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viernes, 14 de julio de 2023

El camino se puede hacer duro, pero la perseverancia nos llevará a la salvación, con esa esperanza caminamos porque no nos falta la fuerza del Espíritu

 


El camino se puede hacer duro, pero la perseverancia nos llevará a la salvación, con esa esperanza caminamos porque no nos falta la fuerza del Espíritu

Génesis 46,1-7.28-30; Sal 36; Mateo 10,16-23

Siempre recuerdo la anécdota que escuché siendo aun joven de un sacerdote que vino a ver a su Obispo y este le preguntaba si estaba contento, como iba la parroquia, y si la gente estaba contenta con él; a lo que el joven sacerdote se apresuró a responderle que sí, que todo iba muy bien y que la gente estaba contenta; pero el obispo insistió, si toda la gente estaba contenta; a la respuesta de este entusiasmado párroco de que todo el mundo lo quería el obispo le dijo que algo tenía que estar haciendo mal, que en algo no se estaba pareciendo del todo al Jesús del evangelio, porque si era fiel a la predicación del evangelio alguien tendría que sentirse aludido y su reacción normal sería ser como un enemigo del Sacerdote, estar en lo que hoy llamaríamos en el bando de la oposición.

Hemos de reconocerlo, la fidelidad al evangelio me va a llevar siempre a que me voy a encontrar gente en contra. El evangelio de Jesús no es para adormecernos, el evangelio de Jesús crea inquietudes, plantea interrogantes, nos exige un cambio y una transformación, nos pide posturas valientes de defensa de los indefensos, de compromiso hasta el final. Y esto no nos hace la vida fácil, eso nos va a hacer encontrar piedras en el camino, espinas en el ramo de flores que nos puedan ofrecer.

Es de lo que nos habla Jesús. No quiere decirnos que la tarea sea difícil pero nos enfrenta a la realidad de la fidelidad con que vivamos el evangelio. Es apetitosa para el lobo la oveja perdida en el campo. Y nos dice que nos manda como ovejas en medio de lobos. No es cómodo para todos el anuncio del evangelio, por otra parte quienes quieren vivirlo con toda radicalidad se van a encontrar como quien nada a contracorriente.

Anunciar el evangelio no es querer contentar a todos, anunciar el evangelio nos lleva a vivir unos valores que son un signo de contradicción para el mundo que nos rodea; ya nos pedía Jesús desde el principio que para creer en la Buena Noticia que se nos iba a anunciar era necesario una actitud y una postura de conversión en la vida. Y eso exige, eso nos hace tener planteamientos nuevos y distintos, vivir con nos parámetros distintos porque aunque todos queremos ser felices, no todos lo entendemos de la misma manera. Variopinto es el abanico de posibilidades y de caminos que se nos ofrecen para alcanzar esa felicidad, pero hay otro camino que entra en contradicción con todas esas cosas que se nos ofrecen. Es cuando nos ponemos entonces a nadar a contracorriente.

Pero Jesús quiere sembrar una confianza en nuestros corazones. Podemos realizar ese nuevo camino, porque El nos deja su mismo Espíritu; no hemos de tener miedo a cómo vamos a responder o como nos vamos a enfrentar a quienes se ponen en contra nuestra y hasta quizás nos llenen de acusaciones, porque su Espíritu pondrá energía en nuestro corazón, pero también palabras en nuestros labios.

Y ya nos previene Jesús que la contradicción la vamos a encontrar hasta en aquellos que menos lo esperábamos; nos habla de los enfrentamientos y divisiones que incluso en el seno de los nuestros, de nuestra propia familia incluso vamos a encontrar. Lo tenemos en la vida, cuando tenemos que actuar con radicalidad y con firmeza, la oposición la mayor parte de las veces no la vamos a tener de los que son lejanos a nosotros, sino de los que tenemos más cerca e incluso han estado a nuestro lado en otros momentos difíciles. Cuanto podrían contar los sacerdotes en las dificultades que en este sentido tienen la mayoría de las veces en sus comunidades. Lo sentimos y nos duele todo esto a los cristianos que queremos vivir nuestra fidelidad al evangelio de Jesús.

Con vuestra perseverancia, salvaréis vuestras almas, termina diciéndonos Jesús, porque el que persevere hasta el final se salvará. Es nuestra esperanza, es la fuerza que sentimos para nuestro caminar, aunque a veces se nos haga difícil y complicado.

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