Frente a un mundo de ganancias, de competencias y de luchas ofrecemos una nueva escala de valores en la que pondré todo lo que soy para hacer que todos seamos mas felices
Génesis
11,1-9; Sal 32; Marcos 8,34-39
A nadie le gusta perder; todos queremos ganar. Son deseos que todos
llevamos en el corazón y nos sentimos
emulados constantemente a crecer, a superarnos, y en el fondo queremos y
deseamos estar en lo mas alto, tener mas, ser los mejores, no sentirnos
relegados a un segundo término.
Además vivimos en un mundo de mucha competencia, pero en el sentido
que le damos a la palabra de lucha, muchas veces de ir contra los demás; porque
competencia puede significar que yo sea competente, que yo sea capaz, que yo
desarrolle mis capacidades, mis posibilidades, pero enseguida lo volcamos en
competencia como lucha y luchar luchamos demasiadas veces con los otros y somos
capaces de emplear todas nuestras artimañas y estratagemas para conseguir ganar
o estar en lo mas alto. Pero quizás tendríamos que preguntarnos si con este
plan y sentido hacemos que nuestro mundo sea mejor y todos seamos más felices.
Pero mira por donde hoy el evangelio nos desconcierta porque nos dice
que tenemos que perder la vida para ganarla. ¿Cómo entenderlo? ¿Es una simple
estrategia? ¿O será acaso un descubrir una nueva escala de valores?
Estas palabras de Jesús van en consonancia con lo que ayer escuchábamos
en el evangelio. Ante la pregunta de Jesús Pedro había hecho una hermosa confesión
de fe, pero Jesús les quiere hacer descubrir el verdadero sentido de su vida.
Es el Mesías de Dios, es el Hijo de Dios, pero El ha venido a descubrirnos el
verdadero sentido del amor. Un amor que le llevará a la entrega, a la muerte
incluso, porque no le aceptarán, porque le perseguirán, porque lo entregarán en
manos de los gentiles, porque al final dará su vida por nosotros. Es la prueba del amor; es la manifestación mas
sublime del amor; es la grandeza y la maravilla de un Dios que nos ama y de que
manera.
Pues es lo que hoy nos esta diciendo Jesús, donde hemos de encontrar
el sentido de nuestra vida, cual es la verdadera escala de valores por la que
hemos de regir nuestra vida. Y el que ama se entrega hasta el final; el que ama
de verdad no teme perder su vida, siente por encima de todo la felicidad de amar.
El que ama de verdad encontrara la plenitud de su vida precisamente entregando
su amor, entregando su vida. No la pierde, la gana. No es una pura estrategia,
es una nueva escala de valores, un nuevo sentido a la vida.
No son renuncias porque si, sino buscar lo mejor, y buscar lo mejor no
es solo buscarlo para mi, sino buscarlo para el otro; eso me obligara quizás a
olvidarme de mi mismo, pero esto ganando en plenitud, en la satisfacción del
amor, en el gozo de sentir que el otro es mas feliz.
Entonces mi verdadera competencia no es luchar por defenestrar al
otro, como podríamos decir y como vemos tantas veces en la vida, sino ser yo
competente de la mejor manera para hacer que mis valores, mis cualidades hagan
bien. Nos sentimos obligados a contribuir con lo que somos, con lo que es
nuestra vida al bien de ese mundo en el que vivimos, en hacer que los otros
sean más felices; puede parecer que yo pierdo porque no me busco a mi mismo el
primero, pero realmente estoy alcanzando la mayor plenitud para mi vida.
Cuánto más felices seriamos todos si llegáramos a entender esta escala
de valores que nos propone Jesús en el evangelio. Qué distinta seria nuestra
humanidad, realmente seriamos humanidad verdadera.
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