Vistas de página en total

jueves, 2 de octubre de 2014

Con la continua protección de los santos ángeles nos veamos libres de los peligros presentes y conducidos a la vida eterna

Con la continua protección de los santos ángeles nos veamos libres de los peligros presentes y conducidos a la vida eterna

Ex. 23, 20-23; Sal. 90; Mt. 18, 1-5.10
‘Bendecid al Señor, ángeles del Señor; cantadle y ensalzadle eternamente’. Es la antífona del inicio de esta celebración. De forma semejante comenzamos hace unos días. Entonces celebrábamos a los santos Arcángeles san Miguel, San Rafael y san Gabriel; hoy celebramos a los santos Ángeles Custodios.
El otro día además de fijarnos en ese cántico celestial de los Ángeles y Arcángeles y todos los coros celestiales a la gloria de Dios, nos fijábamos también en la función de los Arcángeles, ‘poderosos ejecutores de sus órdenes’ como decíamos también con la antífona litúrgica, con mensajeros divinos para hacernos conocer los misterios de nuestra salvación y hacernos sentir también la presencia de Dios junto a nosotros.
También hoy con todos los ángeles queremos bendecir al Señor, pero estamos queriendo considerar de manera especial cómo Dios ha querido enviar a sus ángeles para nuestra custodia, vernos defendidos con su protección y gozar eternamente de su compañía, como expresamos en la oración litúrgica del día. En el salmo fuimos repitiendo ‘ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden en tus caminos’. Es la función que junto a nosotros tienen los santos ángeles custodios.
Esos espíritus puros, criaturas de Dios, que gozan de la visión de Dios eternamente - recordemos lo que nos ha dicho Jesús en el evangelio que ‘están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial’ - y que alaban y bendicen al Señor en el cielo invitándonos a todas las criaturas a prorrumpir también en ese cántico de alabanza, pero que Dios ha querido poner a nuestro lado como especiales custodios y protectores del camino de nuestra vida ‘para librarnos de los peligros presentes y nos lleven a la vida eterna’, como expresamos también en las oraciones de la liturgia.
Tenemos que amar a nuestro santo ángel de la Guarda que junto a nosotros está siempre para prevenirnos contra los peligros; amarlos y escucharlos, dejarnos conducir por sus inspiraciones. Cuántas veces sentimos en nuestro interior una inspiración que nos quiere conducir a lo bueno o impulso que nos lleva a prevenir un peligro, a alejarnos de una situación no buena que nos surge quizá de forma inesperada, a decir no en un momento determinado a algo que quizá nos sentíamos arrastrados a realizar y que sabíamos que no era bueno. Pensemos en ese ángel de Dios que está junto a nosotros inspirándonos y derramando sobre nosotros la gracia del Señor para fortalecernos contra los peligros y las acechanzas del mal.
 Hemos quizá infantilizado demasiado la figura del ángel de la guarda que se nos queda quizá en las oraciones que aprendimos de niños o enseñamos a nuestros hijos pequeños, pero luego no tenemos fe en ese presencia de gracia que Dios ha querido poner junto a nosotros a lo largo de toda nuestra vida; el Ángel de la Guarda no es solo para tenerlo en cuenta en la niñez sino para saber sentir su inspiración a lo largo de toda nuestra vida.
El Señor le decía al pueblo de Israel a través de Moisés, allá en el libro del Éxodo: ‘Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Respétalo y obedécelo…’ Es lo que nosotros también hemos de escuchar; se nos ha proclamado como Palabra de Dios para nosotros hoy en nuestra celebración. Dejémonos inspirar y conducir por el ángel que el Señor ha puesto a nuestro lado que nos custodia y que nos protege.  Que como bien sabemos no es solo la protección contra los peligros que podíamos llamar materiales o terrenos, sino que sentimos esa protección contra los peligros que atentan contra nuestra alma, como son las tentaciones que nos conducen al pecado y a la muerte.
Por eso pediremos hoy en la oración después de la comunión que ‘a quienes hemos sido alimentados con los sacramentos que nos llevan a la vida eterna… bajo la tutela de los ángeles vayamos por los caminos de la salvación y de la paz’. Hoy nos unimos a los santos ángeles en nuestra liturgia terrenal para cantar la alabanza del Señor pero con la esperanza de que un día en el cielo nos unamos a la creación entera junto a nuestros santos ángeles custodios para cantar la gloria del Señor por toda la eternidad.

Como iniciamos nuestra reflexión y la liturgia de este día ahora nosotros queremos repetir una vez más: ‘Bendecid al Señor, ángeles del Señor; cantadle y ensalzadle eternamente’.

No hay comentarios:

Publicar un comentario