino porque era capaz de
hasta la mayor de las entregas.
He leído un comentario en este sentido
que puede ayudarnos mucho a comprender las palabras de Jesús y no me resisto a
compartir: ‘No se trata de buscar el dolor o el fracaso o la renuncia sin
más a lo que nos gusta, sino saber que todo eso pertenece a nuestro vivir
humano, a la realidad de lo que somos. Se trata de ser sinceros con la vida, la
nuestra y la de los demás, no engañarnos. Se trata de buscar lo noble, aunque
lo menos noble o innoble sería más fácil y compensatorio… de momento. Se trata
de buscar lo bueno, lo humanamente bueno, a la luz del Evangelio…, aunque cueste,
y no sea valorado por los demás; o sea nadar contra corriente. También para
esto necesitamos el Espíritu Santo, que nos ilumine y dé energía para vivir en
la verdad…’ (Fray Juan José de León Lastra O.P).
Escuchemos con corazón sincero y espíritu
valiente directamente las palabras de Jesús: ‘Esforzaos en entrar por la
puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán… Y
vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en
el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán
últimos’.
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