El anuncio del Ángel a María no solo fue una buena noticia para ella que la convertía en la Madre del Señor, sino evangelio de salvación para toda la humanidad
Isaías 7,10-14 / Sal 23 / Lucas 1,26-38
Evangelio para María, gran evangelio para nosotros. Una buena noticia,
evangelio, traía el ángel para María, iba a ser Madre. Era una gran noticia,
una buena nueva, aunque María seguro que lo intuía en su corazón. Era amada de
Dios; ‘llena de gracia’, la llama el ángel, sobre ella se derrochaba el
amor de Dios inundando su vida y su corazón; ‘has encontrado gracia ante
Dios’, continuará diciéndole el ángel, y el Señor se había fijado en ella.
‘Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino no tendrá fin’. Es la Buena Nueva que recibe María, pero que al mismo
tiempo es gran Buena Nueva, evangelio, para toda la humanidad. De María había
de nacer el Hijo del Altísimo, el Emmanuel anunciado por los profetas. De María
había de ser el que nos trajera la salvación. ‘Le pondrás por nombre Jesús
porque el salvará a muchos de sus pecados’, le diría el ángel ahora a
María, como más tarde se lo anunciaría también a José.
Aunque María se había sentido turbada en un principio por la sorpresa
de la gran noticia que recibía, María abrió su corazón a Dios, como siempre
ella sabia hacerlo. Era la que plantaba la Palabra de Dios que escuchaba en su corazón
para ponerlo por obra. Merecía la alabanza de su prima – ‘dichosa tú que has
creído’ – como merecería la alabanza de Jesús para cuantos escuchan la
Palabra y la plantan en su corazón. Aquí esta la esclava del Señor, hágase
en mi según tu palabra, terminaría respondiendo al ángel.
Fue evangelio para María y es evangelio para nosotros. Llega también
la Buena Noticia para nosotros. Con el Si de María se abrían las puertas de la salvación
para toda la humanidad. Se cumplían todas las promesas anunciadas por los
profetas, se cumplía el designio de Dios desde toda la eternidad, eran colmadas
todas las esperanzas de los hombres.
Como María tenemos que aprender a acoger también esa Buena Noticia,
como María tenemos que abrir también nuestro corazón a Dios, como María hemos
de saber hacer cuna en nuestra vida para el Emmanuel que viene a nosotros. Será
la humildad de nuestro corazón pobre y también lleno de las telarañas de
nuestro pecado, como era aquel establo de Belén.
Allí en la noche de la Navidad vamos a ver resplandecer la gloria del Señor,
de la misma manera hemos de hacerlo resplandecer en nuestro corazón cuando
llegue la navidad porque si le demos posada en nuestra vida. Hemos de cuidar
que no nos distraigamos con tantas cosas que dejemos pasar de largo la
presencia salvadora del Señor como le sucedió a tantos en el pueblo de Belén.
Estemos atentos a las señales, atentos al Dios que llega a nuestra vida.
Escuchemos hoy esa gran noticia que nos anuncia la venida del Emmanuel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario