Vamos
a mirar muy bien cuando sea levantado en lo alto para descubrir todo el
misterio de Jesús, encontrar respuesta a la pregunta que hacemos y conocer a
Jesús por su amor y por su entrega
Números 21, 4-9; Sal 101; Juan 8, 21-30
Si queremos conocer en verdad a una
persona no nos fijamos solo en las apariencias ni incluso en las cosas que
pueda decirnos de sí misma; claro que conocer a una persona es creer en ella y
hemos de saber dar un margen de confianza viendo y escuchando lo que dice pero
es algo más hondo que unas palabras lo que nos puede llevar a ese conocimiento
de la persona. Por eso lo normal es fijarnos en su vida, cómo vive, cómo actúa
en las diferentes circunstancias y como siempre estamos queriendo poner a
prueba o lo que es lo mismo pedir pruebas nos fijamos en los momentos duros que
viva esa persona porque será cuando mejor la conozcamos.
Damos por supuesto que nos acercamos a
la persona con todo respeto porque es meterse en el ser de alguien que cada uno
manifiesta a quien quiere o con quien más confianza tiene, pero tenemos que
apuntar también la sinceridad con que nosotros nos acercamos, sinceridad que es
poner a juego la autenticidad nuestra como personas.
Hoy en el evangelio vemos que
directamente le preguntan a Jesús ‘y ¿quién eres tú?’ una pregunta que
de una forma o de otra está en el fondo del mensaje de todo el evangelio. En
ocasiones formulada así de forma directa pero que en el fondo está siempre
presente en la mente de los judíos de su época, como puede sigue estando
presente en los hombres de todos los tiempos. Aquellas reacciones, por ejemplo,
de las gentes de su pueblo Nazaret cada vez que Jesús se acerca por allá, en
que mencionaban a sus padres, a José el carpintero, o a sus parientes más
cercanos que probablemente sigan viviendo por allá es un poco querer recordar o
resaltar lo que es la identidad de Jesús.
Ahora preguntan porque en cierto modo
se sienten desconcertados. Desconcertados entre lo que la mayoría piensa de
Jesús que no ha habido nadie que haya hablado igual ni tenido el poder
espiritual con que Jesús se manifiesta, mientras los principales del pueblo,
los dirigentes judíos y entre ellos los fariseos, y los escribas, y los
sacerdotes y los distintos grupos están en oposición manifiesta en contra de
Jesús que incluso se rumorea que están intentando apresarle para quitarlo de en
medio.
Pero están las palabras de Jesús que no
terminan de entender porque están queriendo comprender que Jesús se manifiesta
en verdad como hijo de Dios, enviado por el Padre con una misión muy concreta.
Si fuera el Mesías prometido como algunos ya incluso se atreven a insinuar,
nunca habían escuchado que el Mesías se presentara como el Hijo del Padre; pero
por otra parte están los signos que realiza, porque nunca nadie ha visto
cosa igual y son signos que manifiesta el poder de Dios que se hace
presente en las obras que Jesús hace. ‘¿Quién eres tú?’ le preguntan,
¿Quién es este hombre? a su vez se preguntan a sí mismos, porque barruntan que
tiene que ser un profeta bien poderoso.
¿Será acaso la pregunta que también
nosotros llevamos en el corazón y que de alguna manera no nos atrevemos a decir
en voz alta? Porque aunque nos decimos cristianos – discípulos y seguidores de
Jesús – no siempre vemos las cosas claras y en nuestro interior también pueden
aparecer dudas y preguntas que algunas veces no sabemos ni como expresar. ¿Será
la pregunta que nosotros le hagamos también directamente a Jesús? Ese puede ser
un camino verdadero de oración, para dejarnos enseñar, para dejarnos conducir,
para ir con total sinceridad, con apertura del corazón, con humildad.
Y Jesús nos dice hoy que cuando sea
levantado en lo alto entonces sabrán bien quién es El. Ya sabemos que el
centurión romano que dirigía el operativo de la crucifixión de Jesús al final
terminará reconociendo ‘este hombre era inocente’.
Pero ya reflexionábamos antes diciéndonos
que en los momentos duros es cuando mejor conocemos a las personas porque
sabremos de las verdaderas motivaciones de su vida, veremos el por qué de su
vida que le puede llevar a momentos tan trascendentales, la manera madura de
actuar y de reaccionar ante esos momentos difíciles. Por eso vamos a mirar muy
bien cuando sea levantado en lo alto para descubrir todo el misterio de Jesús,
para encontrar la respuesta a esa pregunta que hacemos, para conocer a Jesús
por su amor y por su entrega, para conocer bien el motivo de su cruz y de
entregar su vida.
Miremos a lo alto como miraban los judíos
en el desierto a lo alto de aquel estandarte de la serpiente de bronce para
descubrir lo que era el amor y la misericordia del Señor que les perdonaba una
y otra vez a pesar de sus infidelidades, y ahora nosotros mirando a lo alto de
la cruz descubriremos toda la hondura de lo que es la misericordia del Señor. Y
es que ahí en lo alto de la cruz estaremos descubriendo el verdadero rostro de
Dios, que siempre es de amor y de misericordia. ¿Moverá eso algo nuestra vida?
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