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viernes, 27 de noviembre de 2009

Sepamos descubrir los brotes y señales del Reino de Dios

Dan. 7, 2-14
Sal. Dan. 3, 75-81
Lc. 21, 29-33


‘Cuando vean que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios…’ Y les propuso una parábola: ‘Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca…’
Nos está invitando Jesús a que descubramos esos brotes, esas señales del Reino de Dios. Hoy nos ha dado señales del Reino de Dios que se realiza en plenitud en la venida del Hijo del Hombre al final de los tiempos. Pero mientras estamos de camino hemos de saber descubrir las señales del Reino de Dios que está cerca de nosotros, se realiza en nosotros; pero también hemos de saber descubrir las semillas de ese Reino, aunque no lo vivan plena y conscientemente, que podemos encontrar en las personas que están cercanas a nosotros o en este mundo en el que estamos inmersos.
Muchas veces tenemos la tendencia a lo negativo; me explico, a sólo ver sombras en nosotros, en las otras personas, o en la sociedad. Nos parece que todo está mal, que todo es negro, negativo. Tenemos la tendencia de encandilarnos con lo negativo y nos cuesta ver la luz. Necesitamos ojos llenos de luz y de color para saber apreciar tantas cosas buenas que brillan en los demás, que brillan a nuestro alrededor.
Recogiendo el sentir del evangelio, de que no podemos estar siempre fijándonos en la paja del ojo ajeno, mientras en el nuestro quizá hay una viga, me atrevo a decir que vayamos por el mundo con ojos de luz para ver siempre y primero las cosas buenas de los demás, tantas cosas que buenas que hay también en nuestro mundo.
Creo que siempre, con buena voluntad, podemos apreciar muchas cosas buenas de los otros, y lo mismo podemos decir del mundo en el que vivimos donde hay muchas ansias de paz y de justicia, donde podemos contemplar a muchos que de forma altruista, sin tener quizá una motivación religiosa, específicamente cristiana, trascendente, hacen muchas cosas buenas por los demás, se agrupan en muchas organizaciones - de esas que llamamos no gubernamentales – para trabajar por los demás, por la sociedad, por resolver problemas del tercer mundo, etc…
Creo que todos conocemos a mucha gente que es capaz incluso de sacrificarse por los demás, que tienen un corazón generoso, que se apuntan voluntarios para muchos servicios a favor de los otros, que se comprometen con los vecinos para sacar cosas adelante en beneficio de su pueblo, de su barrio, de la comunidad.
San Pablo nos enseñaba a saber tomar en cuenta todo lo bueno, lo noble, lo justo, lo verdadero y laudable para que al final todo pudiera ser para la gloria de Dios. Creo que son semillas de valores del Reino que ahí se hace presente, donde quizá nosotros los cristianos podríamos también comprometernos, implicarnos y ayudar a que todo eso tenga, digámoslo así, motivaciones del Reino de Dios, porque al final Dios esté en el centro de todo eso bueno.
Y Dios puede llegar a nosotros en esas cosas buenas que vemos en los demás. Pueden ser huellas y señales de su presencia que tenemos que saber descubrir, porque Dios actúa en todo lo bueno. Dios ahí quiere hacerse presente para nosotros y para nuestro mundo. Justo es que nosotros lo valoremos y eso veamos que el Señor está cerca, que el Reino de Dios está comenzando a hacerse presente en nuestro mundo. Que lleguemos al final a reconocer ese Señorío de Dios, de Cristo sobre todas las cosas para que sea Reino de Dios en plenitud.

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