Busquemos de verdad a Jesús, la vida que nos ofrece, esa
plenitud que El quiere dar a nuestra existencia haciendo que el evangelio sea
buena noticia para el hombre de hoy
Éxodo 32, 7-14; Sal 105; Juan 5, 31-47
‘Y no queréis venir
a mi para tener vida’.
Es como una queja de Jesús. Nos quejamos del amigo que no corresponde a
nuestras señales de amistad; se quejan los padres de que sus hijos no tienen en
cuenta aquello que le han enseñado con tanto esfuerzo y con tanto cariño; se
quejan los educadores de la poca respuesta, de la poca receptividad de los
niños o los jóvenes con los que trabajan; se quejan los que están al frente de
responsabilidades o quizá se están gastando por los demás, por hacer una
sociedad mejor y los rumbos y caminos de la sociedad no se terminan de
enderezar.
Nos sentimos
defraudados quizá en la Iglesia, quienes tienen responsabilidades en la misma o
realizan y se comprometen con distintas acciones pastorales, que la gente va a
lo suyo y que los esfuerzos no se ven correspondidos por la generalidad de la
gente de la misma Iglesia.
¿Qué nos pasa en
nuestra sociedad de hoy? ¿Qué nos pasa en este ámbito de la vida religiosa y de
la Iglesia? ¿Qué nos pasa a los cristianos que seguimos viviendo a nuestro aire
y no siempre tenemos en cuenta el evangelio? ¿Qué le pasa a la gente en general
que pasa de la Iglesia, que pasa de la religión, que pasa incluso de Dios?
la sociedad cambiante
que vivimos, la autonomía con que queremos vivir la vida, la cantidad de
recursos y de cosas en las que podemos encontrar una satisfacción fácil y sin
mayores esfuerzos ni compromisos nos va llenando de individualismo por una
parte, nos va haciendo perder valores que pudieran ser sólidos fundamentos de
la vida, nos va llenando de materialismo donde parece que las cosas y su posesión
son ahora el verdadero ideal de la vida, nos van haciendo perder un sentido
espiritual de la existencia y al final nos llenamos de confusión sin saber
realmente lo que buscamos o lo que queremos.
¿Por donde podemos caminar que encontremos seguridades en la vida, que
nos den fortaleza interior y que nos puedan ayudar a encontrar el sentido de
Dios?
Decimos que tenemos un
mejor grado de cultura, tenemos un mundo de conocimientos a nuestro alcance
como nunca quizá hemos tenido con todos los medios que están a nuestra mano,
encontramos gente que también tiene mejores conocimientos de lo referente a la
religión o a la Iglesia, aunque nos encontramos también quienes viven un
permanente rechazo a todo lo que les suene a religión, a Dios, a la Iglesia. Y
cuanto le cuesta al hombre y mujer de
hoy abrirse por ejemplo a la trascendencia, descubrir lo que son los verdaderos
valores cristianos y caminar en búsqueda de ese sentido de Dios que en Jesús podríamos
encontrar para nuestra vida.
No me hago esta reflexión
con pesimismo, pero si tenemos que ser conscientes como en este ámbito nuestro
mundo ha cambiado mucho y aunque nos encontramos manifestaciones religiosas en
momentos determinados incluso rayanas en el fanatismo, sin embargo esa
religiosidad no cala en lo hondo de la persona que le abra a un sentido nuevo,
a un sentido verdaderamente cristiano de la vida y de las cosas. Quizás algunas
veces nos preguntamos que hemos hecho mal los cristianos, que ha hecho mal la
Iglesia para que el mensaje del evangelio sea olvidado o incluso repudiado por
tantos en nuestro mundo.
Estas reflexiones que
me hago es como sacar a flote muchos interrogantes que se pueden acumular en el
corazón y que nos impulsen a una búsqueda de evangelio, a querer hacer que el
evangelio sea en verdad esa buena noticia para nosotros hoy, también para
nuestro mundo de hoy.
Comenzábamos nuestra reflexión
con aquella queja de Jesús. ‘Y no queréis venir a mi para tener vida’.
Busquemos de verdad a Jesús, busquemos esa vida que nos ofrece, busquemos esa
plenitud que El quiere dar a nuestra existencia. Que este camino cuaresmal que
estamos haciendo nos haga profundizar mas y más en el evangelio para que en
verdad nuestra vida se vea renovada, para que así podamos poder también nuestro
grano de arena para la renovación de nuestro mundo según los parámetros del
evangelio.
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