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miércoles, 17 de marzo de 2021

Sigamos dando esos pasos del camino de cuaresma para que culminemos de verdad en la Pascua del Señor, que será también nuestra Pascua pasando de la muerte a la vida

 


Sigamos dando esos pasos del camino de cuaresma para que culminemos de verdad en la Pascua del Señor, que será también nuestra Pascua pasando de la muerte a la vida

Isaías 49,8-15; Sal. 103; Juan 5, 17-30

El camino de cuaresma que vamos recorriendo se va acercando a su meta; aun nos quedan días, un par de semanas para llegar al triduo pascual, pero la Palabra de Dios que ha venido iluminando nuestro camino se va intensificando precisamente con los relatos en que aparece ya cómo los dirigentes judíos quieren quitarse de en medio a Jesús.

Lo consideran algo así como un hereje o un blasfemo porque la afirmación que va haciendo Jesús de sí mismo y tal como nos va apareciendo en el evangelio es algo que no pueden soportar, que no pueden admitir. Que Jesús llame a Dios Padre, aunque lo de menos serían las palabras a las que se podría dar muchas interpretaciones, sino la actitud con que se manifiesta Jesús como verdadero Hijo de Dios que se manifiesta en total fidelidad a lo que el Padre le ha pedido. Esto colma el vaso, podríamos decir, supera todo lo que puedan aceptar, tienen que quitarlo de en medio.

Son textos que nos ayudan a definirnos en referencia a Jesús, son textos que nos van manifestando toda esa intriga contra Jesús por parte de las autoridades judías y los que se consideran principales dirigentes del pueblo judío; toda esa inquina con la que irán preparando su muerte. Pero como nos dirá Jesús en otro momento, nadie le quita la vida, sino que El la entrega libremente, porque con una misión ha venido y ha llegado la hora del anuncio del Reino de Dios y su realización cuya culminación estará con su entrega en la cruz por nosotros y por nuestra salvación.

¿Qué nos queda a nosotros? Poner toda nuestra fe en El. Así obtendremos vida eterna. Como nos dice hoy; ‘En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida’. Podremos poseer la vida para siempre, la vida eterna, pasamos de la muerte a la vida. En nosotros se ha de realizar la pascua. Porque no es solo un recuerdo lo que nosotros vamos a hacer; vamos a vivir, a vivir la Pascua de Jesús, hacerla realidad en nosotros. Por eso hemos de pasar de la muerte a la vida. Con Cristo hemos de morir, el pecado ha de quedar sepultado para siempre en nosotros; lo hemos de arrancar y arrojar de nuestra vida.

Muchas señales de esa renovación hemos venido viendo a través del evangelio que hemos venido escuchando; pero esa renovación tiene que realizarse en nosotros. Siguen siendo momentos de reflexión, de examen de nuestra vida, de ver cual es la realidad que hay en nosotros, de analizar con todo detalle de todo aquello de lo que tenemos que arrancarnos y aunque nos cuesta dar los pasos necesarios de renovación, de encuentro con la gracia, de llenarnos de la vida nueva que nos ofrece Jesús.

Por eso es tiempo de mucha oración. No es algo que vamos a ir realizando por nosotros mismos. Es una gracia del Señor, pero tenemos que orar para abrir de verdad nuestro corazón a esa gracia, hemos de orar para sentir la fuerza de Dios en nosotros, la fuerza del Espíritu Santo que nos transforma, hemos de orar porque no será algo que hagamos solo por nosotros mismos sino que será con la fuerza del Señor.

Tiempo de oración y tiempo de acercarnos a la gracia sacramental. Es en el Sacramento donde se realiza ese momento de gracia, ese momento de renovación verdadera de nuestra vida; es el sacramento donde nos gozaremos en el perdón del Señor para tantas debilidades de nuestra vida, y es en el sacramento donde podremos llegar a sentirnos hombres nuevos de gracia porque comenzaremos a vivir a Jesús. ‘Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna… sino que ha pasado ya de la muerte a la vida’, escuchábamos y repetíamos hace un momento.

Es lo que se va a realizar en nosotros. Sigamos dando esos pasos del camino de cuaresma para que culminemos de verdad en la Pascua del Señor, que será también nuestra Pascua.

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