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miércoles, 19 de julio de 2023

Ojalá seamos nosotros, que por nuestro corazón humilde y sencillo, porque nos hemos hecho los pequeños siendo capaces de descalzarnos, recibamos esa revelación de Dios

 


Ojalá seamos nosotros, que por nuestro corazón humilde y sencillo, porque nos hemos hecho los pequeños siendo capaces de descalzarnos, recibamos esa revelación de Dios

Éxodo 3,1-6.9-12; Sal 102; Mateo 11,25-27

Oye, por favor, preséntame a esa persona, quizás habremos pedido alguna a algún amigo o persona conocida y de confianza cuando queríamos conocer a alguien al que hasta cierto punto considerábamos inalcanzable. Son recursos de los que nos valemos las personas  en nuestras relaciones, en nuestro deseo de alcanzar unos objetivos, en nuestro afán por llegar a donde quizá por nosotros mismos o por nuestros medios pensábamos que no podríamos llegar.

Es también la influencia que buscamos en alguien que tiene abiertas muchas puertas, muchos accesos a lo que consideramos personas importantes, a lugares de relevancia a donde quisiéramos llegar y situarnos. Es el buen amigo que nos puede ayudar, es la persona de influencia que puede alcanzarnos lo que nosotros no alcanzamos. Son situaciones en que nos podemos encontrar en la vida o que vemos que es la experiencia quizás de muchos en nuestro entorno.

¿Nos sucede así en nuestra relación con Dios? ¿Nos sucede en la posibilidad o no de poder tener un conocimiento de Dios? Así andamos también algunas veces; podemos convertir ese conocimiento de Dios en algo muy intelectual, podemos andar con nuestros razonamientos y nuestra búsqueda de pruebas y muchas veces lo hemos hecho, y muchas veces es lo que buscamos o encontramos que es lo que quieren muchos para intentar recorrer ese camino de la fe.

Jesús, el que es la revelación de Dios, el que en verdad conoce a Dios porque viene de Dios, nos viene a decir que es algo mucho más sencillo. Que no se trata solamente de la búsqueda que nosotros hagamos de Dios y el obtener esas pruebas palpables que nos abran el camino de la fe, sino que es algo mucho más sencillo.

Primero fijémonos en lo que hoy termina diciéndonos: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’. Y El en verdad quiere revelarnos a Dios, es la Buena Noticia, el Evangelio, que nos quiere trasmitir. Es la continua referencia que El está haciendo del Padre; es lo que finalmente vendrá a decirle cuando uno de los discípulos en la cena le dice ‘revélanos al Padre y eso nos basta’, respondiéndole que quien le conoce a El conoce al Padre, ‘porque nadie va al Padre sino por mí’.

Pero es que hoy nos dice algo maravilloso. Como decíamos antes, no es la búsqueda que nosotros queramos hacer de Dios, sino que es Dios el que quiere revelársenos, quiere dársenos a conocer. Y esto es lo maravilloso. ‘Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, así te ha parecido bien’. Y al Padre le ha parecido dársenos a conocer, solo que tenemos que formar parte de ese grupo de los pequeños y de los sencillos, porque es ahí donde se nos revela Dios.

Por eso serán los pequeños y los sencillos los que más cerca estarán siempre de Jesús. son los que le escuchan con gusto, son los que son capaces de admirarse por las cosas que realiza Jesús, son lo que en verdad entienden lo que dice Jesús porque llegarán a decir que ‘nadie habla como este hombre’, son los que nunca se pondrán a distancia como simples observadores sino que se arremolinaran junto a El de modo que necesita subirse a la barca para que no lo estrujen allí en la playa de Tiberíades, son los que caminarán a su lado apretujándolo por todas partes de modo que incluso alzarán la mano para atreverse a tocar su manto, son los que serán capaces de irse todo el tiempo que sea necesario detrás de Jesús aunque sea para encontrarle en los lugares más inhóspitos y más lejanos, son los que vendrán ansiosos porque querían estar con El y El ha llegado primero que ellos antes de Cafarnaún sin saber incluso cómo o por dónde ha venido, son los que tendrán un corazón y una mente abierta para escucharle aunque a veces haya cosas que no entiendan, pero ¿a donde van a acudir si solo Jesús tiene palabras de vida eterna?


¿Seremos en verdad nosotros los que recibamos esa revelación de Dios por nuestro corazón humilde y sencillo? Moisés fue capaz de descalzarse en el Horeb y recibió la revelación de Dios.

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