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lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Damos cosas que nos sobren o nos damos a nosotros mismos?

¿Damos cosas que nos sobren o nos damos a nosotros mismos?

Apoc. 14, 1-5; Sal. 23; Lc. 21, 1-4
Un texto muy breve del evangelio pero que sin embargo nos hace reflexionar mucho. Nos parece algo sencillo y quizá de poca importancia, pero el mensaje es grande y nos tiene que llegar a lo hondo del corazón.
Jesús había llegado a Jerusalén, como hemos venido escuchado en días pasados, ha querido purificar el templo al expulsar a los vendedores de él como para enseñarnos por una parte el respeto que hemos de tener a los lugares santos que no hemos de mancillar con cosas y actividades ajenas a lo que al culto a Dios se refiere pero también para enseñarnos cual ha de ser el verdadero culto que hemos de dar a Dios y cual es el verdadero templo de Dios que contemplamos en Jesús y que contemplamos en nosotros mismos cuando hemos sido consagrados en nuestro bautismo.
En su caminar por el templo enseñando a cuantos a El se acercan nos ha hablado de resurrección y vida eterna tras las preguntas capciosas de los saduceos. Ahora se fija Jesús en un detalle que para la mayoría de la gente ha podido pasar totalmente desapercibido y con el que nos querrá enseñar cual es la verdadera ofrenda que nosotros hemos de hacer al Señor.
Está cerca del cepillo de las ofrendas, como diríamos en nuestro lenguaje de la alcancía del templo; observa cuantos al pasar por allí van haciendo sus ofrendas poniendo en él sus limosnas.  Ya en otra ocasión nos había advertido de la forma que habíamos de hacer nuestras limosnas u ofrendas - recordamos en el sermón de la montaña - de manera que nunca tenemos que hacer ostentación de lo que hacemos o de lo que damos frente a las posturas de los fariseos que hacían alardes bien ostentosos de las limosnas que hacían; que no sepa tu mano derecha lo que hace la mano izquierda, nos venía a decir entonces. No es que ahora quizá haya esas ostentaciones, pero Jesús se fija en una pobre viuda que ha echado dos reales. Quizá solo Jesús lo ha visto porque lo ha hecho bien calladamente aquella mujer. Es todo lo que tiene, pero generosamente se desprende de todo.
Jesús querrá resaltarlo. ‘Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir’. El saber esto, ¿no tendría que hacernos pensar? Creo que mucho tendríamos que reflexionar sobre lo que nosotros hacemos y cómo lo hacemos; ver sinceramente hasta donde llega la generosidad de nuestro corazón.
No digo que no seamos generosos cuando damos una limosna o hacemos algo por los demás. De todas maneras tenemos que reflexionar y pensar en ese pensamiento que quizá nos puede venir a nuestra mente cuando nos desprendemos de algo, porque al mismo tiempo estamos pensando en nuestro futuro, en si un día nosotros los vamos a necesitar. Es una tentación fácil que nos puede aparecer.
También nos puede aparecer la tentación de estarnos guardando siempre para nosotros y solo damos de lo que nos sobra, las migajas de lo que tenemos en nuestro bolsillo; abrimos la cartera o el monedero porque quizá sentimos compasión del que nos pide, pero podemos tener el peligro de buscar la moneda mas pequeña, esa calderilla que se nos amontona sin ser ninguna cantidad importante.
Aquella mujer, como destaca Jesús, dio todo lo que tenía incluso para comer. Es que realmente ella se estaba dando a sí misma; en su desprendimiento y generosidad se vaciaba de sí misma para confiarse totalmente en la providencia de Dios. ¿Seremos capaces? Tenemos que caer en la cuenta que es más importante darnos nosotros que dar cosas. Compartimos y lo  hacemos con generosidad esas cosas que tenemos, pero seamos capaces de compartir nuestra vida, dedicar nuestro tiempo, prestar atención a aquella persona que se acerca a nosotros, escucharla o interesarnos por ella.
No es fácil, nos cuesta, y por eso tenemos que estar siempre con esa actitud abierta para revisar actitudes, gestos, maneras de hacer las cosas, para poner todo nuestro amor y toda nuestra vida.

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