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jueves, 24 de diciembre de 2009

Reunidos para celebrar el día santo del nacimiento del Señor


Que el Señor os llene de bendiciones, colme y haga rebosar sobre vosotros y vuestras familias el amor, la paz, y toda dicha.
Que Jesúz nazca de verdad en vuestros corazones.
Gracias por seguir fielmente estas reflexiones a lo largo del año
Que el Señor os bendiga
Carmelo



Reunidos para celebrar el día santo del nacimiento del Señor





‘Reunidos para celebrar el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo…’ Sí, reunidos con gozo, con alegría grande estamos aquí esta noche santa; reunidos con fe: es un misterio admirable, que no terminamos de admirar y de comprender lo suficiente, lo que estamos celebrando esta noche (este día) santa. Todo brilla lleno de luz en esta noche, en este día.
Los evangelios nos lo narran con sencillez. San Mateo nos dice tras las dudas de José y el anuncio del ángel haciéndole comprender el misterio que se realizaba en María que ‘hizo lo que le había mandado el ángel y se llevó a su mujer a su casa. Y sin que hubiera tenido relación con ella, dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Jesús’.
San Lucas nos da más detalles de su ida a Belén y las razones del empadronamiento por el edicto del César ‘estando su esposa María encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada’.
Y cuando celebramos este misterio grande hacemos fiesta y queremos contagiar de nuestra alegría a todo el mundo. Una fiesta que llena nuestros hogares. Una fiesta que nos contagia a todos. Una fiesta que provoca en todos deseos de felicidad y de paz; se lo deseamos a todos y lo expresamos con hermosas palabras y poemas, con bellas canciones, con innumerables gestos de amistad, de cercanía, de cariño.
Hoy en todas partes es fiesta; todos celebran la Navidad aunque no todos quizá le den el mismo sentido. Quizá algunos ya ni sepan qué es lo que realmente nosotros los cristianos celebramos. Simplemente quizá para algunos es el espíritu de la fiesta. Algunos ya no dicen feliz navidad, sino solamente felices fiestas. Nosotros hemos de cuidar mucho de no perder nuestro sentido, de no perder el espíritu de fe con que la hemos de vivir. No nos dejemos contagiar desvirtuando su verdadero sentido.
Reunidos para celebrar este día santo, esta noche santa, nos queremos dejar inundar de luz y de la luz más brillante. La liturgia por todos lados nos habla hoy de luz. ‘Rompe la aurora de la justicia’ y de la salvación, habían anunciado los profetas. Y todo se llena de resplandor en el nacimiento de Cristo. San Lucas nos dirá que cuando el ángel se aparece a los pastores ‘la gloria del Señor los envolvió con su claridad’. Y ya el profeta Isaías había anunciado que ‘el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban en tierra de sombras y una luz les brilló’.
La luz de la gloria del Señor ha brillado ante nuestros ojos con un nuevo resplandor. Ha nacido el que es la Luz verdadera que alumbra a todo hombre. ‘Yo soy la luz del mundo’, nos dirá más tarde en el evangelio. Todos queremos llenarnos de su Luz. Todos queremos disipar las tinieblas de nuestra vida. Cristo Jesús viene para arrancarnos de las sombras de la muerte para llevarnos a la luz de la vida.
Reunidos para celebrar este día santo, esta noche santa, nos sentimos transportados y transformados. Dios ha bajado para hacerse hombre tomando nuestra naturaleza humana para llevarnos con El, para transformar nuestra vida dándonos una nueva vida. Un maravilloso intercambio. ‘Resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio que nos salva; pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición humana, no sólo confiere dignidad eterna a nuestra naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos’, que decimos en uno de los prefacios de la Navidad.
Hoy no es un día para muchas palabras; lo que sucede es que meditando en este maravilloso misterio que celebramos del Nacimiento del Señor se nos agolpan los pensamientos y reflexiones y es tanta la hondura del misterio que nos parece no terminar nunca. Hoy es un día más bien para la contemplación, para quedarnos extasiados ante el establo de Belén, ante ese Niño recién nacido, ante ese misterio de Dios hecho hombre, Emmanuel, Dios con nosotros y ante el cual no importa que no nos salgan las palabras sino solamente mostremos nuestra ternura y nuestro amor.
En ese contemplación, en esa meditación, en esa alegría de nuestra fiesta, en ese dejarnos inundar por tanta luz, surgen, tienen que surgir muchos compromisos. Ante el amor que se nos manifiesta, ante la paz que se nos anuncia, ante la salvación que está amaneciendo como aurora luminosa sobre nuestra vida tienen que surgir actitudes nuevas, gestos nuevos y comprometidos, para que a todos llegue ese amor, para que todos puedan vivir esa paz, para que todos puedan alcanzar esa salvación.
Hoy tiene que ser un día de amor y de paz. Nos lo deseamos todos cuando nos felicitamos. Pero no puede ser sólo un buen deseo de bonitas palabras sino un compromiso. Son deseos humanos muy legítimos y muy necesarios que toda la humanidad tiene, la paz, la justicia, el amor... Pero los que creemos en Jesús que contemplamos su amor, que sabemos cuál es la paz verdadera que El viene a traernos implantándola en nuestros corazones, tenemos unas razones muy poderosas para ese compromiso de amor, para ese compromiso de paz.
Vamos a llevar el amor que nace de Jesús que no es un amor cualquiera. Vamos a llevar e implantar la paz que nace de Jesús que no es una paz cualquiera. ¡Cuánta generosidad tiene que haber en nuestra vida para compartir y para obrar con verdadera justicia! ¡Cuánta capacidad de comprensión y de perdón, porque el perdón es camino verdadero de reconciliación y de paz! ¡Qué honda tiene que ser nuestra solidaridad cuando nos sentimos en verdad hermanos los unos de los otros! ¡Qué profundo nuestro amor! Nuestro modelo, nuestro estímulo y nuestra fuerza la tenemos en la gracia salvadora que Jesús nos ha venido a traer.
Haciendo todo esto tenemos la más auténtica felicidad. Y lo haremos partiendo de Jesús. Es así como resplandeceremos con la luz de la navidad, con el brillo resplandeciente que iluminó la noche de Belén. Viviendo todo esto estamos haciendo nacer en verdad a Cristo en nuestro corazón y así lo estaremos haciendo nacer cada día más en nuestro mundo. Es la verdadera navidad.
'Reunidos para celebrar el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo…’ Reunidos con gozo, con alegría honda y contagiosa, con humildad, con amor, con fe celebramos la Navidad, celebramos el nacimiento de Dios hecho hombre en Belén, pero también nuestros corazones.

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