Cuando
se reciben influencias desde distintas corrientes hay desconcierto y desorientación, ni se sabe el
camino ni se sabe la meta hacia la que se quiere caminar
1Juan 3, 22–4, 6; Sal 2; Mateo 4, 12-17.
23-25
Aunque cuando iniciemos el tiempo
ordinario la próxima semana comencemos a hacer una lectura continuada del
evangelio y los primero que contemplemos sea el inicio de la predicación de Jesús
en Galilea, en estos días que nos restan del tiempo de la Navidad después de la
Epifanía del Señor que celebrábamos ayer contemplaremos también diversos
momentos de ese inicio de la predicación de Jesús.
Es bien significativo que los inicios
se sitúen en Galilea, en los alrededores del lago de Tiberíades, pero ya lo
había anunciado el profeta como hoy mismo escuchamos. Y es significativo por el
impacto que representa la predicación de Jesús en aquellos pueblos, ya en los límites
geográficos de Palestina y muy en contacto también con otros pueblos y otras
religiones. Por eso el profeta la llama ‘Galilea de los Gentiles’, no en
vano no están lejos de aquellas ciudades de la Decápolis muy helenizadas y con
fuertes influencias paganas. Es en las cercanías de Siria y recordamos lo que
significó el poder del rey Antíoco y los Seléucidas en el intento de helenización
también de todo el territorio de Israel que tantos mártires y tantas luchas
originó.
¿Una región que andaba en tinieblas?
Esas influencias externas hacían también más liberales a los galileos, aunque
allí también se formaron aquellos grupos que luchaban contra el poder del
extranjero como fueron los zelotes, al que en su origen pertenecieron quienes
luego serían discípulos de Jesús y del grupo de los doce apóstoles. Cuando se
reciben influencias desde distintas corrientes muchas veces se produce el
desconcierto y la desorientación y quien anda desorientado es como si caminara
en tinieblas porque ni sabe el camino ni sabe la meta hacia la que quiere
caminar. Cuántas veces en la vida andamos de esa manera. Cuántos interrogantes
se nos producen en nuestro interior que si no encontramos respuesta es como si
andáramos ciegos por la vida.
Y allí, situando el centro de su
predicación en Cafarnaún por la importancia que este lugar tenia junto a la
orilla del lago pero como cruce de caminos y de culturas comenzó el actuar de Jesús.
‘Desde entonces comenzó Jesús a
predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos. Jesús
recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del
reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo’.
El anuncio
del Reino que para creer en él es necesario darle la vuelta al corazón. Es algo
nuevo, algo distinto, un sentido nuevo de la vida, de las cosas, de la
religión, de la relación con los demás. Lo irá explicando enseñando en las
sinagogas, nos dice, aprovechando el encuentro de los sábados de todos para
escuchar la ley y para la oración. Pero no se quedaba ahí, sino que donde tenia
ocasión hacía el anuncio, ‘recorría toda Galilea’.
Pero un
anuncio que iba acompañado de las obras, de los signos de ese Reino de Dios, ‘curando
toda enfermedad y toda dolencia del pueblo’. Porque si vivimos en el Reino
de Dios no puede seguir dominándonos el mal, tiene que desaparecer todo aquello
que nos hace sufrir. Por eso aquellas obras que hacia cuando curaba a los
enfermos eran los signos de la vida nueva, del Reino nuevo.
Escuchemos
nosotros también el anuncio y el mensaje. Lo necesitamos aunque nos creamos
convertidos, porque hemos de reconocer que sigue habiendo tinieblas y oscuridad
en la vida. Decimos que andamos influenciados desde lo externo, desde lo que el
mundo nos ofrece, es cierto, pero también en nosotros hay falta de voluntad y
de constancia. Vivimos en ocasiones a impulsos y aquello que ahora nos impulse
con más fuerza sin nosotros tenemos que poner mucho de nuestra parte, es lo que
nos lleva y nos arrastra. Despertemos ante este anuncio profético de Jesús.
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