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jueves, 22 de septiembre de 2022

Con curiosidad en el corazón dejémonos sorprender e interpelar por la presencia de Jesús y demos pasos para escucharle de verdad lo más íntimo de nosotros mismos

 


Con curiosidad en el corazón dejémonos sorprender e interpelar por la presencia de Jesús y demos pasos para escucharle de verdad lo más íntimo de nosotros mismos

Eclesiastés 1, 2-11; Sal 89;  Lucas 9, 7-9

Siempre lo hemos dicho, hay curiosidades y hay curiosidades. Cuantas veces quizás de niño nos mandaron callar, ‘no seas curioso’ nos dijeron porque siempre andábamos preguntando y preguntando cansando al más paciente con nuestras curiosidades, cuantas veces nos han dicho ‘en eso no te metas, no seas curioso’ porque quizás molestaba nuestra curiosidad o porque tratábamos de entrar en cosas que no se podían o ‘no convenía’ sacar a la luz; cuántas curiosidades en ocasiones para nuestros juicios o nuestros prejuicios, para la crítica o para la condena. Curiosidades vanas que nada nos dicen ni nada nos van a ayudar como personas.

Pero no es lo mismo la curiosidad del que quiere aprender, y se interroga y busca porque quiere entrar respuestas, cosa que tendríamos que alentar porque quizás es lo que nos va haciendo crecer por dentro; es la curiosidad del que quiere conocer otras cosas y otros mundos, es la curiosidad del caminante que busca no solo paisajes sino encuentros con otros o con algo nuevo y distinto, del que quiere dejarse sorprender, del que quiere profundizar y quiere en verdad madurar en la vida, del que quiere encontrar respuestas a los interrogantes profundos que todos llevamos dentro, del que quiere avanzar en sus conocimientos intelectualmente, haciendo ciencia, del que quiere ciertamente encontrar la verdad. No es una curiosidad malsana, sino una curiosidad madura y que nos hará maduros cada día más.

¿Cuáles son nuestras curiosidades? ¿Realmente tenemos esa curiosidad para dejarnos sorprender por algo nuevo y que incluso pudiera cambiarnos la vida cuando nos hace descubrir algo nuevo?

Hoy nos habla el evangelio de la curiosidad de Herodes que tenía ganas, dice, de conocer a Jesús. Había oído hablar de Jesús, de lo que enseñaba y de lo que hacía, pero quizá en su conciencia sintiera los aldabonazos de su cobardía cuando mandó matar al Bautista, con el que ahora en cierto modo comparaban a Jesús. Quería conocer a Jesús pero no daba pasos para llegar a ese conocimiento y a ese encuentro.

Hay otra curiosidad que nos aparece en el evangelio, es Zaqueo, el que se subió a la higuera porque al menos desde allí podía ver a Jesús a su paso por Jericó. Pero había dado un paso, al menos lo había intentado subiéndose a la higuera para verlo a su paso. Pero además se dejó sorprender por Jesús que lo descubrió allá entre las hojas de la higuera. Y había sabido escuchar la auto-invitación de Jesús para hospedarse en su casa. Bajó corriendo y contento porque incluso había logrado más de lo que esperaba. Jesús se iba a hospedar en su casa, y ya sabemos lo que pasó después.

Y es aquí donde hoy nos sentimos interpelado por ese evangelio de Jesús y dejarnos sorprender. ¿Tendremos también esa curiosidad por conocer a Jesús? Y no importa que nos consideremos ya muy cristianos, que sabemos mucho de religión y de todas esas cosas, ¿tenemos aun curiosidad por conocer a Jesús? No vamos a divertirnos como intentaría más tarde Herodes cuando tuvo la oportunidad de tener a Jesús en su palacio, cuando se lo envió Pilatos, donde quería que Jesús hiciera alguno de aquellos portentos que hacía allí delante de su corte.

Nuestra curiosidad tiene que ir por otros caminos, una curiosidad por Jesús que siempre tiene que estar presente en nuestra vida, por mucho que nos digamos que ya sabemos muchas cosas. Dejémonos sorprender por esa presencia de Jesús. Dejémonos interpelar por su presencia en nuestra vida. Dejemos que nos hable al corazón y comencemos a dar pasos, a subirnos si queremos a la higuera o a bajar corriendo para abrirle las puertas de nuestra casa, pero vayamos en búsqueda que nos vamos a encontrar que es Jesús el que viene en búsqueda de nosotros. No temamos a lo que nos pueda comprometer.

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