Nos envuelve el silencio con la esperanza de que brille un
nuevo Sol, con la esperanza de la resurrección
Silencio. Hoy es un día
de silencio. La Iglesia permanece en silencio en el sábado santo. A la sombra
de la cruz de la que solo penden unas vendas de sudario. Junto a la tumba de Jesús
con piedra aún cerrando su entrada. En silencio.
Unas lágrimas quieren
asomar de nuestros ojos pues las experiencias vividas han sido muy fuertes.
Pero no son lágrimas de amargura. Lagrimas quizá sí de arrepentimiento. Pero
lágrimas en las que asoman como perlas los brillos de la esperanza.
Estamos junto a la
tumba, no para resguardarla de quien pueda robar el cuerpo de Jesús. Estamos
junto a la tumba llenos de esperanza porque ansiamos que llegue el resplandor
de la nueva mañana en que la piedra esté corrida y el Señor haya resucitado. En
silencio. Con esperanza. Seguimos creyendo en la vida porque creemos en el
amor.
El mundo también está
en silencio. Como aletargado. Asustado quizá. El silencio de la inactividad lo
llena todo y nos encerramos llenos de miedo. Silenciosamente el mal se puede
seguir propagando y callamos porque nos parece que así no se va a despertar.
Pero es un silencio forzado. Nos abruma. Nos entristece. No sabemos que hacer. El
encierro nos agobia y nos sentimos tentados al disparate. Muchas locuras se
pueden maquinar en ese silencio si no sabemos controlarnos. Tenemos que darle
un sentido. Demasiadas sombras negras galopan sobre nosotros. Le tenemos miedo
a la tumba. Tememos que caiga sobre nosotros como una loza que nos hunde o que
nos encierra aun más.
Son silencios
distintos de los que estamos hablando por las actitudes que podemos tener ante
ese silencio. Nuestro silencio de sábado santo está lleno de esperanza. Y es
ese silencio con esperanza el que tenemos que saber contagiar. Nosotros sabemos
que la semilla germina bajo tierra en silencio y sabemos que de ahí brotará una
nueva planta con una hermosa flor. Es un hermoso sentido que hemos de darle a
nuestra esperanza.
No estamos solo en una
actitud pasiva, pero sí hemos de estar en una postura reflexiva. Son muchas las
lecciones que podemos deducir. Miramos atrás y vemos lo que hemos hecho de
nuestro mundo. Miramos hacia delante y vemos lo hermoso que podemos crear. Son
también muchos los proyectos que podemos hacer porque no está todo acabado.
Sabemos que un día el mundo puede florecer con una nueva y bella flor que llene
de perfume nuestra vida y nuestra sociedad.
Es el hermoso sentido
que podemos darle a nuestro silencio. Es lo que nosotros los cristianos podemos
contagiar a nuestro mundo. La esperanza. Porque nosotros creemos que quien hoy
está encerrado en la tumba va a resucitar. Esa piedra se correrá y aparecerá la
luz y la belleza de una nueva creación. Es nuestra fe. Es nuestra esperanza. La
fe y la esperanza que tenemos que trasmitir al mundo desde nuestras posturas y
actitudes. Es la palabra de vida que podemos transmitir. La Palabra que nos ha
confiado Jesús.
Silencio, pero con
esperanza de que brille un nuevo Sol. Silencio, pero con esperanza de
resurrección.
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