Teresa de Jesús modelo del camino de perfección y santidad para llenarnos de Dios y saborear la sabiduría de su presencia
Eclesiástico
15,1-6; Sal
88; Mateo
11,25-30
En este día del 15 de octubre celebra la Iglesia la
festividad de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.
Precisamente en este día viene a concluir el año teresiano que venimos
celebrando en el quinientos aniversario de su nacimiento. Aquella mujer fuerte
que tras un largo proceso en su vida emprendió el camino de la perfección que
le llevaría a la altura y profundidad de la vida mística de unión con Dios y
que se sintió llamada y escogida por el Señor para emprender la inmensa tarea
de la reforma de la Orden del Carmelo.
Centrando su vida en la contemplación del misterio de
Dios, del que recibió inmensos favores y aunque en la vida dura de la clausura
del convento que con tanta fuerza trató de reformar para llevarlo a la forma
más autentica de lo que había de ser la vida de unas personas consagradas a
Dios en la clausura para ser fortaleza de la Iglesia con su testimonio y
oración, sin embargo se le llama la monja andariega porque recorrería los
caminos de Castilla, llegando incluso a Andalucía, para la fundación de los
nuevos conventos reformados de las Carmelitas Descalzas.
Sus escritos en las cartas que dirigía a los conventos
reformados o a quienes acudían a ella pidiendo consejo y orientación para sus
vidas, en el relato de la experiencia de su vida y de las profundidades de la
vida espiritual que Dios le otorgó la convirtieron también en escritora que se
convierte así en gloria de las letras españolas en el siglo de Oro de la
literatura española. Pero la profundidad de su vida y de sus escritos han hecho
por otra parte que la Iglesia la reconozca como doctora mística de la Iglesia,
convirtiendo así su doctrina y enseñanzas en magisterio espiritual para quienes
quieren alcanzar un alto grado de contemplación en su vida espiritual.
Como Teresa estaba abierta a Dios y a su Palabra,
nosotros también en su fiesta dejémonos iluminar por la Palabra de Dios que la
liturgia nos ofrece en su celebración. Nos hablan los textos sagrados de
Sabiduría y de humildad, de mansedumbre y de búsqueda de nuestra fortaleza y
nuestro descanso en Dios.
No es una sabiduría como estábamos acostumbrados a ver
a los sabios de este mundo que se puede quedar en mero conocimiento
intelectual. Podemos aprender cosas, podemos adquirir muchos conocimientos,
podemos ser expertos en toda clase de ciencias, aunque bien sabemos que no
podemos abarcarlo todo y normalmente nos centraremos en un área concreta de
conocimientos.
Pero la sabiduría de la que nos habla hoy la Palabra de
Dios es otra cosa. Buenos son todos esos conocimientos de tipo llamémoslo
intelectual o científico con el que estamos también desarrollando esos dones
con que reconocemos nos ha dotado Dios. Pero esa sabiduría nos lleva a algo
más, porque es como un saborear ese sentido de la vida, es entrar en otra
profundidad que va incluso mucho más allá de unos conocimientos filosóficos
porque nos hacen descubrir ese sentido de Dios que llena e inunda todo nuestro
ser dándole el más profundo de los sentidos.
Y hoy Jesús en el evangelio nos está diciendo que ese
misterio del ser humano que encontraremos en Dios solo se revela a los que son
sencillos y humildes de corazón. Da gracias Jesús porque el Padre se ha
revelado no a los que se creen sabios y entendidos sino a los pequeños y a los
sencillos, porque son los que mejor pueden abrirse a ese misterio que nos
trasciende, a ese misterio de Dios. ‘Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre,
así te ha parecido mejor’.
Y nos invita Jesús a que desde nuestras luchas y
nuestros cansancios, desde nuestras búsqueda y desde nuestros agobios acudamos
a El que es manso y humilde de corazón, aprendamos de su mansedumbre,
aprendamos de su humildad, aprendamos cual es ese sentido verdadero que hemos
de darle a nuestra vida y que solo en El vamos a encontrar. Es Jesús el que con
la fuerza de su Espíritu nos va a ayudar a encontrar esa sabiduría de Dios, ese
sentido de Dios para nuestra vida.
En la salvación que Jesús nos ofrece no solo nos regala
el perdón que viene a restaurar nuestra vida rota por el pecado, sino que en El
vamos a encontrar esa luz que nos conduce por caminos de vida eterna, por los
caminos de mayor plenitud que nosotros podamos imaginas o podamos encontrar.
Todo esto nos lo estamos reflexionando en la fiesta de
santa Teresa de Jesús. Cuando su corazón se vació de si mismo empezó a
encontrarse con Dios y a llenarse de El cada vez en una mayor plenitud. Es el
camino de ascesis y camino de perfección y santidad que ella emprendió. Hoy la
contemplamos y celebramos. Es modelo y estimulo para nuestra vida como lo son
todos los santos, pero a ella queremos hoy contemplar e invocarla de manera
especial. Que no nos falten nunca en nuestro corazón esos deseos de Dios, esos
deseos que nos llevan por caminos de santidad y nos conduzcan a la plenitud del
conocimiento de Dios, de la sabiduría de Dios. Que saboreemos de verdad en lo
más hondo de nosotros mismos ese presencia de Dios que nos llena de sabiduría y
que nos hace resplandecer de santidad.
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