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miércoles, 18 de diciembre de 2019

Seamos capaces de sentirnos unos instrumentos en los planes de Dios porque también nosotros ocupamos un lugar en la historia de la salvación de nuestro mundo


Seamos capaces de sentirnos unos instrumentos en los planes de Dios porque también nosotros ocupamos un lugar en la historia de la salvación de nuestro mundo

Jeremías 23, 5-8; Sal 71; Mateo 1, 18-24
Alguna vez en la vida nos habremos encontrado en una situación embarazosa en que teníamos que tomar una decisión importante, que era casi un dilema, decisión en la que podían verse afectadas otras personas, y nos encontramos sin saber qué hacer. Son momentos duros, de zozobra, de inquietud, de no poder dormir quizás, porque no queremos hacer daño, queremos tomar la decisión más correcta, quizás lo que decidamos no sea del agrado de todos y podamos llevarnos algunas críticas. Lo sopesamos detenidamente y como creyentes queremos invocar a Dios en esos momentos para sentir su luz sobre nuestra vida que además nos dé fuerzas para afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. Se nos pueden dar en diferentes y múltiples situaciones y momentos.
Algo así se encontraba José cuando se enteró, porque las señales eran ya evidentes, porque quizás habían comenzado a circular los comentarios, de que la mujer con quien estaba desposado, aun sin vivir juntos según las costumbres y ritos de la época, estaba esperando un hijo. ¿Qué hacer? No quería hacer daño, su reputación también podía quedar mal parada, la situación de María era también bien difícil. ¿A quien acudir? ¿Qué decisión tomar?
Me viene a la mente una situación que se ha repetido y se repetirá muchas veces a lo largo de la historia de tantas familias y que sigue siendo hoy muy actual. Un embarazo no deseado y comienzan las cavilaciones para que decisión tomar. El tema de la despenalización del aborto ha llevado a muchos a pensar que por una parte es una solución fácil para evitar complicaciones pero también hay quien lo mira hasta como un derecho. No es un derecho, porque nadie tiene derecho a tomar decisiones sobre una vida, aunque las leyes permisivas de nuestra sociedad moderna lo haya llevado a una despenalización. En las angustias de José, que hoy contemplamos en el evangelio, me ha venido a la mente esta situación en que hoy muchos se pueden encontrar, aunque ahora no entremos demasiado a fondo en el tema, pero que da mucho que pensar.
Como decíamos antes con la situación de José que, como nos dice el evangelista, era bueno y justo y no quería hacer daño a nadie, ¿A quien acudir? ¿Con quien contar? José era un hombre justo y profundamente creyente, porque eso supo escuchar a Dios en su corazón aunque le hablara en sueños. Dios se nos manifiesta de muchas maneras y de muchas maneras nos hace ver cuál es su voluntad, aunque luego las decisiones sobre nuestra vida o que afectan a nuestra vida las deja en nuestras manos.
Dios respeta la voluntad del hombre. El creyente sabe buscar lo que es la voluntad de Dios y trata de conformar su vida a los planes de Dios. No siempre es fácil, no siempre vemos las cosas con claridad, pero tenemos que sabernos dirigir por la fuerza del Espíritu de Dios y es lo que hizo José. El evangelio  nos habla de unos sueños y de un ángel que se le manifiesta en esos sueños. Allá en lo más profundo de si mismo ha sabido descubrir José lo que eran los planes de Dios para su vida y él también dijo Sí, como un día lo hiciera María. Si Maria dijo aquí está la esclava del Señor, José fue capaz, frente a todo lo que podría parecer en contra y no ser una decisión fácil, de sentirse un instrumento en las manos de Dios para los planes de la salvación y se llevó a María, su mujer, a su casa.
Que seamos capaces de sentirnos unos instrumentos en los planes de Dios porque también nosotros ocupamos un lugar en la historia de la salvación de nuestro mundo.

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