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martes, 17 de mayo de 2016

Iba instruyendo a sus discípulos… aprovechando lugares apartados mientras atraviesas Galilea porque Jesús quiere estar a solas con los discípulos

Iba instruyendo a sus discípulos… aprovechando lugares apartados mientras atraviesas Galilea porque Jesús quiere estar a solas con los discípulos

Santiago 4,1-10; Sal 54; Marcos 9,30-37

‘Iba instruyendo a sus discípulos…’ Habían bajado de la montaña, y ahora atravesaban las llanuras y los valles de Galilea aprovechando lugares apartados porque Jesús quiere estar a solas con los discípulos. Una oportunidad para un encuentro más profundo, para hablar con detalle de muchas cosas, para prepararlos a ellos de manera especial en lo que era el sentido nuevo del Reino de Dios del ellos habían de ser testigos especiales, para corregir desviaciones y para orientar en muchas cosas que quedan pendientes de aprender, aunque a ellos les cueste tanto.
Cómo necesitamos en la vida de esos momentos de mayor intimidad y comunicación con aquellos que queremos, con nuestros amigos. La amistad se hace en el compartir del día a día, en ese caminar juntos donde nos vamos conociendo porque nos expresamos con toda confianza con aquellos que queremos; momentos de desahogo, momentos de vaciar el corazón, momentos de soñar juntos y hacerse planes de futuro.
Jesús quiere amasar bien la amistad de sus discípulos, con El porque cada día haya una unión más profunda de corazones, porque se llenen de su vida, porque aprendan ya a no caminar según su sentido y sus valores; pero Jesús quiere amasar la amistad entre los discípulos entre sí. Y es necesario purificar muchas cosas, porque en los corazones fácilmente puede florecer la ambición y los deseos de grandeza considerándose unos mejores o mayores que los otros. Y a todas esas cosas está atento Jesús.
En el camino fue haciéndoles grandes anuncios como era su futura pasión y entrega, aunque a ellos les costara entender. ‘El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle’. A pesar del grado de intimidad y confianza que había querido crear entre ellos y con El, sin embargo no entienden lo que Jesús les dice y le da miedo preguntarle. Muchas barreras quedan aun por caer.
Pero cuando llega a casa les pregunta de qué habían discutido por el camino. Habían ido muy entretenidos en sus discusiones y en sus ambiciones. Todavía para ellos el futuro reino de Dios seguían siendo una estructura de poder y las ambiciones por ese poder afloraban en sus corazones. ‘Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante’. Pacientemente Jesús vuelve a explicarles. ‘se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos’. El que quiere ser grande que se haga el último; quien quiera ser importante piense que en el servicio está la verdadera grandeza.
Nos cuesta también entenderlo. Nos podría parecer que ponernos de servidores de los demás nos humilla, sino embargo hemos de reconocer que eso es lo que en verdad nos engrandece. Y les pone la imagen del niño, al que hay que acoger, al que hay que valorar y respetar. Porque el que no sabe acoger lo pequeño no llegará nunca a comprender el Reino de Dios. Saber escuchar a un niño, saber detenernos ante quien nos pueda parecer insignificante, saber mirar a los ojos a aquel con quien compartimos una limosna, saber interesarnos por aquella persona que nos tiene la mano solicitando una ayuda al paso por la calle, saber hacer silencio para escuchar ese grito de Dios que nos llega a través del hermano, de sus ojos, de su mano tendida, desde ese ponerse ahí a nuestro alcanza aunque parece que no nos dice nada. 

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