No están reñidas nuestra autonomía personal y nuestra fe porque siguiendo a Jesús, nuestro Buen Pastor, encontraremos la mayor grandeza y dignidad
Hechos 11,1-18; Sal 41; Juan
10,1-10
Toda persona aspira a tener su autonomía personal y el irlo logrando
forma parte de ese crecimiento y maduración de la personalidad de cada uno; es
tener nuestro pensamiento, el saber caminar por la vida tomando sus decisiones
personales con total libertad, sentirse libre y nunca coaccionado por nada ni
por nadie, tener sus propias metas e ideales, tener voluntad para hacer su
propio camino.
Pero esa autonomía y libertad con que vivamos nuestra vida no
significa que en el fondo queramos tener unas seguridades, tener alguien que
camine a nuestro lado y sea como un estimulo que nos fortalezca interiormente,
y también al mismo tiempo querer aprender de quien en verdad puede ser algo más
que acompañante porque sea guía y luz de nuestra vida. Todo eso desde una
decisión personal por nuestra parte y desde ese deseo de encontrar ese camino
recto para nuestra vida. Aún con nuestra autonomía sabemos que necesitamos esa
luz, esa guía, esa fortaleza interior, ese estimulo para nuestro caminar, ese
alguien que nos señale claramente esas metas altas a las que hemos de aspirar y
por las que luchar.
Alguien quizá cuando le hablan de la fe y de seguir un camino desde lo
que Jesús en el evangelio nos señala piensa que eso puede coartar su libertad y
su autonomía en una confusión quizá de lo que es el sentido de una verdadera
fe. Es cierto que es un don sobrenatural, y por eso nos sobrepasa por así
decirlo, pero la fe nunca va a restar nuestra libertad pero nuestra respuesta,
- y la fe es también una respuesta por nuestra parte -, la realizamos con total
libertad. No está reñida nuestra autonomía personal con nuestra fe, porque la
ve nos ayudará precisamente a descubrir la verdadera grandeza y dignidad del
hombre. Además recordemos que Jesús nos dirá que el que le sigue encuentra la
verdadera libertad, porque precisamente nos va a liberar de tantas ataduras
interiores y exteriores que son las que verdaderamente nos esclavizan. ‘La
verdad os hará libres’, nos dice y El es esa Verdad plena y total para
nuestra vida.
Decir que Jesús es el Buen Pastor y nosotros somos su rebaño, no
significa que seamos unos borregos que ciegamente sigamos a Jesús. La imagen
del pastor nos habla de mansedumbre y de amor, de preocupación por sus ovejas y
del cuidado que de ellas tiene el pastor buscando para ellas los mejores
pastos; decir que somos el rebaño que sigue a Jesús significan que en El hemos
encontrado ese amor que nos motiva a seguirle porque en El encontramos ese
verdadero sentido de nuestra vida y siempre su voz nos va a conducir a lo
mejor, a la mayor plenitud de nuestra vida. Para el verdadero creyente es un
gozo, el mayor de su vida, el seguir al Buen Pastor, seguir el camino de Jesús.
Hoy en el evangelio Jesús nos habla de cómo en El vamos a encontrar
esa plenitud, que es lo que El quiere para nosotros. Le seguimos y escuchamos
su voz y lo hacemos con total libertad desde lo hondo del corazón porque en El
encontramos lo que en verdad da el mayor sentido y valor a nuestra vida. Por
eso nos dice: Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá
entrar y salir, y encontrará pastos… Yo
he venido para que tengan vida y la tengan abundante’.
Busquemos a Jesús, queramos en
verdad escucharle, hagámonos verdaderos discípulos siguiendo sus pasos y
caminos y alcanzaremos la mayor plenitud de nuestro ser.
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