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jueves, 27 de enero de 2022

Pongamos la luz de nuestra fe en lo alto, no la escondamos sino que a todos nos ilumine y que ilumine con la luz de la más hermosa sabiduría a nuestro mundo

 


Pongamos la luz de nuestra fe en lo alto, no la escondamos sino que a todos nos ilumine y que ilumine con la luz de la más hermosa sabiduría a nuestro mundo

2Samuel 7, 18-19. 24-29; Sal 131; Marcos 4, 21-25

Hace pocos días en el lugar en que vivo, quizás como consecuencia de unos temporales de viento que nos azotaba, se nos interrumpió la energía eléctrica, nos quedamos a oscuras. Qué oscura y tenebrosa estaba la casa; aunque pronto buscamos solución en linternas o velas que nos devolvieran un poco de luz, no encontrábamos el sitio apropiado para colocarle esas luces auxiliares y nos iluminaran debidamente. Allá andábamos buscando el lugar apropiado, de alguna manera en alto, para que aquellos débiles rayos de luz alcanzasen mayor espacio.

Nos puede dar qué pensar. Con qué facilidad nos podemos quedar sin luz. Y como comprenderéis ya no me estoy refiriendo solo a esa energía que nos ilumine en la oscuridad o que haga funcionar tantos aparatos dependientes de esa energía. En los caminos de la vida nos aparecen oscuridades; los problemas de todo tipo que nos cercan continuamente, la incertidumbre que se nos pueda meter dentro de nosotros mismos sobre el mañana, sobre el futuro tantas veces incierto, el consumismo y el materialismo que nos está invadiendo a todo ritmo, la falta de unos valores estables que nos den consistencia en la vida para plantearnos sin temores todo esos retos a los que tenemos que enfrentarnos cada día, las mismas aristas que en la relación con los demás tantas veces encontramos, algo hondo en nuestra vida que nos dé profundidad y estabilidad a lo que hacemos o por lo que luchamos.

Algunas veces nos parece que nos encontramos sin luz para descubrir salidas y caminos, sin energía y sin fuerza para mantener nuestra lucha y nuestros esfuerzos por alcanzas una metas y unos ideales, nos encontramos como dando tumbos. Necesitamos encontrar esa luz, pero no una luz efímera y que nos pueda fallar, o nos haga candilejas; una luz que nos dé seguridad, que nos abra a horizontes amplios, que nos haga ver con claridad, que le dé verdadera trascendencia a nuestra vida, en la que podamos confiar en todo momento.

Es la fe que nosotros ponemos en Jesús porque El en verdad es nuestra luz y nuestra salvación; nada hemos de temer porque El nunca nos fallará. Somos nosotros los que hemos de saber tener muy presente en nuestra vida esa luz de la fe que nos da sentido y que nos da valor, que eleva nuestra vida y nos hace caminar con paso firme a pesar de los temporales de la vida, que nos llena de valores y nos lanza al mismo tiempo a ser luz para ese mundo que nos rodea.

No podemos dejar apagar la fe ni que se debilite. Es llama divina en nosotros que viene alimentada de lo alto, pero que nosotros hemos de cuidar. Es lámpara que ilumina y que tenemos que saber poner en el centro de nuestra vida para que en todos y cada uno de sus rincones, en todas y cada una de las facetas de nuestra vida llegue esa luz que nos haga tener una mirada nueva. Que nada la oscurezca para que brille con todo resplandor el testimonio de nuestra vida y que ilumine también a los que caminan a nuestro lado.

Una luz que nos hace tener una mirada distinta a nuestra vida, a lo que hacemos, al mundo que nos rodea y a las personas que caminan a nuestro lado. Una luz que da un valor nuevo a cuanto hacemos, pero una luz que al mismo tiempo nos hace admirar el valor nuevo que los demás también tienen para nosotros. 

Comprenderemos la dignidad y la grandeza de toda persona, aprenderemos a valorar cuanto hace haciendo resaltar siempre lo positivo, ya para siempre sabremos evitar lo que pueda ser juicio o condenación del otro porque nos sentimos tan humanos y tan débiles como él, entraremos en un camino que hacemos juntos sin sentirnos competidores o contrincantes y donde con generosidad nos tenderemos la mano para alcanzar juntos las mejores metas.

Pongamos esa luz en lo alto, no la escondamos. Que nos ilumine y que ilumine con la mejor luz a nuestro mundo.

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