Jue. 6, 11-24
Sal. 84
Mt. 19, 23-30
Sal. 84
Mt. 19, 23-30
Es del libro de los Jueces de donde está tomado el texto que hoy comentamos. Leemos en estos días diversos pasajes de este libro del Antiguo Testamento.
Momentos oscuros de la historia del pueblo de Israel. Se habían establecido en la tierra que el Señor les había prometido dar y pronto cayeron en aquello de lo que Moisés les había prevenido en el libro del Deuteronomio. Pronto olvidaron al Señor. ‘Los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, dieron culto a los ídolos, abandonaron al Señor Dios de sus padres que los había sacado de Egipto… desviándose muy pronto de la senda por donde habían caminado sus padres…’
Pero conocemos el amor de Dios por su pueblo. ‘El Señor hacía surgir jueces que los libraban de las bandas de salteadores… pero ni a los jueces hacían caso…’ Los jueces eran personajes que surgían en medio del pueblo, para proféticamente apartar a las gentes de sus malos caminos y hacerlos volver al Dios de la Alianza, al mismo tiempo que eran como líderes que los ayudaban a verse libre de la opresión de los pueblos en medio de los cuales vivían. De esto nos hablaba del texto propio del día de ayer.
Hoy se nos habla de lo que podríamos llamar la vocación de Gedeón. En los próximos días escucharemos otros textos escogidos de este libro de los Jueces. El ángel del Señor se le manifiesta. Cuando en estos textos se habla del ángel del Señor realmente de lo que se nos está hablando es de la presencia del Señor en medio de ellos. Por eso en ocasiones, como en este texto, tanto será el ángel del Señor el que le hable a Gedeón, como en otros momentos se nos dirá que le habló el Señor.
‘El ángel del Señor se le apareció y le dijo: El Señor está contigo, valiente’. La reacción de Gedeón es preguntar cómo es que el Señor está con ellos y sin embargo de tal forma se ven acosados. ‘¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres. De Egipto nos sacó el Señor?’ Pero el ángel del Señor le insiste: ‘Vete, y con tus fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo estoy contigo’.
Gedeón se resiste porque como dice es el menos de los hijos de su padre y su familia es la menos importante de Manasés. ‘Yo estaré contigo…’, es la respuesta y el envío del Señor. La obra no será la obra de las manos humanas, sino que será la obra del Señor. Y el Señor se vale, estamos acostumbrados a verlo repetido en la Biblia, de los pequeños y de los que parecen débiles instrumentos.
‘Vete… yo estaré contigo…’ también nos dice a nosotros el Señor. ¿Momentos oscuros o difíciles los que vivimos? Siempre está nuestra lucha contra el mal. Siempre está el testimonio que nosotros hemos de dar. Siempre está esa superación que en nosotros tenemos que realizar. No nos podemos sentir débiles e indefensos por mucha que sea la tarea. El Señor está con nosotros.
Será, como decíamos, esa superación personal que hemos de realizar en nosotros mismos para no dejarnos arrastrar por la tentación y el pecado. O será también un mundo adverso, un mundo que no quiere entender de Dios, un mundo que se crea sus propios ídolos en el materialismo con que se vive la vida o en esos deseos de sensualidad y placer que muchos tienen como uno objetivo o norma de su existencia. Pero en ese mundo nosotros tenemos que ser luz; en ese mundo tenemos que ser profetas de bien, de ideales nobles, de vida espiritual, de amor, de comprensión, de perdón. Y aunque nos cueste proféticamente tenemos que dar nuestro testimonio. Porque somos testigos, para eso nos ha elegido y enviado Jesús a nuestro mundo que tenemos que evangelizar.
El prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos. El nos prometió la fuerza de su Espíritu para que podamos ser testigos. Vayamos a la misión que el Señor nos confía. Es tan hermoso el evangelio que hemos de anunciar…
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