Que el Señor nos llene de su luz y de su amor para que nunca caminemos en tinieblas
¿Estamos ciegos? ¿estamos en tinieblas? Algunas veces
creemos que estamos en la luz y vemos, pero la realidad es que hemos dejado
meter las tinieblas en nuestra vida y nos cegamos tanto que ya ni nos damos
cuenta de nuestra ceguera. Vemos turbio, pero creemos que es la realidad de lo
que nos circunda cuando realmente el velo oscuro lo tenemos en nuestros ojos.
Como el que va perdiendo la vista paulatinamente, por
ejemplo, por unas cataratas; ve turbio pero cree ver, no quiere reconocer las
tinieblas de sus ojos que se han ido velando poco a poco; cuando vuelve a
recobrar la visión clara, entonces se da cuenta de lo que hermoso y lleno de
color que está todo lo que le rodea, y que lo borroso o diluido de los colores
estaba en sus ojos.
Así nos sucede cuando se nos va enfriando el amor en
nuestra vida. Comenzamos a ver mal, y entonces nos parecerá malo todo lo que
vemos en los demás, sin darnos cuenta de que el amor se nos ha enfriado; lo
tremendo es cuando se nos muere el amor y lo transformamos en egoísmo, en
insolidaridad, en rencor y resentimiento, en envidias. La negrura entenebrece
nuestra vida.
Caminemos en la luz, caminemos en el amor; no dejemos
nunca muque se nos meta el desamor en nuestra vida; es una pendiente muy terrible
porque la piedra de nuestro desamor rodando y rodando pendiente abajo cada vez
se hace más grande, cada vez se hace más dañina, cada vez más destruyendo mas
vidas, no solo la nuestra sino de todos los que encuentra a su paso.
Recordemos lo que nos ha dicho hoy san Juan en su
carta: ‘Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien
aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a
donde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos’, han cegado su vida.
Que el Señor nos llene de su luz. Que el Señor nos
llene de su amor.
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