Miremos
más a los que están a nuestro lado, conozcamos más a los que con nosotros están
haciendo el mismo camino, son la
comunidad de Jesús de la que yo también soy miembro
1Timoteo 6,3-12; Sal 48; Lucas 8,1-3
Hacer camino, muchas veces hablamos de
ello. Comparamos la vida con un camino, un camino que cada uno tiene que hacer
personalmente, pero un camino que cuando vamos acompañados de buena compañía
parece que se nos hace más liviano. Algunos quizás quieren caminar solos, pero
como se suele decir, el que solo va, solo se cae y solo se queda. La compañía
de los que van caminando a nuestro lado nos anima, nos estimula; claro que no
lo hemos de tomar como una carrera a ver quien llega primero, sino que lo
importante es alcanzar la meta. Sentirnos acompañados nos estimula y nos da
fuerza, nos hace superar con mayor facilidad los obstáculos, nos ayuda a no
perder la ruta a donde queremos llegar.
Hoy el evangelio nos habla de esos
caminos que hacia Jesús acompañado de sus discípulos. ‘Jesús iba caminando
de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena
Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres…’
nos relata el evangelista. Nos dará luego el nombre de algunas de esas mujeres
que acompañaban a Jesús en la tarea del anuncio de la Buena Noticia del Reino
de Dios y de los servicios que incluso prestaban.
Aunque estamos haciendo mención a este
episodio concreto si recorremos las páginas del evangelio veremos a Jesús
siempre en camino, pero en camino rodeado de gente; están aquellos discípulos
que quieren seguir más de cerca, como serán luego los doce apóstoles
especialmente llamados por El; pero están todo esos que se convierten en
colaboradores también del anuncio del Reino, como todos aquellos que porque quieren
escuchar a Jesús son capaces de irse de un lugar a otro para seguir sus pasos.
Me quiero ver yo también en esa
comitiva de los que caminan con Jesús. Metámonos en el interior del evangelio y
encontremos en sus páginas nuestro lugar, encontremos nuestro sitio al lado de
Jesús en medio de todos aquellos que le siguen, de aquellos discípulos más
cercanos, como decíamos, o formando grupo con aquellas mujeres que le atendían.
Hay un puesto para nosotros.
No es necesario que juguemos con la
imaginación. Pensemos realmente en lo que es el camino de nuestra vida
cristiana, el camino de la Iglesia. Aunque lo sabemos tenemos la tentación
muchas veces de ponernos a vivir el seguimiento de Jesús como muy en solitario,
como si solo fuera un camino que hacemos solo nosotros y no caemos en la cuenta
de cuantos son los que a nuestro lado están también haciendo ese camino.
Como decíamos, es el camino de la
Iglesia. Es el camino de nuestras comunidades y parroquias. Que tienen que ser
eso, comunidades, gente que en comunión los unos con los otros vamos haciendo
ese camino de nuestra fe con nuestros compromisos, con nuestras
responsabilidades asumidas, con esas tareas que podemos realizar también en
medio de la comunidad, con ese lugar que ocupo allí en nuestras celebraciones.
Cuidado no nos aislemos. Muchas veces
cuando vamos a Misa los domingos, da la impresión que cada uno va a lo suyo, a
escuchar o a celebrar su misa, a realizar su cumplimiento personal, como si
nuestra presencia allí nada tuviera que tener con los demás que están
participando o viviendo aquella celebración. Miremos más a los que están a
nuestro lado, conozcamos más a los que con nosotros están en la misma
celebración, son esa comunidad de la que yo también soy miembro.
Renovemos esos deseos de sentirnos
juntos en camino con Jesús, pero juntos con esos hermanos que también están
haciendo camino a nuestro lado. Que nos sintamos estimulados y que seamos
también estímulo para los demás.
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