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jueves, 25 de septiembre de 2014

Buscamos a Jesús no solo por curiosidad sino en el deseo de llenarnos de su luz y de su vida

Buscamos a Jesús no solo por curiosidad sino en el deseo de llenarnos de su luz y de su vida

Eclesiastés, 1, 2-11; Sal. 89; Lc. 9, 7-9
Siempre tenemos que cuidar la actitud con la que venimos a escuchar la Palabra de Dios y cómo venimos a la celebración. Nada hay peor que la rutina porque va descafeinando aquello que hacemos y que celebramos y al final aunque estemos haciendo los ritos con todo rigor y exactitud pierden todo sentido y terminaremos por aburrirnos y no participar. Me da mucho miedo la gente que se dice que se aburre en la Misa, que es larga, que siempre es lo mismo porque está denotando que no están viviendo aquello en lo que están participando y se convierte en un rito más que hacemos fríamente y de lo que no nos vamos a enriquecer en nada.
Por eso decía que hemos de cuidar la actitud con que nos ponemos ante la Palabra de Dios que se nos proclama, porque además una cosa que nos puede surgir espontáneamente es que pensamos que eso ya lo hemos oído y que nos lo sabemos y nada nuevo nos va a decir. Y ese peligro es muy grande para los que venimos cada día a la celebración donde por supuesto vamos adquiriendo unos conocimientos del evangelio de tanto escucharlo, pero que si actuamos así le perdemos el sabor de la novedad que el Evangelio siempre ha de tener para nosotros; no olvidemos que evangelio significa Buena Nueva, Buena Noticia y la noticia para que sea en verdad noticia que nos llame la atención tiene que ser algo nuevo. Así tendría que ser siempre el evangelio en nuestra vida.
Hemos escuchado hoy unos pocos versículos que nos manifiestan la curiosidad que Herodes sentía por Jesús. Y digo bien, curiosidad, porque había oído hablar de Jesús, pero le llegaban distintas interpretaciones sobre quien era realmente Jesús. Algunos decían que era Juan que había vuelto a la vida, el Bautista que él había mandado decapitar; otros le decían que era un antiguo profeta que había vuelto a reaparecer, pero  nada de eso le satisfacía, y sentía curiosidad por conocer a Jesús, ‘tenía ganas de verlo’.
 No se va a encontrar con Jesús sino en plena pasión, cuando Pilatos se lo envíe para que lo juzgue porque era galileo y de su jurisdicción. Se había puesto contento, porque por fin podía verlo, pero ahora buscaba un rato de diversión, que Jesús le hiciera algunas de aquellas cosas maravillosas de las que oía hablar. Pero Jesús ni se dignó dirigirle entonces la palabra.
¿Será bueno tener curiosidad por conocer a Jesús? ya vemos en lo que terminó la curiosidad de Herodes, que al final no se transformó en gracia el encuentro con Jesús. Pero en el evangelio veremos otros personajes que sí sienten curiosidad por Jesús y quieren verlo, escucharlo, hablar con El. Curiosidad fue la de Juan y Andrés que tras las palabras del Bautista se fueron tras Jesús para preguntarle donde vivía. Y ya sabemos como terminó aquel encuentro, principio de un discipulado de Jesús.
Curiosidad sentía Zaqueo de ver a Jesús y como no podía de otra manera se había subido a la higuera por donde sabía que había de pasar Jesús para poder verlo y observarlo detenidamente a su paso. Todo terminaría en un encuentro con Jesús para que llegase la salvación a aquella casa. Zaqueo iba con humildad a querer conocer a Jesús. Y ya sabemos.
Curiosidad por Jesús, por sus palabras, por sus enseñanzas, por el misterio que intuía tras su persona era lo que movió a Nicodemo a ir a ver a Jesús de noche, para hablar con El. Allí comprendió lo que significaba nacer de nuevo, lo que en verdad tenía que significar la aceptación del Reino de Dios en su vida. Buscaba la verdad y la encontró en Jesús.
Podemos pensar en más momentos del evangelio, como el de aquellos dos gentiles que se acercaron a los apóstoles para que estos les sirvieran de mediadores para poder llegar a Jesús y con Jesús se encontraron y seguro que su presencia y su palabra llenó sus vidas de gracia.
Aquí estamos viendo cómo tenemos que acercarnos a conocer a Jesús. No vamos a compararlo con una persona de la historia por muy grande o importante que fuese; buscamos a Jesús tratando de encontrarnos con el Misterio de su vida que Jesús quiere manifestarnos. No podemos ir a buscar a Jesús queriendo manipularlo o simplemente sacar provecho o entretenimiento para nuestras cosas; entonces ni podremos escuchar a Jesús, como le sucedió a Herodes. Que tendríamos que preguntarnos si cuando venimos nosotros a Misa venimos simplemente buscando un entretenimiento porque no tenemos otra cosa que hacer.

Nos acercamos a Jesús con humildad, buscándole a El que quiere regalarnos su vida, descubriendo su amor que llega hasta una entrega total, queriendo llenarnos de su luz y de su gracia para hacer que nuestra vida sea mejor; cada encuentro con Jesús y su Palabra tendría que ser  para nosotros como un nuevo nacer. Busquemos a Jesús y dejemos que El se nos revele en el corazón.

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