Jesús nos esta preguntando si con nuestra fe en El somos capaces de llegar a una entrega hasta el sacrificio de la vida y hacernos los últimos y servidores de todos
Génesis
9,1-13; Sal 101; Marcos 8,27-33
Una doble pregunta que le hace Jesús a sus discípulos aprovechando la
mayor intimidad que les da el estar lejos de todo barullo de gentes que les
rodeaban continuamente. Se encuentran casi en las fronteras de Palestina, allá
donde Herodes había levantado una ciudad en honor del Cesar, en Cesárea Filipo
casi en los nacientes del Jordán. Una pregunta que Jesús buscando la intimidad
de nuestro corazón también querrá hacernos hoy. ¿Cómo será nuestra respuesta?
¿Cuál será nuestra reacción ante lo que Jesús anuncia? ¿Nos sucederá algo así
como a Pedro que en su entusiasmo no le cabía en la cabeza lo que Jesús
anunciaba? Vayamos por partes.
¿Qué opina la gente de Jesús? Pero no quiere quedarse solo en eso, por
lo que repreguntara tras sus respuestas ‘y vosotros, ¿Quién decís que soy
yo?’ Nos lo pregunta a nosotros también.
La primera respuesta de los discípulos parece lo más normal. Era lo
que se cocía en el ambiente judío. Todos esperaban al Mesías, su historia
estaba jalonada de profetas que les recordaban la fidelidad a la Alianza,
recientemente había aparecido Juan allá en el desierto predicando y bautizando,
ahora aparecía Jesús que hablaba como nadie les había hablado y realizaba
muchos signos. Era un profeta, como aquellos profetas antiguos y lo comparaban
a Elías, era un profeta como el bautista que había aparecido en el Jordán y
Herodes había mandado decapitar. Eran las reacciones que estaban acostumbrados
a contemplar y escuchar en las gentes que venían hasta Jesús y eran
beneficiarios de sus milagros o escuchaban sus palabras que les entusiasmaban
con algo nuevo.
¿Cuál seria la respuesta hoy si hacemos esa misma pregunta sobre lo
que la gente piensa de Jesús? También encontraríamos variadas respuestas aunque
nos pudiera parecer que van por otros caminos. Un personaje interesante de la
historia, quizá escucharíamos decir, un gran hombre que sembraba muchas
ilusiones, un profeta de un mundo nuevo y mejor porque realmente era como un
revolucionario, y así muchas cosas más, no siempre relacionados con lo
religioso, muchas veces viéndolo como en contra incluso de lo que la Iglesia
predica.
Claro que también escucharíamos a otros respondiéndonos quizá con
palabras aprendidas de memoria aprendidas en el catecismo, como quizás muchos también
que lo ven como el mejor amigo de su vida, alguien maravilloso que podemos sentir
siempre junto a nosotros, y así no se cuantas cosas más.
Pero la repregunta de Jesús es más directa y personal, porque nos está
pregunta a nosotros directamente, como hizo con los discípulos entonces. Ya
vimos la respuesta de Pedro, que en el relato de otro evangelista nos dirá que Jesús
le alabó por es respuesta no aprendida de memoria sino inspirada por el Espíritu
del Padre allá en su corazón.
También nosotros en nuestra fe podemos dar una respuesta certera sobre
Jesús y hablamos del Hijo de Dios, de nuestro Salvador; y recorreremos el
evangelio para sentir que es el Camino y la Verdad y la Vida; y sentiremos que
es nuestra Luz y nuestra Salvación; y podremos incluso sentirnos unidos a El
como lo hacemos en la Eucaristía sintiendo que es nuestro alimento y nuestra
vida y así muchas cosas mas.
Pero cuando Jesús nos hable de entrega hasta la muerte, de servicio
haciéndonos los últimos, de olvidarnos de nosotros mismos para pensar primero
en los demás si en verdad los amamos, de ser capaces de perdonar siempre al que
nos haya ofendido aunque sea reiterativo en su ofensa, ¿seremos capaces
mantener viva nuestra fe, pero que se refleje en esas nuevas actitudes, en esa
nueva manera de encarar las cosas, en ese modo distinto de vivir que nos ha de
distinguir? ¿O quizás comenzaremos a hacernos nuestras reservas, a pensar que no
hay que llegar a tanto, que tampoco es bueno tanto radicalismo?
Pedro, hemos escuchado hoy, quería quitarle de la cabeza a Jesús de
que tendría que sufrir porque seria perseguido y lo llevarían a la muerte. No
entendía que fuera necesaria tanta entrega como para llegar hasta morir por el
amado. ¿No se parecerá de alguna manera a esas reservas, a esos limites que
nosotros también queremos poner en nuestra entrega?
Son interesantes estas preguntas de Jesús porque nos ayudaran a
clarificarnos bien cual es nuestra fe y como la trasparentamos en nuestra vida.
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