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lunes, 5 de agosto de 2019

Nos queremos meter en el molde de Maria para si mejor parecernos a ella, la llena de gracia, para así mejor llenarnos de Dios



Nos queremos meter en el molde de Maria para si mejor parecernos a ella, la llena de gracia, para así mejor llenarnos de Dios

Lucas, 11,27-28
Hoy quiero tener un recuerdo especial en esta semilla de cada día para la Virgen María. En nuestra tierra, y en especial en la isla de La Palma, se la celebra en este día con la Advocación de Nuestra Señora de las Nieves, allá en su santuario del monte, a donde acuden hoy todos los moradores de la isla para honrar y venerar a su madre y patrona. En muchas otras localidades de nuestras islas se celebra también con esa misma advocación así como son muchas las mujeres canarias que llevan su nombre de Nieves o María de las Nieves.
El origen de esta hermosa advocación está en Roma en el Monte Esquilino, que en un cinco de agosto apareció cubierto de nieve como una señal del cielo para aquellos sueños del Papa de entonces en los que la Virgen le pedía edificar un templo en su nombre. Uno de los primeros templos de la cristiandad levantados en honor de María, a Madre de Dios, como recientemente entonces había sido proclamada por los concilios.
Hoy aquel templo inicial se ha convertido en la magnifica Basílica de san Maria la Mayor, una de las cuatro basílicas mayores, o basílicas papales que hay en la ciudad de Roma junto a san Juan de Letrán, su Catedral, san Pedro del Vaticano y san Pablo extramuros. Es allí donde acude antes y después de cada viaje pontificio el Papa Francisco para postrarse ante la imagen de Maria, Salus populi romani, que en aquella Basílica se venera. Una Basílica, por demás, que lleva el patronazgo del reino de España desde tiempo inmemorial, de manera que el Jefe del Estado español es canónigo honorario de la misma.
Pero no nos queremos quedar en datos históricos en nuestra mirada a Maria en este día de su fiesta, como decíamos, con la advocación de Virgen de las Nieves. El mismo nombre nos está indicando el camino de pureza y santidad que hemos de seguir para imitar a María. La llena de gracia, como la llamó el ángel de la Anunciación; llena de gracia porque estaba inundada de Dios que la hace resplandecer con las más bellas virtudes. Concebida sin pecado original la proclamamos como Inmaculada Concepción, hablándonos de su alma pura, de su corazón sin pecado, de su vida llena de gracia, del amor de Dios que la envuelve para convertirse en ternura de Dios para nosotros.
Es la madre solicita y atenta que siempre está a nuestro lado para señalarnos y ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva a Jesús. Es la madre que ruega por nosotros para que sintamos la gracia y la fortaleza de Dios para que no caigamos en la tentación del mal, del desamor, de la dureza del corazón; sintiendo la ternura de la Madre a nuestro lado nuestros corazones tienen que derretirse de amor, no valen ya las corazas del egoísmo y de la insensibilidad, no tiene lugar de ninguna manera en nuestra vida la maldad que nos haría injustos y violentos, sino que todo tiene que ya ser siempre en nosotros delicadeza, ternura, amor, cercanía con los que están a nuestro lado.
La Biblia nos habla de cómo resplandecía del rostro de Moisés cuando bajaba del monte de la presencia de Dios; miramos a María y cual nieve resplandeciente con el sol la contemplamos a ella en la que brilla toda gracia porque así está llena de Dios. Cuando decimos llena de toda gracia no es como si estuviera llena de alguna cosa hermosa, queremos referirnos a la presencia de Dios en su vida que eso es gracia, porque siempre el amor de Dios en nosotros es un regalo de Dios, es un don gratuito en que Dios mismo se nos da.
En María resplandece de una manera especial; eso de ella tenemos que aprender, copiar en nosotros metiéndonos en el molde de su vida para así mejor parecernos a ella, para así mejor llenarnos de Dios. Ella fue el molde de Jesús que en su vientre se engendró como hombre.

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