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viernes, 18 de diciembre de 2015

Serenidad y fortaleza interior como san José para saber discernir los planes de Dios también en los momentos de duda y oscuridad

Serenidad y fortaleza interior como san José para saber discernir los planes de Dios también en los momentos de duda y oscuridad

Jeremías 23,5-8; Sal 71; Mateo 1,18-24
Cuando nos sucede un imprevisto que trastorna y trastrueca todos nuestros planes nos quedamos bloqueados sin saber muchas veces cómo actuar, qué reacción tener o cuales son las decisiones más acertadas que hemos de tomar. Es necesario una madurez interior, una fortaleza del alma que nos dé serenidad y paz también en esas situaciones adversas para encontrar el mejor camino de solución. Es en lo que es necesario crecer como personas, para lograr esa madurez; es necesario ese crecimiento interior, una fortaleza espiritual para afrontar esos momentos.
Es la madurez humana y espiritual que hoy apreciamos en José en el texto del evangelio. ‘María estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo’. Claro que cuando ahora nosotros leemos el texto sagrado ya el evangelista nos dice que ‘María esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo’. Pero esto no lo sabía José. El solo veía el embarazo de María. Y ahí encontramos la profundidad espiritual de José. ‘Era bueno’, dice el evangelista, ‘no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto’.
Pero en José había una madurez humana y espiritual; era un hombre de fe, abierto al misterio de Dios. Y la voluntad de Dios se le manifestó en sueños a través de un ángel. ‘José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados’.
Así se le manifiesta la voluntad de Dios, el misterio de Dios en el que él va a tener su parte también, porque Dios quiere contar con él. Se cumplía lo anunciado por los profetas; el hijo de María sería el Emmanuel, Dios con nosotros. Su nombre  será Jesús, porque es el Salvador. Y José también aceptó el plan de Dios. ‘Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer’.
Es un paso más el que estamos dando acercándonos a la Navidad. La figura de José aparece también en nuestro camino para ayudarnos a dar esos pasos hacia el encuentro con el Señor. Ojalá tuviéramos la misma profundidad en nuestra vida que se manifiesta en José. Así tenemos que crecer en nuestra vida espiritual, crecer en nuestra fe para descubrir el plan de Dios, para aceptar el plan de Dios, para decir Sí a lo que Dios nos propone aunque a veces un poco trastorne nuestras vidas.
En esos momentos oscuros por los que podamos pasar, en esos momentos que quizá se prolongan sin saber encontrar el camino de salida, sepamos tener la serenidad y la esperanza que hoy vemos manifestada en José. Que sepamos hacer silencio ante Dios para dejar que El se nos manifieste, cuando y como quiera, y sepamos encontrar esa luz, sepamos descubrir esos designios de Dios para nuestra vida.

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