Vistas de página en total

sábado, 8 de noviembre de 2025

Después de tantos esfuerzos que hacemos en la vida por lo material pensemos qué riqueza humana y espiritual quedará dentro de nosotros

 


Después de tantos esfuerzos que hacemos en la vida por lo material pensemos qué riqueza humana y espiritual quedará dentro de nosotros

 Romanos 16,3-9.16.22-27; Salmo 144; Lucas 16,9-15

No podemos andar distraídos por la vida y es que no podemos estar haciendo dos cosas al mismo tiempo y prestarle la misma atención. Te estoy oyendo, decimos mientras estamos entretenidos con el móvil; y luego nos preguntan, ¿y qué te estaba diciendo? Y ya no sabemos responder. Pongo este ejemplo que también nos vale como denuncia de cómo muchas veces le prestamos más atención a las cosas que a las personas, pero podríamos pensar en muchas más cosas.

¿Nos estaremos centrando en la vida de verdad en lo que vale la pena? Creo que es una pregunta muy importante, esencial me atrevo a decir, que tendríamos que hacernos muchas veces para no distraernos de nuestro camino, de nuestras metas, de lo que son los verdaderos ideales de nuestra vida. Muchas veces son cosas buenas también, o cosas que necesitamos utilizar en la vida en ese intercambio que hacemos entre unos y otros o en esas relaciones comerciales, digámoslo así, que hemos de mantener los unos con los otros. Pero no podemos convertir lo que realmente es secundario en lo fundamental, nos estaríamos creando dependencias, perderíamos el norte de la vida y de lo que hacemos. Tenemos que sabernos organizar, tenemos que saber buscar lo que es lo fundamental y poner las cosas en su sitio.

Hoy nos toca Jesús en el evangelio cosas que incluso nos duelen, que es nuestra relación con lo material, el lugar que ocupan en nuestra vida, y como estamos sabiendo utilizar esos medios materiales sin convertirlos en dios de nuestra vida. Sí, es tal la dependencia que nos creamos de esas cosas que las convertimos en nuestro dios. Miremos, si no, los afanes con que andamos por la vida, los afanes por nuestros trabajos o mejor aun por nuestras ganancias, porque con ello ya pensamos que conseguimos todo aquello que nos hace felices; pero quizás pronto nos daremos cuenta de que esas cosas que brillan pronto pasan y lo que dejan es un vacío en nuestro interior.

Eso no quita para en esas cosas, en esos medios materiales, obremos siempre con rectitud y seamos verdaderamente justos y responsables. Las palabras de Jesús que hoy escuchamos nos vienen en el evangelio inmediatamente después de la parábola del administrador injusto, en la que se alababa no su falta de honradez sino la habilidad que tuvo para corregir por un lago injusticias y por otra parte encontrar quien le quisiera acoger cuando a él le fueran las cosas mal.

Por eso nos dice hoy Jesús, ‘Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas’; y nos habla Jesús ser fiel en esas cosas que parece que tienen menor importancia, porque quien no sabe ser fiel y honrado en esas cosas tampoco lo será cuando tenga en su mano cosas importantes. ¿Seremos en verdad buenos administradores también de lo material que poseemos?

Aunque no podemos convertir en dioses de nuestra vida esas cosas materiales, nos viene a decir. ‘Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero’.

Como decíamos al principio que el dinero no nos distraiga, que lo material no nos absorba, que no nos sintamos atados y dependientes haciéndonos esclavos de las cosas materiales, de las riquezas, como también nos hacemos esclavos de nuestros prestigios y del poder o dominio que podamos ejercer sobre los demás; que no nos hagamos esclavos de nuestras vanidades construyendo nuestra vida solo sobre apariencias; si no ponemos verdaderos cimientos a nuestra vida ese edificio se nos derrumbará, que será el vacío que al final sentiremos en nuestro interior. ¿Merecerá la pena a lo que dedicamos nuestro tiempo y todos nuestros esfuerzos? ¿Qué riqueza humana y espiritual nos va a quedar en nuestro interior?

No hay comentarios:

Publicar un comentario