Jesús vino a traernos la reconciliación y la paz y viene a enseñarnos además el sentido de un nuevo vivir desde el amor que nos conduce a la paz
Hechos
de los apóstoles 14, 19-28; Sal 144; Juan 14, 27-31a
¿Cuál es nuestra paz? ¿Cuál es la paz que nosotros anhelamos, por la
que luchamos? Claro que cada uno la podemos entender a nuestra manera o también
desde las circunstancias concretas que vivamos en nuestra vida.
¿Queremos vivir en paz? Que no haya conflictos, y pensamos en nuestra cercanía,
en la familia, en aquellas personas con las que convivimos cada día. Y queremos
evitar todo tipo de violencias, desacuerdos, enfrentamientos. Pero hay quien
piensa en la paz como en un orden impuesto y preestablecido con normas y leyes
que haya que imponer y cumplir. O están los que quieren estar como a la
defensiva y buscaran recursos, buscaran medios con los que de alguna manera
pensamos que vamos a preservar esa paz. Y así podemos pensar en muchas cosas,
en muchas maneras de cómo buscamos esa paz, como la conseguimos o la imponemos.
Pero ¿así solamente tenemos paz? ¿No será necesario algo más o algo distinto?
Hoy Jesús en el evangelio nos dice que nos da la paz, que nos da su
paz. ¿Cómo hemos de entenderlo? ¿Cómo es o en que consiste esa paz que Jesús
quiere darnos?
Bien sabemos que El vino a traernos la reconciliación y la paz. El
viene a enseñarnos además el sentido de un nuevo vivir que si de verdad optáramos
por lo que el nos dice seguro que lograríamos la paz mas hermosa que podamos
conseguir. El viene a establecer, que no a imponer, un nuevo estilo y sentido
de relación de los unos con los otros donde lo que predomine sea el amor, el
encuentro, el dialogo, la aceptación mutua, la valoración de los demás y de lo
que hacen, el ofrecimiento sincero de lo que somos para enriquecernos
mutuamente. ¿No será ese el camino de la paz verdadera?
‘La paz os dejo, mi paz os
doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se
acobarde’. Primero que nada
tenemos que entender el sentido nuevo de la paz que Jesús nos ofrece. ‘No os
la doy como la da el mundo’. Nos enseña un nuevo sentir, una nueva forma de
concebir la paz que la hace mas hondo, mas viva, mas autentica. Quiere Jesús
que sintamos esa paz en lo mas hondo de nosotros mismos. No es una paz externa
ni impuesta, no es una paz superficial o de apariencias, es una paz que tenemos
que sentir en lo mas hondo de nosotros y desde ahí contagiemos a los demás.
Es una paz en la que desaparecen
los miedos y no tienen lugar las cobardías. Es una paz en la que nos sentimos
seguros, pero que nos da valentía para hacer por los demás, para comprometernos
por los otros, por hacer que nuestro mundo sea mejor. Una paz que podremos ir
logrando con la gracia y la fuerza de Jesús. Para eso El nos da su Espíritu, su
fuerza, su gracia.
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