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miércoles, 14 de septiembre de 2022

La cruz, un abrazo de dolor que envuelto en el amor que todo lo ennoblece y lo eleva, se convierte en signo sublime de la vida y del amor

 


La cruz, un abrazo de dolor que envuelto en el amor que todo lo ennoblece y lo eleva, se convierte en signo sublime de la vida y del amor

Números 21, 4b-9; Sal 77; Juan 3, 13-17

La cruz está siempre presente en la vida de los hombres de la misma manera que está presente el amor. No es solo que la encontremos como signo en nuestros caminos de algún acontecimiento que para nuestros antepasados tuvo un significado especial y por eso nos dejaron esa señal, sino que además nos acompaña de mil maneras en lo que es nuestra vida de cada día, por mucho que queramos eliminarla de nuestra existencia, igual que muchos quieren eliminar ese significado religioso quitándola de los lugares públicos donde darían una resonancia especial que quizás para muchos resulta incómoda. ¿Esos intentos podrían significar como queremos ir deshumanizando nuestra vida, porque quitaríamos la señal más hermosa del amor?

Por algo nuestros antepasados iban dejando esos signos sagrados de la cruz donde de alguna manera se hizo presente el sufrimiento, pero porque querían poner un signo de vida frente a la muerte que envolviera nuestro mundo. Era habitual que donde hubiera habido un accidente con la muerte de alguien, allí quedaría plantada una cruz. Pero no quería ser señal de muerte sino un grito de vida, que nos previniera frente a la muerte que nos acechara en cualquier lugar, pero que al mismo tiempo nos hiciera amar la vida.

Cuando hablamos de la presencia de la cruz en la vida de los hombres queremos ir más allá de signos externos, porque miramos cuánto de cruz pudiera haber en nosotros y en nuestros sufrimientos; pero el creyente sabe elevarte por encima de esas sombras oscuras de la vida queriendo dar un sentido y un valor a cuanto nos toca vivir.

El creyente sabe poner amor en el dolor, sabe hacer ofrenda de amor desde ese cáliz de sufrimiento que nos puede acompañar porque mirando la cruz de Cruz contemplamos su amor, mirando la Cruz de Jesús aprendemos de esa ofrenda de vida que por amor el nos hace cuando por nosotros da la vida.

En este día los cristianos celebramos la exaltación de la Santa Cruz. Nos volvemos a la cruz pero no nos quedamos en ese madero seco y sangriento, lugar de suplicio y motivo de sufrimiento, no nos quedamos en contemplar una cruz vacía y que entonces carecería de auténtico significado, sino que contemplamos a quien en ella está colgado, en ella está crucificado. Comprenderemos entonces el verdadero sentido y significado de la cruz, porque nos daríamos cuenta de la presencia del amor.

Quien está allí crucificado no es un maldito que ha sido condenado, sino quien libre y voluntariamente subió a Jerusalén aunque sabía que había de encontrarse con la cruz y libremente y por amor a ella se abrazaría. Es cierto que fue un abrazo de dolor, pero por encima de todo estaba el amor que todo lo cambio, que todo lo ennoblece y lo eleva, convirtiéndose así la cruz en el signo sublime de la vida y del amor.

Desde entonces no rehuimos que esté presente en nuestra vida la cruz, porque realmente amamos y deseamos que esté siempre presente el amor. No buscamos el dolor y el sufrimiento, pero sí sabremos darle un sabor nuevo al sufrimiento y el dolor que vayamos encontrando en la vida porque siempre lo endulzaremos con el amor. Dejemos que las cruces nos acompañen en nuestros caminos, que sean signos que se elevan hasta el cielo de los campanarios de nuestras Iglesias porque siempre nos estarán recordando el camino del amor que nosotros hemos de realizar.

En ese mundo que cada vez más hacemos endurecido y muchas veces le vamos restando humanidad, dejemos que esa presencia de la cruz nos ayude a humanizar nuestras relaciones, a llenar de humanidad los pasos que vamos dando por los caminos de la vida, a dejarnos envolver por el amor. Claro que todo lo podremos descubrir y vivir desde la fe, eso que a algunos les incomoda como le incomodan los signos religiosos que nos acompañan en la vida. Es el mensaje vivo de evangelio que tenemos que saber trasmitir al mundo que nos rodea.

 

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