Tenemos que plantearnos que va a significar la navidad que vamos a celebrar en el hoy de mi vida y de mi historia para no desaprovechar este momento de gracia
Génesis 49,1-2.8-10; Sal 71;
Mateo 1,1-17
Somos hijos de nuestra historia, solemos decir. Tenemos unas raíces en
la familia en la que hemos nacido que de alguna manera marca nuestra
existencia, porque en ella hemos ido abriéndonos a la vida y de ella recibimos
valores, principios, educación, vida en una palabra. Pero también marca nuestra
existencia el entorno en el que vivimos, la gente con la que convivimos que son
como compañeros de camino en nuestro devenir por la vida; amigos, vecinos,
compañeros de trabajo, gente con la que convivimos de la que recibimos y
también en la que vamos dejando nuestra huella; es ese entorno social en el que
se desarrolla nuestra vida.
Pero en ese entorno social está la historia de nuestro pueblo,
aquellos aconteceres de la vida que se fueron haciendo historia pero que de
alguna manera van trazando o han trazado un camino para nuestra sociedad, para
lo que ahora somos, para lo que son nuestras costumbres y también nuestras
normas de vida; esa historia que marca el carácter de un pueblo, porque aunque
ahora vivimos más abiertos a lo universal porque hoy la comunicación es mas
fácil, sin embargo la cercanía de lo que hemos sido como pueblo o como sociedad
ha ido dejando también una huella en nosotros.
Por eso habíamos comenzado diciendo que somos hijos de nuestra
historia. Cuidamos lo que hemos recibido que se convierten en raíces de nuestra
vida pero luego vamos desarrollando nuestras propias ramas y dando nuestros
propios frutos que dejaremos a las generaciones que nos siguen en herencia.
Empezamos la última semana de nuestro camino de preparación para la
fiesta de la Navidad, del nacimiento de nuestro Salvador. Y hoy el evangelio
quiere situarnos a Jesús en lo que es la historia de su pueblo. El evangelista
nos presenta la genealogía de Jesús. El Hijo de Dios que se hace hombre,
lo hace en la historia de un pueblo
concreto y en el seno de una familia. Es la historia del pueblo de Israel que
es la historia de la Salvación de Dios, de la presencia de Dios en medio de los
hombres que ahora se va a hacer más visible en el Emmanuel, el Dios con
nosotros.
Dios viene a nuestra historia, quiere caminar en nuestra historia,
quiere ser en verdad Emmanuel, Dios con nosotros. En la historia, es cierto,
miramos al pasado, pero la historia se hace presente en el hoy de nuestro
caminar. Y es lo que ahora queremos celebrar en el nacimiento de Jesús, que vivimos en nuestra
historia, que vivimos en el entorno en que vivimos nuestra vida concreta. Ahí,
en nosotros, en nuestra vida, en nuestro mundo concreto hoy Dios quiere hacerse
presente y es lo que tenemos que prepararnos para vivir.
La navidad no es solo recuerdo, porque nuestras celebraciones tienen
que ser el celebrar el hoy de Dios en nuestra vida y en nuestra historia. Por
eso un verdadero sentido de la navidad que vivimos y celebramos tiene que
llevarnos a preguntarnos en qué se va a manifestar ahora y hoy esa salvación
que Jesús nos trae en nuestra vida concreta. Salvación es liberación, salvación
es arrancarnos de algo que no consideramos bueno para comenzar a vivir algo
nuevo, distinto y mejor. Así pues, ¿en qué se va a manifestar hoy, en este paso
de 2018 a 2019 esa salvación de Dios en mi vida y en mi mundo concreto? ¿De qué
manera esta navidad va a marcar mi historia y la del mundo en que vivimos?
Tenemos que plantearnos que va a significar la navidad que vamos a
celebrar en el hoy de mi vida y de mi historia. No desaprovechemos este momento
de gracia.
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