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martes, 22 de octubre de 2019

La vigilancia, como la esperanza y la responsabilidad de la vida no será una actitud pasiva sino que nos exige estar despiertos buscando positivamente lo que dé plenitud a nuestro ser


La vigilancia, como la esperanza y la responsabilidad de la vida no será una actitud pasiva sino que nos exige estar despiertos buscando positivamente lo que dé plenitud a nuestro ser

Romanos 5,12.15b.17-19.20b-21; Sal 39; Lucas 12, 35-38
Nos confían que cuidemos de algo y lo menos que podemos hacer es estar vigilantes, con una vigilancia responsable para cuidar que aquello que nos confiaron no se pierda o no se dañe. Esa vigilancia significa responsabilidad que asumimos, significa atención y cuidado, no desde temores y desconfianzas sino poniendo los medios adecuados, la atención necesaria para poder llevar a cabo la tarea.
Cuando hablamos de esas responsabilidades que asumimos y que nos obliga a estar vigilantes podemos hacer referencias a muchas cosas en la vida; desde la responsabilidad del padre de familia para la atención de los suyos pero también para el cuidado por ejemplo de la casa familiar que ya no es solo tener los medios adecuados, por ejemplo, para que no nos entren a robar, sino que es la responsabilidad de cada día para atender las necesidades de todos, pero también para adelantarnos a poner cuanto esté de nuestra parte para el crecimiento personal, para el desarrollo vital de cada uno de los miembros de la familia.
Así podemos pensar en nuestros trabajos, como cada uno puede pensar en su propia vida que ha de cuidar y ha desarrollar debidamente. No es ya simplemente dejar pasar la vida con lo que pos si mismo vaya sucediendo sino que es el buscar como hacer crecer esa vida, esa persona que somos nosotros, ese desarrollo de valores y cualidades, esa maduración personal que buscará siempre lo mejor para alcanzar unas metas, para darle valor a la vida misma, para todo eso que ayudará desde el desarrollo de mis valores y capacidades también al crecimiento de la misma sociedad en la que vivimos.
La vigilancia, como la esperanza y la responsabilidad de la vida no es una cosa pasiva, no son actitudes pasivas de dejar hacer, dejar que sucedan las cosas, ni tampoco una actitud como de defensa ante temores de lo que inesperadamente pueda suceder, sino que se realiza con actitudes positivas poniendo de todo nosotros mismos ya sea para el desarrollo de nuestra propia vida, o para el desempeño de esas responsabilidades que nos hayan confiado.
No podemos ir de pasivos por la vida, simplemente defendiéndonos de lo que nos puedan dañar. No se trata de guardar el talento enterrado en un hoyo en la tierra para no nos lo roben sino que positivamente es poner a juego esos valores para que crezcan y se desarrollen. Recordaríamos aquí algunas parábolas del evangelio.
 Hoy nos dice Jesús en el evangelio: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame’. La lámpara encendida, la cintura ceñida no son las posturas del que está durmiendo, sino del que está dispuesto a caminar, a atender y a servir, a cuidar y a trabajar. Es la vigilancia para estar despiertos. Nos habla del amo que llega a la hora que menos lo piensa el que quedó en la casa vigilante y ha de abrir la puerta y tener todo preparado.
Es la vigilancia en la vida atendiendo a nuestras responsabilidades. Es la vigilancia del creyente atento en todo momento para escuchar al Señor, para sentir la presencia del Señor, para realizar la obra del Señor. Es la vigilancia de todo ser humano consciente de la vida que tiene en sus manos que es un regalo del Señor y de la que un día ha de dar cuentas, lo que le obliga a vivir como momento con responsabilidad cultivando su vida y haciendo crecer sus valores que a todos beneficien, a sentir que cuanto hace tiene también una trascendencia que va más allá  de su propio yo y del momento presente. Es la vigilancia del que vive su vida no de una forma superficial sino queriendo darle la mayor profundidad con la que alcanzar un día la plenitud de la vida eterna.


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