El Señor nos conoce por nuestro nombre y nos tiene en cuenta,
aprendamos a sintonizar con El para poder tener una sintonía de amor también
con los demás
Hechos 11, 1-18; Sal 41; Juan, 10, 1-18
Cuando nos sentimos
apreciados y valorados, cuando somos tenidos en cuenta y somos algo más que una
pieza de puzzle o un número de una lista, nos sentimos mejor, nos sentimos más
felices en lo que somos y en lo que hacemos y de alguna manera nos vemos
estimulados a ser mejores, a dar lo mejor de nosotros mismos y a superarnos en
aquellas cosas en las que quizás no damos la talla.
Esto que parece como
muy elemental sin embargo es algo en lo que fallamos, e incluso aquellos que
nos dolemos porque no se nos tiene en cuenta quizás actuamos también de la
misma manera con los demás; podemos volvernos imprescindibles – o al menos eso
nos creemos – y entonces vayamos también por la vida ignorando a los demás.
Qué cosa más bonita
sentimos en nuestro interior cuando en una relacion con los demás, incluso más
aun cuando es con personas que quizás no están tan cercanas a nuestro círculo,
sin embargo nos llaman por nuestro nombre, nos valoran en lo que somos y nos
tienen en cuenta en los proyectos que juntos podamos realizar. Ojalá en la vida
siempre actuemos así, porque muchas veces nuestro individualismo es un lastre,
y pero aun cuando es el orgullo que el mueve nuestra manera de actuar.
No puede pasar en el ámbito
familiar, en el lugar de trabajo, en nuestras relaciones sociales, o
simplemente en el trato con los que consideramos amigos; siempre podemos estar haciéndonos
distinciones, tenemos el peligro de discriminar a alguien, o pasar de los que
están más cercanos a nosotros. Lo malo sería también que en el ámbito de la
iglesia, de nuestra comunidad cristiana tengamos también esos criterios
restrictivos.
En el evangelio hoy
volvemos con el tema del Buen Pastor. Y Jesús nos da unos buenos detalles en
los que ha de manifestarse un buen pastor, y en como El se nos manifiesta como
Buen Pastor de nuestras vidas. Es una imagen muy rica y que nos da hermosas
lecciones.
No solo nos dice que
es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, sino que nos está hablando de
ese cuidado cotidiano que El tiene con nosotros, como el pastor hace con cada
una de las ovejas de su rebaño a las que conoce por su nombre. No es como el
asalariado a quien no le importa las ovejas, sino que las siente como suyas,
como algo propio a lo que se ama y entonces se cuida. ‘Yo soy el Buen Pastor
que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo
conozco al Padre; yo doy mi vida por mis ovejas’. Por eso sus ovejas lo
escuchan y le siguen, conocen su voz.
Nos tendría que hacer
pensar mucho todo esto que nos está diciendo el evangelio, en nuestra relacion
con Jesús, en el escuchar su voz y seguirle. ¿Sabremos escuchar la voz de Jesús,
la voz de Dios que nos habla y que nos llama? Algunas veces no hemos sabido
captar la sintonía de Dios en nuestra vida. Esa sintonía está ahí, pero quizá
para nosotros permanece oculta porque estamos queriendo atender a otras voces,
a otros cantos de sirena que nos distraen.
Y esto se puede
manifestar en nuestra vida de muchas maneras. Pero pensemos, por ejemplo, en
nuestra oracion, que tendría que ser en verdad ese escuchar esa sintonía de
Dios en nuestra vida, pero decimos que rezamos, que queremos orar, pero que
nunca sabemos lo que el Señor nos dice o quiere de nosotros. ¿En verdad nos
habremos puesto en esa sintonía de Dios? ¿Habremos sabido hacer ese silencio
interior para escuchar a Dios o vamos a la oracion sin aislarnos de todos esos
ruidos de la vida? ¿No tendríamos también que aun en medio de esos ruidos saber
entender, escuchar, atender lo que en medio de todo el Señor quiere decirnos?
También lo que estamos
reflexionando puede ser un punto a tener en cuenta para saber también tener esa
sintonía con los demás, para escucharles y saber estar atentos a lo que pasa en
sus vida, para tenerles en cuenta y para saber valorarles, para saber apreciar
todo lo bueno que hay en los demás y para aprender a caminar haciendo camino
juntos.
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