Una luz ha comenzado a brillar con la presencia de Jesús
1Jn. 3, 22-4,6; Sal. 2; Mt. 4, 12-17.23-25
Comentar de entrada que nos queda una semana del tiempo
de Navidad, esta semana después de la Epifanía del Señor que celebramos ayer y
que concluirá el próximo domingo con la fiesta del Bautismo de Jesús en el
Jordán.
Tiempo de navidad y tiempo de epifanía que es tiempo de
la manifestación del Señor, como ayer lo contemplábamos por medio de la
estrella a los Magos de Oriente. Se completa en los próximos domingos con el
Bautismo y luego cuando leamos el texto de las Bodas de Caná. Estos tres
episodios están muy unidos en la liturgia de manera que ayer en las antífonas
de la celebración de la Epifanía se hacía referencia a ellos. Comento estos
detalles porque nos forman en aspectos de la vida cristiana y nos ayudan a
comprender el sentido de la liturgia, de lo que celebramos. Una celebración
vivida con sentido nos ayuda aún más a ese crecimiento y maduración de nuestra
fe que es cosa que pretendemos.
En este sentido de epifanía, podíamos decir, van los
textos del evangelio que iremos escuchando a lo largo de la semana, porque
están tomados de casi los primeros capítulos de los diferentes evangelistas que
nos relatan lo que fue la presentación, la manifestación de Jesús en medio de
su pueblo.
Hoy ha sido tomado el evangelio de Mateo y es el
comienzo de su actividad en Galilea. ‘Dejando Nazaret se estableció en
Cafarnaún, junto al lado, en territorio de Zabulón y Neftalí’. Cafarnaún era un
lugar importante en Galilea y además nudo de caminos de los que venían de Siria
y luego adentrándose en Palestina conducirían hasta Egipto. Lugar de pescadores
y en cierto modo de gran actividad comercial por estas razones dichas. Allí va
a tener como su centro de operaciones Jesús, allí llamará a los primeros discípulos
y de allí luego extenderá su predicación por toda Galilea.
Un lugar por estos motivos con grandes influencias de
las naciones vecinas o de la cercana ciudad de Tiberíades, edificado en honor
del César Tiberio Augusto en años anteriores. Por eso el evangelista recordará
al profeta Isaías ‘país de Zabulón y
Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles’.
Pero allí se va a cumplir lo anunciado por el profeta con la aparición de Jesús
y su predicación. ‘El pueblo que habitaba
en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierras y sombra de
muerte una luz les brilló’.
Eso significó la presencia de Jesús con su predicación.
‘Convertios porque el Reino de los cielos
está cerca’, son sus primeras palabras, su primer anuncio. ‘Recorría toda Galilea enseñando en las
sinagogas y proclamando el evangelio del Reino, curando las enfermedades y
dolencias’. Y luego nos dirá el evangelista como venían gentes de todas
partes para que Jesús los curara, para escuchar a Jesús. Una luz había
comenzado a brillar con la presencia de Jesús. Recordemos lo que en este
sentido de la luz hemos venido reflexionando a lo largo de toda la navidad.
Ya comenzamos a escuchar la invitación a la conversión.
Hemos ido proclamando nuestra fe en Jesús en la medida en que hemos ido
profundizando en su misterio a lo largo de la Navidad cuando hemos contemplado
los diferentes momentos del nacimiento, la adoración de los pastores, la
circuncisión, la venida de los Magos de Oriente. Todo lo que hemos venido
celebrando ha querido apuntalar bien nuestra fe, ayudarnos a abrir el corazón
al Dios que viene a nosotros para traernos la salvación.
Ahora vamos a ir adentrándonos en el evangelio,
comprendiendo bien todo lo que implica esa salvación que nos ofrece Jesús, lo
que hará que nos miremos por dentro para ver en cuantas cosas estamos hundidos
por nuestro pecado y necesitamos que el Señor llegue a nuestra vida con su
salvación para hacernos vivir la vida nueva que El nos ofrece. Pero eso exige
por nuestra parte que demos esos pasos necesarios de conversión. Es la
invitación que ahora escuchamos. Contemplamos donde está la luz, pero
reconocemos las tinieblas que hay en nuestra vida. Buscamos la salvación, pero
nosotros queremos convertir nuestro corazón al Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario