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lunes, 18 de abril de 2016

No están reñidas nuestra autonomía personal y nuestra fe porque siguiendo a Jesús, nuestro Buen Pastor, encontraremos la mayor grandeza y dignidad

No están reñidas nuestra autonomía personal y nuestra fe porque siguiendo a Jesús, nuestro Buen Pastor, encontraremos la mayor grandeza y dignidad

Hechos 11,1-18; Sal 41; Juan 10,1-10

Toda persona aspira a tener su autonomía personal y el irlo logrando forma parte de ese crecimiento y maduración de la personalidad de cada uno; es tener nuestro pensamiento, el saber caminar por la vida tomando sus decisiones personales con total libertad, sentirse libre y nunca coaccionado por nada ni por nadie, tener sus propias metas e ideales, tener voluntad para hacer su propio camino.
Pero esa autonomía y libertad con que vivamos nuestra vida no significa que en el fondo queramos tener unas seguridades, tener alguien que camine a nuestro lado y sea como un estimulo que nos fortalezca interiormente, y también al mismo tiempo querer aprender de quien en verdad puede ser algo más que acompañante porque sea guía y luz de nuestra vida. Todo eso desde una decisión personal por nuestra parte y desde ese deseo de encontrar ese camino recto para nuestra vida. Aún con nuestra autonomía sabemos que necesitamos esa luz, esa guía, esa fortaleza interior, ese estimulo para nuestro caminar, ese alguien que nos señale claramente esas metas altas a las que hemos de aspirar y por las que luchar.
Alguien quizá cuando le hablan de la fe y de seguir un camino desde lo que Jesús en el evangelio nos señala piensa que eso puede coartar su libertad y su autonomía en una confusión quizá de lo que es el sentido de una verdadera fe. Es cierto que es un don sobrenatural, y por eso nos sobrepasa por así decirlo, pero la fe nunca va a restar nuestra libertad pero nuestra respuesta, - y la fe es también una respuesta por nuestra parte -, la realizamos con total libertad. No está reñida nuestra autonomía personal con nuestra fe, porque la ve nos ayudará precisamente a descubrir la verdadera grandeza y dignidad del hombre. Además recordemos que Jesús nos dirá que el que le sigue encuentra la verdadera libertad, porque precisamente nos va a liberar de tantas ataduras interiores y exteriores que son las que verdaderamente nos esclavizan. ‘La verdad os hará libres’, nos dice y El es esa Verdad plena y total para nuestra vida.
Decir que Jesús es el Buen Pastor y nosotros somos su rebaño, no significa que seamos unos borregos que ciegamente sigamos a Jesús. La imagen del pastor nos habla de mansedumbre y de amor, de preocupación por sus ovejas y del cuidado que de ellas tiene el pastor buscando para ellas los mejores pastos; decir que somos el rebaño que sigue a Jesús significan que en El hemos encontrado ese amor que nos motiva a seguirle porque en El encontramos ese verdadero sentido de nuestra vida y siempre su voz nos va a conducir a lo mejor, a la mayor plenitud de nuestra vida. Para el verdadero creyente es un gozo, el mayor de su vida, el seguir al Buen Pastor, seguir el camino de Jesús.
Hoy en el evangelio Jesús nos habla de cómo en El vamos a encontrar esa plenitud, que es lo que El quiere para nosotros. Le seguimos y escuchamos su voz y lo hacemos con total libertad desde lo hondo del corazón porque en El encontramos lo que en verdad da el mayor sentido y valor a nuestra vida. Por eso nos dice: Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos…  Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante’.
Busquemos a Jesús, queramos en verdad escucharle, hagámonos verdaderos discípulos siguiendo sus pasos y caminos y alcanzaremos la mayor plenitud de nuestro ser.

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