El martirio del Bautista nos está alentando para que seamos valientes en hacer nuestro anuncio del Evangelio y ser testimonio verdadero del Reino ante el mundo que nos rodea
1Tesalonicenses 2, 1-8; Sal 138; Marcos
6, 17-29
Alguna vez nos abr sucedido; mantenemos una buena relación con las
personas que nos rodean, somos buenos amigos y expresamos la confianza y la
amistad de muchas maneras. Todo parece ir sobre ruedas, pero en un momento
determinado viste algo en tu amigo que no era de tu agrado, algo que eras
conciente de que no era bueno y tu amigo quizás iba descarrilando su vida por
aquella postura, por aquella actitud, por aquello que tu veías que no era
bueno.
Y hablaste con él, le dijiste lo que pensabas, trataste en buena
conciencia de hacerle reflexionar sobre lo que hacia y tú pensabas que debía
corregir; pero tu amigo se lo tomó a mal, no le gusto, no te perdonó que le
dijeras aquella verdad de su vida que él no quería reconocer, y las relaciones
se distanciaron, la amistad se enfrió, y pudo llegar el caso que el que era tu
amigo ahora se convirtió en tu enemigo. Tú hiciste lo que creías correcto, y en
buena amistad pensabas que debías tener ese gesto de amistad y de corrección
con tu amigo, pero no lo aceptó.
Muchas cosas así pasan en la vida, cuando no sabemos aceptar lo bueno
que nos puedan decir los que están a nuestro lado; casos conocemos de familias
rotas, de vecinos enfrentados y que no se hablan, amistades que se han perdido.
Me gusta cuando leo el evangelio y reflexiono sobre él, pensando
primero que nada en como aplicarlo a mi vida, ver esas situaciones humanas que
aparecen en el fondo de los hechos que nos narra el evangelista reflejadas en
lo que nos sucede en la vida. Es una forma también de aplicarnos bien el
evangelio y que la luz que nos ofrece sea esa buena noticia salvadora también
para nuestra vida en esas situaciones concretas que vivimos.
Hoy estamos celebrando el martirio de Juan Bautista. El evangelio nos
lo relata con muchos detalles. Pero ahí estamos viendo también esas situaciones
humanas que nosotros vivimos. El evangelista parece que nos dice cosas
contradictorias de las relaciones entre Herodes y Juan Bautista. En principio
nos dice que Herodes tenia en buena consideración a Juan, le gusta escucharlo,
lo respetaba y lo consideraba un hombre bueno, honrado y santo.
Pero cuando Juan le señala lo que es la corrupción que hay en su vida,
a Herodes no le gusta; cuando mas en concreto le dice que no es licito vivir
como lo está haciendo con Herodías la mujer de su hermano, todo se vuelve en
contra de Juan. Es encarcelado y Herodías estará buscando la ocasión para acabar
con Juan.
Los papeles se dieron la vuelta. Y aunque Herodes parecía mantener una
actuación un tanto neutral buscando la manera de cómo liberar a Juan, llegará
en momento en que las corrupciones y cobardías de Herodes caerán como en
cascada para terminar por decapitar a Juan. Ya nos lo ha contado el evangelio,
la fiesta que preparó Herodes para su corte, el baile de Salomé y las promesas fatídicas
de Herodes de querer ofrecer hasta la mitad de su reino si la bailarina se lo pedía,
que desencadena la muerte de Juan. Los efectos de la fiesta y todo lo que la
rodea, las promesas locas de mentes ebrias y sin sentido, los respetos humanos
que nos llenan de cobardías, cómo se parece a tantas cosas que hacemos y
decimos en las locuras de nuestra vida.
Toda esa parte negativa del relato en los malquereres contra Juan y
las locuras y cobardías de Herodes tendrían que hacernos pensar en momentos
semejantes en que nos vemos envueltos nosotros de la misma manera. Pero frente
está la rectitud, la honradez, la fidelidad de Juan que mantiene firme su
palabra y su anuncio de verdad y de justicia.
Cuanto tendríamos que aprender nosotros también que tantas veces nos
acobardamos y nos callamos por miedo a
lo que puedan pensar, a lo que nos puedan decir, o como nos puedan tratar según
las posturas que nosotros tomamos en la vida. Es la valentía que necesitamos
tener los cristianos para hacer ese anuncio de la Buena Noticia salvadora del
Evangelio a nuestro mundo. No nos entenderán, nos perseguirán incluso, dirán de
nosotros todo menos cosas bonitas, pero necesitamos hacer ese anuncio del bien
y de la verdad con valentía, dar ese testimonio de nuestra vida.
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