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miércoles, 31 de mayo de 2017

La visita de María a su prima Isabel nos enseña a abrir puertas para iniciar nuevos caminos que hacemos juntos creando un mundo nuevo de fraternidad

La visita de María a su prima Isabel nos enseña a abrir puertas para iniciar nuevos caminos que hacemos juntos creando un mundo nuevo de fraternidad

Sofonías 3, 14-18; Sal.: Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6; Lucas 1, 39-56
Visitamos a la familia, vamos al encuentro con los amigos y nos sentimos a gusto cuando somos bien recibidos en su casa, vamos a visitar a los enfermos o nos acercamos a aquellos que sabemos que puedan estar pasándolo mal, pero también buscamos el encuentro en los momentos de fiesta y compartimos nuestra alegría ya sea desde nuestra buena convivencia o cuando sacamos adelante nuestros proyectos o los proyectos que puedan ser comunes a nuestra comunidad.
La visita que es algo más que abrir las puertas físicas de nuestra casa, porque es querer encontrarnos desde lo más profundo ofreciendo algo de nuestra propia intimidad; es por una parte salir de uno mismo para ir al encuentro del otro que abre las puertas de su ser para que podamos llegar a él; cuando abrimos las puertas de nuestra casa estamos abriendo las puertas de nuestro ser como tendría que ser todo verdadero encuentro.
Estamos traspasando unas fronteras porque eliminamos barreras y todo aquello que pueda encerrarnos en nosotros mismos. Cuando somos capaces de traspasar esos limites naturales vamos creando amistad, fraternidad y estamos poniendo bases de un mundo nuevo y mejor.
Me viene toda esta reflexión a mi mente cuando hoy en la liturgia de este último día de mayo se nos invita a contemplar y celebrar la visita de María a su prima Isabel. María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, nos dice el evangelio. Era la visita a su prima Isabel; era la visita a alguien que sabia que podía necesitarla, pues el ángel le había dicho que Isabel ya estaba de seis meses, la mujer que consideraban estéril por su edad; eran los impulsos del amor que le hacia ir al encuentro con el otro; era un salirse de si misma, partió de Nazaret en la lejana Galilea, cuando era ella la que podría también estar necesitando ayuda en su incipiente maternidad.
Cuanto nos enseña este camino que emprende María. El Espíritu del Señor que la había fecundado para hacer que de ella naciera el Hijo de Dios, inundaba toda su vida llenándola de amor para estar siempre dispuesta al servicio, abierta a Dios para ir a donde Dios la llevara.
Siente María que Dios ha transformado su corazón, porque ella se sentía pequeña y humilde y Dios le estaba pidiendo cosas grandes. Canta María agradecida a Dios que e ha fijado en su pequeñez, pero es que esta descubriendo que comienzan cosas nuevas, que va a comenzar un mundo nuevo si en verdad nos dejamos conducir por el Espíritu de Dios
María es una mujer creyente, merece la alabanza de su prima – ‘dichosa tu que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá’ – y por eso María vislumbra esas cosas grandes que Dios esta comenzando a realizar cuando se ha fijado en su pequeñez. Vislumbra ella los signos nuevos del reino de Dios y por eso canta agradecida al Señor. Se manifiesta la misericordia del Señor que ‘hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos’.
Son los signos de un mundo nuevo, un mundo de misericordia y un mundo de justicia, un mundo que se transforma y un mundo donde han de aparecer actitudes nuevas de solidaridad y de justicia. Por eso a este cántico de María lo llamamos también canto de liberación. Aquella liberación nueva que Jesús anunciara en la sinagoga de Nazaret con las palabras del profeta. Viene el que está lleno del Espíritu del Señor para traer la libertad a los oprimidos, para ofrecernos el año de gracia del Señor.
Decíamos antes cuantos nos enseña esta visita de María para también ir al encuentro con los demás. Decíamos que era un salirnos de nosotros mismos para aprender a compartir con el otro ofreciendo el regalo de la amistad, signo y señal de ese mundo nuevo que tenemos que aprender a construir. Rompamos barreras, abramos caminos, estemos siempre dispuestos al servicio para el bien común, ofrezcamos amistad, aprendamos a ser hermanos que caminamos juntos, estaremos creando un mundo nuevo y mejor.

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