El amor de madre la hace estar en el dolor junto a Jesús al
pie de la cruz, desde entonces será la Madre del Amor que estará siempre al
lado de sus hijos, al lado de la Iglesia
Hebreos 5, 7-9; Sal 30; Juan 19, 25-27
Una madre sabe siempre
donde está un hijo que sufre. No es necesario que nadie se lo cuente, su
corazón tiene una sintonía especial para escuchar los latidos del amor y del
sufrimiento. Será la primera que se pondrá al lado del corazón dolorido del
hijo, aunque el hijo no le cuente, ella sabe descifrar como nadie el ritmo de
esos latidos y presurosa se pondrá en camino para ese encuentro de amor.
En contadas ocasiones
el evangelio hará notar la presencia de María junto a Jesús a la hora del
anuncio del Reino. Habrá una ocasión en que el evangelista nos dice que María y
los hermanos andaban buscando a Jesús y casi no podían llegar a El a causa del
gentío. Y María vuelve a desaparecer en
ese tiempo de la predicación. Y ahora de nuevo la encontramos que se cruza con Jesús
en la calle de la amargura y estará como nadie desde ese momento en pie y al
pie de la cruz.
Las imágenes piadosas
que los artistas nos han plasmado de la presencia de María junto a Jesús en
esos momentos muchas veces nos la presentan retorciéndose de dolor y demasiado
la llamamos Madre de las Angustias y de los Dolores. Pero la expresión latina
que san Jerónimo empleó para traducir del griego fue ‘stabat’. Estaba,
que quiere decir que estaba firme, allí de pie, junto a la cruz, sí, es cierto,
con el dolor de una madre en el corazón, pero sobre todo con la fortaleza del
amor que nos hace estar prontos para la ayuda o para el consuelo, pero con la
fortaleza del amor que nos hace estar firmes y seguros de nuestro lugar y
nuestra función. Así quiero yo contemplar a María al pie de la cruz de Jesús,
tal como hoy la liturgia quiere que la celebremos.
Allí estaba María con
la ofrenda de su amor, con la ofrenda del amor como solo una madre sabe
hacerlo. Era el momento supremo del sacrificio de Jesús donde se estaba
manifestando el amor más maravilloso y el amor más grande. Nadie ama tanto como
aquel que da su vida por el amado. Es lo que hacía Jesús, porque todo era una
ofrenda de amor. Era a lo que la madre se estaba uniendo. Por eso a partir de
ese momento ya no es solo la madre de Jesús sino que va a ser la madre de todos
los redimidos. Así la confiaba Jesús al discípulo
amado, así la confiaba a su Iglesia. ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí
tienes a tu madre’. Y Juan la recibió en su casa, y la Iglesia la ha tenido
y sentido siempre como madre.
La que un día nos dijo
que hiciéramos como El nos dijera, ejemplo estaba dando porque estaba haciendo
como Jesús. Y María se une a la pascua de Cristo, a la pasión y la muerte de Jesús;
por eso quizá exagerando los términos porque uno solo es el Redentor, Cristo Jesús,
a ella la llamamos corredentora, porque así también ella en el momento de la
muerte de Jesús hizo también su ofrenda de amor. Si la llamamos así en lo que
pueda parecer un exceso de amor por nuestra parte quiere significar cómo
sentimos nosotros que María realizó su función.
Ella había dicho Sí, y
era un Sí total de su vida. Ahora llegaba a un momento cumbre de amor y de
alguna manera está abriéndonos caminos, está yendo delante de nosotros para
hacernos comprender como tenemos que envolver toda nuestra vida de amor. Está
queriendo hacernos comprender que solo desde el amor el dolor tiene sentido,
que solo desde el amor podremos hacer el camino que nos hace vivir también la
pascua como la de Jesús, que solo desde el amor podemos transformar el mundo
para hacerlo mejor, que solo desde el amor sabremos acercarnos también al lado
de los que sufren no solo para el consuelo de unas palabras bonitas sino para
ayudar a transformar esas vidas y desde ese sufrimiento vivido también desde el
amor restaurar sus vidas, sanar esos corazones desgarrados, encontrar el
sentido de una vida mejor.
Contemplamos a María
hoy al pie de la Cruz, la llamamos en nuestra devoción Madre y Virgen de los
Dolores, queremos sentirla con su amor de Madre a nuestro lado y queremos invocarla como Madre del Amor.
Sintamos que como Madre camina con nosotros y nos está enseñando los auténticos
pasos del amor.
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