Vayamos
al encuentro con Jesús porque en El y solo en El podremos obtener vida y una
vida que es para siempre, eterna
Éxodo 32, 7-14; Sal 105; Juan 5, 31-47
Podríamos ver en este texto del
evangelio que hoy se nos propone toda una clase de teología, Sí, la teología es
toda la reflexión que nos hacemos sobre el misterio de Dios y donde valiéndonos
también de recursos humanos con su metodología propia nos hacemos una reflexión
ordenada de todas las pruebas que tenemos para afirmar con toda certeza esa
parte del misterio de Dios que estamos reflexionando.
Es cierto que toda esa reflexión
teológica nos ayuda a meternos más hondamente en ese misterio de Dios, ha sido
el camino también por el que a través de los tiempos y desde la inteligencia y
el saber de los teólogos hemos podido también avanzar en la comprensión y en la
vivencia del misterio de Cristo.
Estas reflexiones que aquí nos hacemos
son también parte de esa teología, aunque quien las esté expresando y
explicando no tenga la sabiduría suficiente para hacer esa interpretación del
misterio de Dios. Pero como hemos venido expresando todo esto tiene que
llevarnos a una vivencia, que surge de lo más hondo del corazón, en la que por supuesto
nos valemos de todos esos conocimientos y capacidades intelectuales pero que se
va a traducir en las obras de la fe que se traducen y se expresan en la vida.
Sí, es cierto, y tenemos que llegar a
la mejor, a la más profunda comprensión, pero ha de ir siempre acompañada por
un acto de fe; un acto de fe para decir Sí, para ponernos en sus manos, para
dejarnos conducir y guiar, para que se exprese en todo lo que es nuestra vida. Decimos
que es la vida de un creyente, la vida de quien cree, de quien dice Sí a Dios y
a su misterio de vida y salvación, de quien se pone en sus manos y camina iluminado
por esa luz de la fe.
Muchas veces nos cuesta, sentimos la
tentación de volvernos atrás sobre todo cuando vemos a todo lo que nos
compromete en la vida; es como si no quisiéramos vernos atados, cuando
simplemente dándole el sí de nuestra fe a Jesús viviremos en la libertad
verdadera porque nos encontramos sumergidos en la vida de Dios. No siempre es
fácil, sin embargo, y hablaremos de nuestra autonomía o de nuestra libertad
pero nos sentiremos así porque aún no nos hemos encontrado con Jesús.
Porque no se trata de raciocinios, sino
que se trata de corazón. El que llega a conocer a Jesús y a poner toda su fe en
El se siente como cogido por Dios y ya no podrá vivir ninguna otra cosa porque
en nada sin Jesús podrá alcanzar esa plenitud de vida a la que todo aspiramos.
Pero necesitamos confiarnos para dejarnos
seducir, para dejarnos cautivar, para dejarnos llenar por la vida de Jesús.
Luego nos sentiremos los más grandes y los más felices, porque solo
alcanzaremos la plenitud para nuestra vida. Es Jesús nuestra plenitud, es Jesús
quien lo es todo para nosotros, es Jesús por el que merece dejarlo todo, porque
lo demás será vacío y sin sentido si no tenemos a Jesús en el centro de nuestro
corazón.
Jesús les decía a los judíos que le
escuchaban: ‘Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida
eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para
tener vida!’ ¿Nos podrá pasar eso que tampoco nosotros queramos tener
vida? vayamos al encuentro con Jesús.
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