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martes, 17 de enero de 2017

El día de descanso hemos de saber convertirlo en un día de encuentro intenso para la convivencia familiar y el encuentro con los demás desde el encuentro que vivimos con el Señor

El día de descanso hemos de saber convertirlo en un día de encuentro intenso para la convivencia familiar y el encuentro con los demás desde el encuentro que vivimos con el Señor

Hebreos 6,10-20; Sal 110; Marcos 2,23-28
En la cultura que hoy vivimos, con las nuevas costumbres que se van introduciendo, teniendo en cuenta también los ritmos de trabajo que hoy se tienen, nos parece como muy fuera de lugar y nos cuesta entender los planteamientos que hoy en el evangelio vemos que le hacen a Jesús en relación al descanso sabático.
Hoy las exigencias y derechos al descanso por nuestro trabajo tienen otras regulaciones y normalmente tampoco van unidas al hecho religioso, aun cuando permanece como habitual, salvo que sean otras las exigencias del trabajo, que el descanso sea asociado al fin de semana. El ritmo de la semana desde antiguo y es herencia de la cultura antigua tiene su eje en el domingo, que si es cierto que para nosotros los cristianos tienen un hondo sentido religioso, en la cultura laica que se vive se desliga de ese sentido religioso.
Para el pueblo judío y eso en cierto modo lo heredamos los cristianos aunque lo hayamos trasladado al domingo, el descanso sabático que fue una buena norma antigua que obligaba al necesario descanso sin embargo tenia un fuerte sentido religioso. Era el día del descanso del Señor, el séptimo día como nos venia enseñado en los relatos de la creación, tenia la motivación profunda de ser el día del culto a Dios, de la alabanza y la acción de gracias por la vida recibida y por los frutos obtenidos por el trabajo del hombre.
Jesús quiere enseñarnos como hemos de vivir con autentica libertad espíritu. No nos podemos sujetar a unas normas sin mas, como si nos sintiéramos atados a ellas viviendo en una cierta como esclavitud. Es cierto que necesitamos del descanso semanal, y hemos de saberle dar su autentico sentido, nunca como una atadura. Necesita el hombre de ese descanso y podríamos decir que con esa norma heredada de la Biblia somos los creyentes como pioneros de esa defensa de esos derechos, que ahora viviremos con otros ritmos y quizás en otros tiempos.
Es algo que tenemos que saber seguir cuidando, es cierto. Aunque descanso no significa quedarnos sin hacer nada; es una buena oportunidad para el desarrollo de nuestro espíritu, la profundización en nuestra cultura, pueden ser momentos para una especial solidaridad y aprender a pensar también en los demás dedicando parte de nuestro tiempo al bien que de una forma u otra podamos hacer a los demás.
Y en nuestro sentido creyente ese día en que rompemos el ritmo de nuestras actividades es la oportunidad para ese especial culto al Señor. Es cierto que el autentico creyente cada día y en cada momento se siente en la presencia del Señor, y cada día hemos de saber dedicar parte de nuestro tiempo para ir al encuentro del Señor en la oración, la alabanza y la acción de gracias, queriendo también escuchar a Dios en nuestro corazón abriéndonos a su Palabra salvadora.
Pero en ese día del Señor nosotros los cristianos tenemos un especial recuerdo, una memoria de lo que es nuestra salvación. Por eso en ese día de manera especial hacemos y celebramos el memorial del Señor, muerto y resucitado para nuestra vida y salvación. Es el día en que participamos en la celebración de la Eucaristía, uniéndonos a la alabanza y la acción de gracias de toda la Iglesia y dejándonos iluminar por la Palabra del Señor que se nos proclama alimentamos nuestra vida en Cristo con la comunión eucarística.
No es el rito que tenemos que realizar, ni la obligación que tenemos que cumplir; es la necesidad de nuestro espíritu, es el deseo de llenarnos de Dios, es el hambre de su palabra, su presencia y su gracia para vivir de forma comprometida nuestra fe. Por eso seremos capaces de dejarlo todo para ir al encuentro con el Señor y de ese encuentro del Señor saldremos con nuestro espíritu rebosante de gracia para ir también al encuentro con los demás. Ese día de descanso se convierte así en un día de encuentro intenso en que vamos a vivir de forma muy especial en la unidad familiar, pero vamos también a aprender a convivir mejor con los amigos, con los compañeros, con los que nos rodean.
Qué hermoso sentido le daríamos a nuestro descanso; qué hermoso sentido le daríamos así al día del Señor.

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